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alcaldes y generales chavistas han pagado las consecuencias

Destituciones, encarcelamientos y operativos policiales: Maduro acelera una purga en las filas chavistas

El tirano venezolano, Nicolás Maduro. Europa Press

El tirano Nicolás Maduro ha anunciado recientemente el comienzo de una campaña de “lucha” contra la corrupción en Venezuela. La operación “mano de hierro” se ha convertido en el último invento del líder chavista para, supuestamente, dar al traste con las irregularidades que funcionarios de su régimen están cometiendo, aprovechándose de sus posiciones de poder.

Así, en las últimas semanas han caído detenidos o han sido removidos de sus cargos varios chavistas, tanto civiles como militares. La tiranía roja, que ahora señala la corrupción como el más deleznable de los delitos, ha emprendido así lo que luce como una razzia sin cuartelen sus filas.

La primera en dar paso al escándalo fue una joven alcalde del estado Zulia (occidente), quien mientras transitaba por el estado Falcón fue aprehendida por cuerpos de seguridad del Estado en un vehículo con varias panelas de cocaína a bordo. Keyrineth Fernández fue expuesta ante la opinión pública por el propio chavismo y posteriormente trasladada a Caracas, donde un tribunal la imputa por el delito de tráfico ilícito de sustancias estupefacientes y psicotrópicas.

Luego, en el oriente del país, resulta detenido otro alcalde. Se trata de Carlos Rafael Vidal, quien junto a otros funcionarios chavistas termina siendo aprehendido por encabezar una red de tráfico de gasolina en el estado Anzoátegui. Vale recordar que en Venezuela subsisten los problemas de combustible, en un contexto en el que el Estado mantiene unas estaciones de servicio en donde se expende gasolina a precios subsidiados (menos 0,01 euros por litro), gasolina que realmente termina siendo trasegada en gran parte a través de mercados negros administrados por funcionarios que manejan discrecionalmente dichas estaciones de servicio.

En medio del caso que involucra a Vidal cae también detenido un excalcalde chavista. Daniel Haro Méndez había fungido como burgomaestre en otro municipio del propio estado Anzoátegui y termina vinculado a la supuesta red de tráfico de combustible creada en la entidad oriental del país. Jerarcas chavistas como el fiscal general, Tarek William Saab, hicieron de pleno conocimiento público la detención de ambos funcionarios, señalando lo inmoral e indecente del proceder de sus camaradas.

Pero el asunto no termina allí. El escándalo por la supuesta red de contrabando de combustible también incorpora a personajes del mundo militar. Así, el general de división Marco Tulio Álvarez resulta detenido por el caso que involucra a los dos alcaldes. Álvarez se desempeñaba hasta el momento de su captura como jefe de la Zona Operativa de Defensa Integral (ZODI) en el estado Anzoátegui. Las ZODI se han convertido en distribuciones geográficas creadas por Maduro para mantener vigiladas militarmente a distintas zonas del país sudamericano.

En el estado andino de Trujillo (occidente) también resultó removido de su cargo un general que comandaba a la ZODI de la región, Lenin Guillermo Herrera. La destitución de Herrera se ampara en la argumentación de la existencia de presuntas redes de tráfico de combustible en la entidad. Una sucesión de hechos que parece demasiado sospechosa para ser casualidad.

Este martes se conoció además que en el estado Aragua (norte-centro) fue abatido por grupos policiales el peligroso criminal Carlos Luis Revette, conocido popularmente como “El Koki”. El delincuente encabezaba una megabanda dedicada al secuestro, la extorsión y la venta de drogas que por muchos años controló la Cota 905, un corredor vial que atraviesa todo el oeste de Caracas. Se encontraba prófugo desde que el año pasado protagonizó unos sucesos en los que puso a esta zona en vilo durante varios días; todo ello al disparar armas de guerra a plena luz del sol en calles y avenidas, minimizando así el ya mancillado prestigio de los cuerpos de seguridad del Estado venezolano. El Koki construyó su poder a la sombra de pactos de trastienda con el aparato de poder chavista que ahora, por alguna extraña razón, decidió no seguirle perdonando la vida.

¿Es que acaso Maduro no sabía que existen gigantescas bandas dedicadas al narcotráfico en Venezuela? ¿Es que acaso el número uno del chavismo no sabía que sus funcionarios aprovechan sus posiciones de poder para traficar con “cupos” de gasolina subsidiada en el país caribeño? ¿Es que acaso quien encabeza la revolución desconoce el hecho de que la mayoría del aparato militar de la nación sudamericana basa su accionar en la corrupción?

Obviamente que todos estos problemas no han surgido de la noche a la mañana. Y Maduro lo sabe. La pregunta, en todo caso, tiene que ver con el por qué ha decidido el tirano venezolano ponerle el cascabel al gato justo en este momento.

Y allí se abre un espacio inmenso a las interpretaciones y los análisis, pero al voleo podría pensarse en varias cosas: por una parte, a través de una fachada de “adecentamiento” de la gestión pública, Maduro estaría buscando reconocimiento internacional, esto al vender la imagen de que Venezuela ya no es más un Estado fallido, y de que en el país sudamericano opera la justicia y se combate la ilegalidad. Pero por la otra, el momento político también parece indicar que el dictador venezolano estaría aprovechando la ocasión para poner orden en casa y ejecutar, como cualquier mandamás de una nación comunista, el típico proceso de purgas, con miras a reajustar los grupos de poder y el reparto de las actividades criminales que hacen vida dentro de la “revolución”.

Se trata, en todo caso, de acontecimientos en pleno desarrollo, que habrá que observar muy de cerca…

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