Durante muchos años, en México se tenía una idea de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) como un simple luchador pueblerino de izquierda, con evidentes tintes marxistas, pero con idiosincrasia muy local.
En algún momento de su administración como presidente, este político dio un brinco al pensamiento globalista, haciendo el juego a los promotores de siempre del nuevo orden mundial, ese que construían tanto los Clinton como los Bush, y conocidas figuras progresistas como George Soros.
Prueba de ello es que el pasado 21 de noviembre de 2021, AMLO fue al Consejo de Seguridad de la ONU y ahí no propuso algo relativo a la seguridad, como sería de esperarse, pero tampoco habló de la unión hispanoamericana -léase bolivariana-, de la vieja aspiración de la “patria grande”, o del latinoamericanismo socialista con línea castrista-guevarista.
Lo que propuso en la ONU fue nada menos que la integración de un “Estado Mundial”, y para financiarlo planteó un “Plan de fraternidad y bienestar”, consistente en un “impuesto a los ricos”, algo que avaló el Grupo de Puebla, según el cual había que exigir el 4% de sus fortunas a los mil más ricos del mundo, así como a las mil empresas más acaudaladas.
Además, habría que tomar el 0.2% de Producto Interno Bruto (PIB) de los países miembros del G-20. Todo eso para conformar una bolsa de un billón de dólares y con ello aplicar un “mega asistencialismo”, como marca el manual del “socialismo blando”, para supuestamente resolver la pobreza en 750 millones de personas alrededor del mundo.
Así fue como un luchador nacido en un humilde pueblo de las provincias mexicanas, con acento costeño, nieto de un español de Cantabria, y que posterior a la matanza de estudiantes de Tlatelolco en 1968 a manos de un presidente emanado del PRI (partido en el que AMLO luego se inscribió), pasó a querer ser un ideólogo del globalismo a todo mecate.
Primero llegó en el 2000 a la jefatura de gobierno de la capital de México, luego fue candidato a la presidencia de la República en 2006, y 2012, perdiendo; y al final, en 2018, alcanzó al fin su sueño de ser el mandamás de México para, ahora sí, imponer todas sus ideas socialistas, cosa que está haciendo.
No conforme con eso, tomó el control de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), instituto que presidió pro témpore en 2020 y luego de paso en 2021, extendiendo su liderazgo por la pandemia, y aprovechando tal cosa para convertir eso en un hervidero de socialismo para buscar acabar con la Organización de Estados Americanos (OEA), con el apoyo, faltaba más, de Maduro, Díaz Canel, Lula da Silva, Evo, Luis Arce, Rafael Correa, y otros sátrapas del Foro de Sao Paulo y del Grupo de Puebla.
Atacar a la OEA para sustituirla por “algo menos plegado a Washington”, dijo AMLO, como por ejemplo -esto no lo dijo, pero es obvio- su CELAC. Sólo que la CELAC no incluye a Estados Unidos y Canadá.
En todo este contexto es que AMLO ve a la Cumbre de las Américas –que será del 6 al 10 de julio en Los Ángeles, California, la mata del progresismo internacional y del Big Tech- como una gran oportunidad de continuar y pulir sus planes globalistas, ahora planteando una suerte de “americanismo socialista”, la unión de los gobiernos de todo el continente, no sólo como un pesado bloque geopolítico, sino sobre todo como la alineación de las izquierdas continentales, desde las del Partido Demócrata de Estados Unidos, hasta la de Alberto Fernández.
La mañana de este lunes 29 de mayo, en su famosa copia del “Aló presidente” de Hugo Chávez, en su conferencia de las mañanas, AMLO soltó:
“Que Los Ángeles se convierta en la sede mundial de la fraternidad para mandar un buen mensaje al mundo de la importancia del diálogo, la política y de resolver nuestras diferencias haciendo a un lado el uso de la fuerza y de la confrontación”.
Eso de “hacer a un lado la fuerza y la confrontación” cabe ser entendido como su anhelo, algo en lo que ha insistido, del fin de la hegemonía de EEUU sobre el resto del continente, y pasar a ese “americanismo rojo”, que sólo Joe Biden, según el mexicano, podría encabezar.
Pero de facto quien está encabezando este movimiento que de fondo es una suerte de reingeniería geopolítica de las izquierdas continentales, es el propio AMLO.
Recordemos que condicionó su asistencia a la Cumbre a que EEUU invitara a todos los países, y no dejara fuera a sus grandes amigos tiranos, como Cuba, Venezuela y Nicaragua.
En cuanto a Cuba, el senador cubano-americano por Florida, Marco Rubio, tuiteó hace poco que Cuba sería invitada al evento por Biden. Veremos si tenía razón. También trascendió en la prensa que EEUU invitaría a Cuba, pero no a Díaz Canel ni al canciller, sino a algún funcionario de más baja categoría. Así, cumpliría con los deseos del bloque rojo de AMLO, y se despresurizaría la antesala de la Cumbre.
Secundaron varios a AMLO en que había que invitar a todos. Luis Arce de Bolivia, no iría tampoco si no se invitaba al trío de tiranos. Xiomara Castro -la feminista, abortista, antipatriarcal, bolivariana y marxista, amiga de Kamala Harris-, presidenta de Honduras, iría, pero respalda que hay que invitar a todos. Alberto Fernández, iría, pero igual pide inclusión. Gabriel Boric, iría, pero pide inclusión.
Giammatei, el presidente de Guatemala, no se suma a ese bloque porque es de derecha, pero anunció que no iba a la Cumbre. Posible es, se comenta en Guatemala, que está inconforme con la agenda progre del gobierno de Biden.
Daniel Ortega, a quien todavía lo defiende AMLO y sus amigos rojos, no muestra agradecimiento ni diplomacia alguna diciendo que aunque lo inviten no va.
Bueno, hasta España ha sido invitada a la Cumbre. El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, extendió la invitación a su homólogo español, José Manuel Albares, quien habría aceptado y estará presente.
Esto ha causado polémica, ya que España sufre un gobierno socialista, emanado del “Partido Socialista Obrero Español” (PSOE), un poco lo mismo que las tres tiranías socialistas que con justedad se están dejando fuera, al menos hasta ahora.
No cabe duda que la búsqueda del voto hispano de parte del partido demócrata y del gobierno de Biden, hace cualquier cosa ante su anunciado fracaso en las elecciones intermedias de noviembre próximo.
El Foro de Sao Paulo también anunció desde el 16 de mayo que respaldaba a AMLO en su postura frente a EEUU. Otras organizaciones, lo mismo. Como por ejemplo: CELAC, el Grupo de Puebla, ALBA-TCP, y CARICOM,
Hay que traer a colación también que AMLO ha puesto sobre la mesa la idea de que EEUU debe jubilar la “doctrina Monroe”, esa que decía “América para los americanos”, que considera el mexicano como un residuo de la Guerra Fría, y que debe ser sustituido por “una fraternidad” entre los pueblos.