«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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MENOS DE DOS SEMANAS PARA LAS PRESIDENCIALES

Contadme: ¿ha sacado Trump el disco duro de Hunter en el debate de anoche?

En muchos, muchísimos sentidos, estamos viviendo una reedición de la pasada campaña. Y, asombrosamente, los medios, como decía Talleyrand de los Borbones, no han olvidado nada ni han aprendido nada.

Si recuerdan, en aquella campaña Trump tuvo en contra a todo el mundo, desde los servicios secretos a los ejecutivos de las grandes multinacionales, pasando por los gigantes de los medios, Wall Steet, Hollywood, buena parte del propio Partido Republicano y lo que ustedes quieran. Caramba, solo hay que recordar un poco. Hillary era la ‘inevitable’ ganadora, y partía con unos fondos de campaña sustancialmente menores.

La estrategia de Trump fue brillante. Gastó la mayor parte de su presupuesto de propaganda en gorras, porque no iba a necesitar comprar cuota de pantalla: se la iban a dar gratis sus enemigos. Y así fue: CNN y compañeros mártires no podían resistir la tentación de sacarle a todas horas porque todo lo que tenía relación con él disparaba la audiencia y porque tenían la loca idea de que sus declaraciones harían que todo el mundo le odiase.

La segunda parte de su estrategia fue hablar directamente a los americanos, sin usar los medios como intermediarios hostiles, mediante un uso muy hábil y continuo de las redes sociales, especialmente Twitter. Por primera vez, un presidente se desembarazaba de la tutela de los periodistas para dirigirse al pueblo.

Y los medios, también lo recordarán, cometieron todos los errores imaginables y algunos más. Lo demás es historia.

Pero una historia que estamos viendo repetirse, aumentada. Tenemos a los mismos enemigos, la misma descompensación financiera entre ambas campañas, las mismas encuestas dando por ganador al rival de forma unánime… Todo muy ‘déjà vu’.

Las grandes redes sociales se juramentaron en un pacto de ‘nunca mais’, y una vez más, el tiro les ha salido por la culata: su intento por censurar información perjudicial para Biden ha resultado en que todo el mundo conozca esa información más la noticia no demasiado agradable de que las plataformas les niegan acceso a noticias publicadas por fuentes convencionales, en este caso el New York Post.

Ahora le toca a la tele, concretamente a la CBS. El programa informativo más visto de Estados Unidos, 60 Minutes, hizo una entrevista al presidente que luego no ha permitido que este reemita. Es no conocer a Trump. El presidente prometió emitir íntegra, sin editar, la entrevista con Lesley Stahl, de la que tuiteó: “Miren el sesgo, el odio y la grosería de 60 Minutes y la CBS”.

La entrevista no tiene desperdicio y es tal como la describe Trump, es decir, sesenta minutos de intentos de ridiculizar al presidente, que no se cortó un pelo en decírselo a la cara a la entrevistadora.

Cuando lean esto ya se habrá producido el segundo y último debate de los candidatos que, déjenme adivinar, quedará muy animado con las referencias al disco duro de Hunter Biden -aunque harán lo imposible para dejarlo fuera- y el Covid. La novedad de este encuentro está en el botón de silenciar: el moderador podrá quitar el sonido del micrófono de cualquiera de los dos contendientes cuando considere que está superando el tiempo de respuesta o entrando en asuntos que se hayan pactado dejar fuera.

Sinceramente, los demócratas tendrían que rezar para que el moderador nunca apriete el botón cuando esté hablando Trump. Nada podría favorecer más a las posibilidades del presidente que el hecho de que el pueblo norteamericano vea a su presidente silenciado por un periodista. Sería todo un símbolo.

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