El hiperactivo canciller del gobierno socialista mexicano, Marcelo Ebrard, factotum político del presidente Andrés Manuel López Obrador, siempre va pasos adelante cuando se trata de ir construyendo el nuevo eje rojo latinoamericanista, en el cual, claro, él y su jefe ocupan cada vez más un lugar privilegiado.
Ahora, en un evento con senadores del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), partido en el que milita, Ebrard insistió en su animadversión contra la Organización de Estados Americanos (OEA), presidida por Luis Almagro, a quien acusa de intervencionista.
Tal “intervencionismo” es una alusión muy clara al papel de la OEA como observador electoral en Bolivia, país del cual el gobierno mexicano salvó a Evo Morales, enviando un avión militar a su rescate.
El secretario de Relaciones Exteriores propuso decir “adiós” a la OEA y sustituirla por la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), organización que México aún preside, y en donde, hoy por hoy, no tiene presencia ni Estados Unidos ni Canadá -a diferencia de la OEA-.
Ebrard argumentó sus razones para rechazar tal instituto. “¿Cuál es la propuesta de México? Adiós a la OEA en su sentido intervencionista, injerencista y hegemonista y que venga otra organización que construyamos en acuerdo con Estados Unidos para el siglo XXI».
Y eso no fue todo. El canciller tuvo más para Almagro. Expresó no sin ironía que «alguien le tiene que mandar un oficio» para explicarle que «el mundo cambió» y que la OEA «no puede seguir siendo un instrumento de intervención».
Ebrard retoma la extraña propuesta “espada de dos filos” de López Obrador, planteada a fines de julio pasado, ante personeros de diversos países miembros de la CELAC, en donde el tabasqueño, palabras más, palabras menos, ofrecía apoyo a Joe Biden, a cambio de que se reste poder a la OEA de Almagro y de empoderar a la CELAC.
El respaldo ofrecido por el tabasqueño a Biden se ha interpretado como con visión electoral, ya que en Estados Unidos se celebran comicios intermedios el año próximo.
Ese es uno de los dos filos de la espada. El otro -lo dijo López-, se trata de unificar a México con Estados Unidos, y de paso al bloque socialista latinoamericano que construye con ahínco, para, nada menos y nada más, enfrentar a China e intentar mermar su nueva hegemonía. Extraña proposición luchar contra el Gran Dragón Rojo, se diría, viniendo de un Gobierno izquierdista.
Ebrard está desde hace tiempo alfombrando la cumbre de jefes de Estado de países miembros de la CELAC, que se llevará a cabo el 18 de septiembre en México, y dijo que ahí, su Gobierno -que mantiene un «excelente diálogo» con Estados Unidos-, buscará «facilitar que se pueda llegar a este acuerdo para otra arquitectura política en las Américas».
Ante los senadores, quien fuera jefe de Gobierno de la Ciudad de México de 2006 a 2012, y quien es recordado por sus pistas de hielo y sus “playas” populares en la urbe, además de por defender una agenda progresista, dijo que hay muy buena comunicación con la Casa Blanca, y que espera por ello su apoyo. Pero al mismo tiempo, reconoció que reactivará la relación de México con Palestina, así sea que eso cause «molestia» a los Estados Unidos.
La CELAC parece ir cobrando más empuje desde que México la preside hace poco más de un año. Cuenta como miembros a los 33 países de América Latina y el Caribe. Su misión es buscar gestionar una integración regional, incluyendo las áreas política, económica, social y cultural, de los países donde viven 600 millones ciudadanos.
En tanto, no se ha sabido de respuesta alguna por parte de Biden a la propuesta de López Obrador relacionada con darle apoyo latino en todo. El presidente mexicano no es de ideología tan woke como su canciller Ebrard, aunque en México cada día avanza más la despenalización del aborto, por ejemplo. Quien sí es cercano al grupo ideológico identificado con el globalismo, es Ebrard.
Nada asegura que la así llamada Cuarta Transformación reciba apoyo de Estados Unidos para desmantelar la OEA, ya que acaso Biden no considera a la CELAC como una entidad poderosa, pese a los esfuerzos mexicanos.
Cabe mencionar que el Brasil de Jair Bolsonaro no parece estar presente en la CELAC, al menos no activamente, lo cual refuerza la percepción de que los países cercanos a México dentro de la CELAC son sólo los izquierdistas: Argentina, Bolivia, Cuba, y Perú.
De lo que sí no hay duda es que, tratándose de sustituir la OEA por la CELAC y manejarla como casa del eje rojo latinoamericano construido por López y Ebrard, el discurso anti-imperislismo yanqui usado durante décadas por la izquierda al sur de Estados Unidos, así como la cercanía con China, han quedado totalmente fuera.