«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
SU ASESINATO EN EL CAPITOLIO HA CAÍDO EN EL OLVIDO OFICIAL

Ashli Babbitt: la olvidada víctima blanca que vale menos que George Floyd

Ashli Babbitt, asesinada por un tiro de la policía en el mal denominado asalto al Capitolio en Estados Unidos.

Los revoltosos a sueldo –Antifa y Black Lives Matter– están ya listos para quemar de nuevo las ciudades estadounidenses si el juicio, ahora en curso, contra Derek Chauvin, el policía acusado de provocar la muerte de George Floyd, acabara en absolución.

La muerte de un tiro a bocajarro de Ashli Babbitt, en cambio, no solo no se tradujo en la rotura de un solo cristal o siquiera en modestas marchas de protesta, sino que ni siquiera se conoce el nombre del perpetrador, solo que su caso ha sido sobreseído.

Hay vídeo, y creo que todos lo vimos. Ese ‘asalto’ a las sedes legislativas en Washington, por parte de supuestos ‘trumpistas’ desatados el pasado 6 de enero, fue automáticamente agigantado por los demócratas a la categoría de intento de golpe de Estado, y ahora se está dejando pasar porque la verdad que asoma, cada vez más clara, no coincide con el relato deseado.

El caso es que, durante esa confusa revuelta, una de las asaltantes, Ashli Babbitt, desarmada, fue abatida de un tiro por un oficial del Capitolio del que lo desconocemos todo. Y su muerte, esta sí directamente causada por un disparo, ha caído en el olvido oficial.

Hubo una investigación, llevada a cabo lejos de los focos, en el mayor secreto, en la que se concluyó que no había “evidencia suficiente para justificar la apertura de un proceso penal”. Leemos en el Wall Street Journal: “El oficial de policía que disparó y mató a Ashli Babbitt durante los disturbios del 6 de enero en el Capitolio de Washington no se enfrentará a cargos federales en relación a la citada muerte, según ha revelado el Departamento de Justicia. Los fiscales federales examinaron las grabaciones en vídeo vertidas en redes sociales, interrogaron al oficial y a otros testigos, reunieron pruebas de la escena del incidente y estudiaron los resultados de la autopsia. Basándose en esa investigación, los funcionarios determinaron que las pruebas para apoyar un proceso penal son insuficientes”, ha declarado el Departamento de Justicia en una nota en la que anuncia el cierre del caso”.

¿No ven nada raro en esto? Por un lado, tenemos el caso de un delincuente habitual, con problemas cardiacos congénitos y hasta arriba de fentanilo, que muere a poco de ser detenido mediante un procedimiento que podemos juzgar bárbaro -la rodilla sobre el cuello-, pero que es el habitual en caso de resistencia. El detenido acaba muriendo y se desatan protestas en una veintena de ciudades, con pillaje, incendios y violencia, letal en decenas de casos, con el aplauso de los demócratas y los medios. El policía implicado es acusado de homicidio.

Por el otro, una mujer sin antecedentes que, desarmada, es disparada a bocajarro con resultado de muerte. Y las autoridades deciden que no hay nada que ver aquí, sigan circulando, y ni siquiera se conoce el nombre del perpetrador.

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