En su Historia de la Guerra del Peloponeso, el general e historiador Tucídides resume la causa del conflicto del modo más simple posible: el temor de Esparta ante el crecimiento en influencia y poder de los atenienses hizo inevitable la guerra.
Los militares chinos leen a Tucídides, e incluso le citan, como ha hecho el segundo por debajo de Xi Jinping, el General Xu Qiliang, uno de los 25 miembros del Politburó. “Frente a la ‘trampa de Tucídides’ y los problemas fronterizos, nuestro ejército debe acelerar el incremento de su capacidad“, ha dicho, según el South China Morning Post. “Debemos realizar avances revolucionarios en métodos y capacidad de combate y poner cimientos sólidos para la modernización del ejército”.
Desde su despegue económico postmaoísta con la apertura al capitalismo (“con características chinas”) bajo Deng Xiaoping, quien anunció que “enriquecerse es glorioso”, China ha estado creciendo a un ritmo formidable, prefiriendo comerciar mientras la hiperpotencia estadounidense, que había quedado vencedora sobre la lona por K.O. del contrario soviético, se embarcaba en innumerables guerritas imperiales imposibles de ganar, que se eternizaban y debilitaban al gigante americano.
China, pese a las constantes alarmas que han hecho sonar los observadores en Estados Unidos, no tiene, en principio, la menor intención de buscarle las cosquillas a Washington. ¿Para qué? La relación de fuerzas todavía favorece abrumadoramente a Estados Unidos, la victoria china sería más que improbable, sino directamente imposible. Centrándose en el comercio, en cambio, podía seguir enriqueciéndose mientras su ahora rival se desangraba en incontables conflictos por todo el planeta. Y si algo saben hacer los chinos es esperar.
Podrían, si quisieran, colgar de la Plaza de Tiananmen un cartel como el que saludó a Bush hijo en su momento, ‘Mission Accomplished’, misión cumplida. China le vende todo a todo el mundo, pero muy especialmente a América, que depende de los suministros orientales para las necesidades más elementales de su industria. Se han quedado, además, con las fábricas de las principales multinacionales norteamericanas, con las que están a partir un piñón, y han hecho llover una cantidad obscena de dinero sobre los puntos neurálgicos del país: universidades, Hollywood, medios de comunicación y partidos políticos. Por resumir: Estados Unidos está lleno de chinos, China no está llena de estadounidenses.
Pero si hay un refrán falso en geopolítica es ese de que “dos no discuten si uno no quiere”. Y aquí entra la ‘trampa de Tucídides’: Estados Unidos está asistiendo al ascenso imparable de China y podría temer que, si no ataca ahora, pronto será demasiado tarde.
Al menos, es como ve las cosas el general Xu, quien recordó que ya el PIB chino representa más del 70% del PIB norteamericano. “Esto significa que estamos en la posición clave de un nuevo capítulo de búsqueda de fuerza”. Dicho de otro modo: aunque China prefiera, al menos por el momento, ser el ‘chino’ del planeta, abierto las 24 horas, si creen que Estados Unidos va a ir buscando pelea, mejor estar preparados.
Pero la llamada ‘trampa de Tucídides’ no es el único fenómeno que puede precipitar una guerra no deseada por ninguna de las partes. Hay otro, el mismo que llevó a Alemania a declarar la guerra a Rusia en la Primera Guerra Mundial, y que es exactamente el que quiere activar el General Xu: prepararse para la guerra.