«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
LA IZQUIERDA AMENAZA CON PROTESTAS SI VENCE LA CANDIDATA DE Fuerza Popular

Castillo vs Fujimori: una elección polarizada que decidirá si Perú cae o no en manos del comunismo bolivariano

Keiko Fujimori y Pedro Castillo, candidatos a la presidencia de Perú. Reuters

Keiko Fujimori (Fuerza Popular) y Pedro Castillo (Perú Libre) llegan a la segunda vuelta de las elecciones generales 2021 como dos candidatos que, no solo obtuvieron apenas un 13% y 18% de los votos en primera vuelta respectivamente, también generan un enorme rechazo entre la mayoría de peruanos, que deberán escoger -aterrados- este domingo 6 de junio entre quien apuesta por mantener el sistema de libre mercado pero arrastra el recuerdo de la dictadura de su padre, y quien propone cambiar la Constitución y aboga por una economía al estilo de los esbirros del chavismo, Evo Morales y Rafael Correa.

El antifujimorismo, clave en elecciones previas donde participó la lideresa de Fuerza Popular, es una “identidad política” muy fuerte y decisiva, sobre todo en el electorado más joven, alimentado por veinte años de narrativa en contra de todo lo que significó el gobierno autoritario de Alberto Fujimori (1990-2000), preso por delitos de lesa humanidad.

Sobre Keiko Fujimori también pesan las acusaciones en su contra por presuntos actos de corrupción –la justicia pide 30 años de prisión por presunto lavado de activos– y por su papel protagónico en la crisis política que sumió al Perú desde que, al perder las elecciones generales en 2016 contra el liberal Pedro Pablo Kuczynski, utilizara su mayoría parlamentaria para enfrentar al Ejecutivo, acción que le valió ser tachada como “obstruccionista”.

Por otro lado, el ultraizquierdista Pedro Castillo, docente y líder sindical con cero experiencia como gestor público, espanta a otro grupo importante de peruanos que no ven con agrado ni sus propuestas de expropiación e intervención en la economía, así como tampoco sus vínculos con grupos radicales de izquierda, inclusive aquellos que se encuentran fuera de la ley y evocan el también fatídico recuerdo de la guerra contra el terrorismo del Partido Comunista del Perú -Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), derrotados militarmente durante el fujimorato, justamente uno de los mitos en los que se sostiene Keiko Fujimori para ganar adeptos.

Los coqueteos entre Castillo y sus allegados -sobre todo el secretario general de Perú Libre, Vladimir Cerrón- con el dictador bolivariano Nicolás Maduro, su negación sistemática a condenar la tiranía y represión que sufre el pueblo venezolano, así como sus nexos con los líderes del Movimiento al Socialismo (MAS) que controla Bolivia, han terminado por convencer a antifujimoristas acérrimos como el premio Nobel Mario Vargas Llosa y el expremier Pedro Cateriano, que Keiko Fujimori, a pesar de todos los años que le han enfrentado políticamente, es la mejor opción, el “mal menor” en esta elección, una de las más polarizadas de la historia reciente, y que decidirá el futuro del Perú, y en parte, el de la región, desestabilizada por la izquierda que aspira con imponer la pesadilla castrista y chavista en todo el continente.

Una elección deslegitimada

Para el coronel (r) Juan Carlos Liendo, exjefe del Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE), tanto el voto a Keiko Fujimori como a Pedro Castillo generar un alto porcentaje de rechazo entre los votantes peruanos, y otra vez el antivoto -la orientación del votante, no a favor del candidato que le genera simpatía, sino en oposición al triunfo del candidato al que rechaza- protagoniza la segunda vuelta más importante de la historia reciente.

“Tanto el voto a Keiko Fujimori como a Pedro Castillo genera un alto porcentaje de rechazo extremo. Con respecto a Fujimori, además de ese alto porcentaje de rechazo extremo, hay un componente muy importante que señalar en sus votantes: no votan por ella, la escogen porque así impiden que gane el otro candidato. Además, el voto que podría hacerle ganar la presidencia a Keiko Fujimori no la legitima del todo, justamente por este enorme rechazo que tiene en la población. Ahora, buena parte de los que votan por Pedro Castillo no lo hacen por sus propuestas o ideas, es un voto de rechazo a la continuidad del sistema”, asegura.

Liendo advierte que, en una eventual victoria de Fujimori, los grupos que la rechazan encabezarían protestas urbanas denunciando un fraude electoral. En el caso que gane Castillo, la presión de parte de su círculo más cercano, compuesto por marxistas radicales como Cerrón y el congresista electo Guillermo Bermejo, imputado por militar en una organización terrorista, lo obligaría a hacer un cambio radical y violento en la estructura política, social y económica desde el primer día de gobierno.

En caso de que ganara Keiko Fujimori, se viene un proceso acelerado de protestas urbanas y rurales, en función a la alusión a un fraude o a la ilegitimidad del poder. Nos encontraríamos frente a una serie de protestas que tienen el objetivo de deslegitimar el régimen y avocar un nuevo cambio político. En caso ganara Castillo, enfrentaría dos escenarios complejos. Uno dentro de su agrupación política, entre quienes lo han llevado al poder, quienes, por el perfil ideológico del partido, van a exigirle un radical y violento cambio de estructura política, social y económica. Lo han llevado a la presidencia justamente para eso. Si Castillo no lo hace, va a enfrentar protestas que tendrán el objetivo de presionarlo para que lo haga. Además, Castillo va a enfrentar desde los otros poderes del Estado y los poderes fácticos, una seria oposición a llevar adelante sus intensiones de gobierno. Nos encontraríamos, a partir del 7 de junio, con un estallido de protestas, bloqueos de carreteras, toma de instituciones públicas e incluso invasiones a propiedad privada”, señala.

De acuerdo al especialista en relaciones internacionales, inteligencia y seguridad nacional, la reaparición de los remanentes terroristas marxistas-leninistas-maoístas que operan en el valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem) en el escenario político, amedrentando a quienes apoyan a Keiko Fujimori y critican abiertamente a Perú Libre, es una señal de que los principales grupos de izquierda radical se encuentran envalentonados por la posible victoria del candidato Castillo, y que exigirían en un eventual gobierno de este que se retiraran los efectivos policiales y militares de la zona que controlan, uno de los principales centros de producción de cocaína. De darse este escenario, ampliarían su zona de influencia hasta los principales yacimientos energéticos y mineros del sur andino. “Las asonadas de estos grupos tienen como finalidad asegurar su presencia en el Vraem como elemento de fuerza para el control de las actividades del narcotráfico. Aseguran su presencia como la fuerza que regula las relaciones de seguridad dentro de la zona más fuerte del narcotráfico en el Perú, y proyectan su influencia política sobre Castillo a través de las organizaciones fachada de Sendero Luminoso que lo han llevado al poder. Ellos están dando el mensaje, y continuarán dándolo y presionarán luego, si gana Castillo, para ser parte del poder, y que no afecten su área de influencia, su zona de acción. Y esto está verificado con las propuestas de Cerrón y Bermejo, para que la DEA deje el país y las fuerzas militares peruanas abandonen la zona de producción de droga. En caso ganara Keiko Fujimori, estos grupos fuera de la ley van a sumar a grupos cocaleros a su lucha, manipulando a las comunidades campesinas con el propósito de avanzar hacia el corredor minero del sur y ampliar su influencia. El escenario es bastante complicado”, advierte.

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