De sus sedes descuelgan hoy banderas arcoíris y lazos morados. Cualquier causa es buena si ésta ignora al trabajador, y poco importa que esta semana se hayan alcanzado los 700 euros el MW/h, el litro de gasolina cueste dos euros y el aceite de oliva esté un 30% más caro que hace un año. En situaciones normales las calles arderían, pero a estas alturas a nadie le puede sorprender la desaparición de los sindicatos mayoritarios UGT y CCOO en mitad de la crisis.
Se trata, desde luego, de un silencio comprado a muy buen precio. El Gobierno, ajeno a la realidad que no sea la de su propaganda, aumentó hace unos días un 18,3% las subvenciones anuales a las organizaciones sindicales, que este año pasan de 13,8 millones a 17 millones. En 2021, la subida fue aún más generosa, del 56%: de 8,8 millones a 13,8. Un maná inagotable que compra voluntades y apuñala los intereses de los trabajadores a los que UGT y CCOO dicen representar.
El trato preferencial a los sindicatos apuntala su condición de pata imprescindible del sistema, algo que no discute ni la prensa, quizá porque no se encuentra legitimada para cuestionar vicios mutuos. Un lobo siempre huele a otro lobo, de modo que al comienzo de la pandemia los periódicos de papel -luego las televisiones- fueron agraciados con un maná de cinco millones de euros (“Salimos más fuertes”) a cuenta del Ministerio de Sanidad. Con sindicatos y medios de comunicación comprados, el español medio paga la fiesta mientras no llega para afrontar la factura de la luz, el gas, hacer la compra y llenar el depósito de gasolina.
Estas inyecciones de dinero a sindicatos y medios de comunicación demuestran dos cosas. La primera es la absoluta impunidad de la que goza la izquierda, que sabe que puede hacer lo que quiera -como de hecho sucede- en situaciones límite como esta sin que caiga un mísero papel al suelo en caso de que alguien tenga el mal gusto de salir a la calle a desestabilizar en un momento así. Por experiencia sabemos que todo sería diferente si quienes gobiernan estuvieran en la oposición, pues de haber tenido España un Gobierno de signo contrario en estos años de crisis, es muy probable que ya hubiera sido derribado. Semanas de disturbios y manifestaciones habrían cambiado el escenario y la violencia ejercida sería legítima indignación para los medios de comunicación que marcan los tiempos y dictan el marco que toca en cada momento («no seamos alarmistas», dijeron para llegar a la manifestación del 8-M; «aplaudamos a las ocho de la tarde a los sanitarios», dijeron cuando morían 2.000 españoles al día). Esta es exactamente la definición de poder, del poder de verdad, que se ejerce, sobre todo, para marcar distancias con los de abajo. Esto lo sabe la izquierda, que manda aunque esté en la oposición.
La segunda conclusión de este aumento de las subvenciones es el proceso de distanciamiento entre élites y pueblo, algo que padece la clase política y que no es ajeno a los sindicatos. Subvencionados con dinero público, CCOO y UGT dependen del Estado y actúan, según convenga, como gasolina o agua fría entre los trabajadores y el Ejecutivo. Si UGT se alinea con el PSOE, CCOO lo hace con los comunistas, algo que explica que sus posicionamientos vayan de la mano de estos partidos sin temor a que el PP les retire las subvenciones cuando gobierna.
Este monopolio de la calle, plata o plomo permanente con el que la izquierda amenaza la paz social cuando le conviene, lo encarna hoy como nadie Yolanda Díaz. La ministra de Trabajo recordó a VOX en diciembre quién manda en las calles: «Si algún día llegan al Gobierno tendrán huelgas y manifestaciones masivas». Un chantaje comprado con el dinero de los trabajadores (CCOO y UGT han recibido 87 millones en la última década, un 56% más desde que Yolanda Díaz es ministra).
El historial de huelgas generales convocadas desde la Transición explica el uso de los sindicatos como herramientas al servicio del poder. Felipe González sufrió cuatro en 14 años de Gobierno, Aznar dos en 8 años y Rajoy tres en 7 años. La UCD recibió la primera en 1978 y la segunda en 1981 tras el fallido golpe de Estado del 23-F. Es decir, el PSOE ha gobernado 25 años (González, Zapatero y Sánchez) y ha recibido seis huelgas (una cada 4,1 años), el PP ha gobernado 15 años y ha recibido cinco (una cada 3 años) y la UCD gobernó 5 años recibiendo dos huelgas (una cada 2,5 años).
Sorprende que con la actual crisis en España la última huelga general se produjese en 2018 mientras que en Francia se han convocado nueve huelgas generales en los últimos 2 años.
A continuación, el historial de huelgas generales convocadas en España desde 1978:
1. Huelga general de 1978 (Gobierno de la UCD). Celebrada el 5 de abril de 1978, fue convocada por la Confederación Europea de Sindicatos y secundada por UGT, CCOO y sindicatos de 28 países europeos. Se protestaba contra el alto porcentaje de desempleo en Europa (un irrisorio 5% si lo comparamos con el 13% actual en España).
2. Huelga general de 1981 (Gobierno de la UCD). UGT y CCOO convocaron los paros masivos tras el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981.
3. Huelga general de 1985 (Gobierno del PSOE). Celebrada el 20 de junio de 1985, fue convocada por CCOO contra la reforma de las pensiones. A la misma se adhirieron USO, CNT, ELA-STV e INTG, y provocó la dimisión del ministro de economía Miguel Boyer.
4. Huelga general de 1988 (Gobierno del PSOE). Celebrada el 14 de diciembre de 1988, fue convocada por CCOO y UGT contra la reforma laboral de Felipe González.
5. Huelga general en España de 1992 (Gobierno del PSOE). Celebrada el 28 de mayo de 1992, fue convocada por CCOO y UGT contra la reforma del subsidio de desempleo.
6. Huelga general de 1994 (Gobierno del PSOE). Celebrada el 27 de enero de 1994, fue convocada por CCOO y UGT contra la reforma laboral.
7. Huelga general de 2002 (Gobierno del PP). Celebrada el 20 de junio de 2002, fue convocada por CCOO y UGT contra la reforma del subsidio de desempleo realizada por José María Aznar. Se sumaron los sindicatos minoritarios.
8. Huelga general de 2003. (Gobierno del PP). Celebrada el 10 de abril de 2003, fue convocada por UGT y las federaciones de CCOO no por un tema que afectara a los trabajadores, sino por una cuestión esencialmente política: la guerra de Irak. CGT y CNT alargaron la huelga a 24 horas.
9. Huelga general de 2010. (Gobierno del PSOE). Celebrada el 29 de septiembre de 2010, fue convocada por CCOO, CGT y UGT contra la reforma laboral, la reducción salarial en el sector público y la congelación de las pensiones. España sufría entonces un paro de más de cuatro millones.
10. Huelga general de 2011 (Gobierno del PSOE). Convocada el 27 de enero de 2011 por ELA, LAB, CIG, CGT y CNT, entre otras, en Cataluña, Galicia, País Vasco y Navarra, y con manifestaciones en el resto de España contra la reforma de las pensiones.
11. Huelga general de 2012 (Gobierno del PP). Convocada el 29 de marzo de 2012 por ELA, LAB, USO, CIG, CUT, CSI, CGT, CNT, CCOO y UGT, entre otras, en toda España contra la séptima reforma laboral aprobada el 19 de febrero.
12. Huelga general de 2012 (Gobierno del PP). Celebrada el 14 de noviembre de 2012 por los sindicatos mayoritarios UGT y CCOO y otros como USO, CIG, CGT, CNT, CUT, Intersindical-CSC, Intersindical Valenciana, SIME y COS, entre otros, contra las políticas de austeridad del Gobierno de Rajoy.
13. Huelga general de 2018 (Gobierno del PP). Hito en la historia de España: distintas asociaciones feministas convocan una huelga laboral de 24 horas el 8 de marzo (Día internacional de la mujer) a la que se suman los sindicatos CCOO, CGT y CNT.