Nadie entiende quĆ© es el peronismo. Y ese Ā«nadieĀ» incluye a muchos argentinos. Y menos, por quĆ© sigue teniendo un robusto caudal de votos a pesar de los males que se le imputan, todos probados, por cierto.Ā
En esencia, porque el peronismo puede ser todo, hasta los opuestos. El peronismo ha sido descripto como un rĆ©gimen autoritario, y es correcto; populista, y tambiĆ©n es correcto. Se dice que el peronismo tiene componentes de derecha y es verdad; que impulsó el terrorismo marxista y lo acogió en su seno, y tambiĆ©n es verdad. SegĆŗn quĆ© peronista hable, es moderado o fanĆ”tico, creyente o ateo, se encomienda a la Virgen o quema iglesias. Depende el pasaje de su administración que se estudie ha privatizado empresas o las ha nacionalizado; abre la economĆa o es proteccionista; persigue opositores o defiende la libertad de opinión; fue refugio de jerarcas nazis, es complaciente con el terrorismo islĆ”mico, indulta guerrilleros, abraza a los dictadores latinoamericanos mĆ”s repudiables y adhiere a la doctrina de la seguridad nacional, una suerte de militarización de las instituciones. Nada de esto es una exageración sino apenas una descripción histórica del sinuoso trayecto que desplegó el peronismo desde 1943 cuando, a partir de un golpe militar del que participó, Juan Domingo Perón inició la construcción de su carrera polĆtica y de su imagen pĆŗblica.
El peronismo es tan camaleónico que debió describirse a sĆ mismo como Ā«movimientoĀ» porque sus fronteras desbordan la noción de partido polĆtico.Ā
El peronismo siempre ha intentado desconocer su parentesco con el kirchnerismo; sin embargo, es imposible negar la raĆz que comparten
AĆŗn asĆ, con sus enormes contradicciones y su inmoralidad genĆ©tica, o tal vez por ellas, el peronismo sigue teniendo seguidores.Ā Es tan heterogĆ©neo que abarca casi todas las conductas y casi todas las ideologĆas. EstĆ”n los peronistas de Perón, los históricos que lo veneran a pesar de sus probados vicios personales y de orden pĆŗblico y pese a la condena mundial que recibió tras su paso por la administración del paĆs. Es curioso lo que pasó con su figura: Argentina y occidente celebraron su caĆda porque significaba la recuperación de la libertad para la gran nación de AmĆ©rica del Sur. Pasados los aƱos el mundo mantiene el mismo juicio sobre dictador y sobre el peronismo, y en la Argentina se reescribió la historia, al punto de convertirlo a Ć©l en un prócer y a su ideario, en una receta de aplicación polĆtica. Esto habla del peronismo pero tambiĆ©n de los argentinos.Ā
Son los mismos argentinos que rogaban por terminar con el baƱo de sangre que el terrorismo ocasionó en el paĆs durante los aƱos 70 y que luego denostaron a las fuerzas armadas que llevaron adelante el combate contra los agresores, a la par que toleran que se les paguen millonarias indemnizaciones a los guerrilleros, se los homenajee y asuman cargos con gravitación polĆtica mientras se encarcela de por vida a quienes los combatieron cumpliendo órdenes del poder polĆtico. En ningĆŗn otro paĆs del planeta sucedió algo asĆ. Hubo crĆticas y hasta condenas judiciales sobre casos especĆficos de mal desempeƱo pero no repudio a quienes evitaron que se consumara el plan de establecer un sistema marxista en la Argentina. Hecha esta reflexión, podemos continuar con las variantes de peronismo.Ā
Hacia mediados del Siglo XX la pobreza en Argentina no superaba el 3% de la población; en la actualidad alcanza el 50Ā
AdemĆ”s de los históricos, estĆ”n los menemistas, una suerte de peronismo de libre mercado cuya mayor cualidad fue el pragmatismo. Tras recibir del radicalismo un paĆs empobrecido y atrasado el presidente Carlos Menem remató empresas del Estado, con lo que obtuvo una liquidez considerable, al tiempo que perfilaba una economĆa de monopolios y oligopolios privados, curiosamente construida alrededor de empresarios amigos del poder.Ā
Fueron los aƱos en que, a la par de la excitación general por la abrupta recuperación económica que se producĆa mĆ”gicamente y sin esfuerzo alguno, crecĆan la deuda pĆŗblica, la corrupción polĆtica y el deterioro institucional. Porque mientras los ciudadanos viajaban al exterior, compraban autos y consumĆan artĆculos importados, el poder polĆtico arrasaba con las normas que habĆan contribuido a hacer de la Argentina la potencia que fue, empezando por la Constitución Nacional, que reformó con objetivos de corto plazo y netamente electoralistas. Para cuando el menemismo dejó el poder, la recuperación económica crujĆa y las instituciones habĆan sido asaltadas por objetivos polĆticos de corto plazo y trascendencia nula. Las Fuerzas Armadas, la justicia y la educación fueron los principales objetivos y sobre los tres el daƱo producido facilitó el camino para la estocada final.Ā
Para completar la galerĆa de decadencias, el Siglo XXI se estrenó con el kirchnerismo a nivel nacional ya que ellos y sus modos de gestión eran conocidos en la provincia de Santa Cruz, donde NĆ©stor Kirchner habĆa desempeƱado distintos cargos dentro de la burocracia estatal.Ā El peronismo siempre ha intentado desconocer su parentesco con el kirchnerismo; sin embargo, es imposible negar la raĆz que comparten y la mezcla de funcionarios en todas las ocasiones en que gobernaron. El entonces gobernador NĆ©stor Kirchner festejó la privatización de la petrolera YPF y recibió en su provincia al presidente Menem para agradecerle calurosamente la operación. Es falso que el kirchnerismo no es peronismo; es peronismo de Perón y de Menem. En los negocios y negociados los peronistas son uno. La Ćŗnica diferencia entre ambos es su elitismo: el kirchnerismo elige quiĆ©n puede subirse a su colectivo y quiĆ©n no, a diferencia de los otros peronismos que admiten adherentes sin lĆmite alguno. Esta curiosidad le ha costado enemigos innecesarios que hubiesen acompaƱado su gestión y que por haber sido despreciados hoy son oposición. Esto indica que hay mĆ”s kirchneristas que los declarados a viva voz.Ā
Hay tres conceptos cuyo valor el peronismo no entiende: libertad, incentivos y expectativas
La respuesta al enigma Ā«Por quĆ© sobrevive el peronismoĀ» tiene dos patas que se relacionan: el asistencialismo y el deterioro de la educación. Las medidas que suelen poner en marcha las administraciones peronistas tienen eje filosófico en el estado de bienestar, una quimera que induce a intervenir en los procesos productivos para torcer el normal desenvolvimiento de la economĆa. En lugar de crear riqueza, logran una desconfianza que se traduce en escasa inversión. La Argentina acumula dĆ©cadas de imprevisibilidad, gran enemiga del capital. El Estado peronista, entonces, soluciona la carencia de trabajo genuino con empleo pĆŗblico y planes sociales. La receta es demagogia y populismo aunque los resultados estĆ©n lejos del Ć©xito: de los 77 aƱos que van de 1945 a 2022 el peronismo gobernó 36 aƱos; eso significa casi el 50% de ese largo perĆodo en el que la pobreza y la deserción escolar escalaron de forma escandalosa. Hacia mediados del Siglo XX la pobreza en Argentina no superaba el 3% de la población; en la actualidad alcanza el 50.Ā
Hay tres conceptos cuyo valor el peronismo no entiende: libertad, incentivos y expectativas, posiblemente porque los tres tienen que ver con el libre albedrĆo. En su afĆ”n intervencionista desconoce el valor de la elección instintiva, el poder de los incentivos y la influencia de las expectativas en la toma de decisiones. Y cuando altera el desenvolvimiento espontĆ”neo de la oferta y la demanda, altera negativamente el comportamiento económico de los individuos, neutraliza la vocación empresaria a la inversión, lo que redunda en escasez de empleo, y desemboca en una desconfianza generalizada sobre el futuro.Ā
En paralelo a ese clima enrarecido, la sociedad fue adoptando un perfil indeseado: clases socio-económicas muy diferenciadas que intentan, respondiendo a la naturaleza misma del ser humano, sobrevivir de la mejor manera de acuerdo con sus posibilidades. Se resiente el contrato social y cada uno busca āsalvarseā.
Los sectores mĆ”s acomodados mantienen su nivel de vida, mientras que el Estado sale a auxiliar a la base de la pirĆ”mide, que se ensancha dĆ©cada tras dĆ©cada.Ā
Esa brecha se vuelve infinita y tiene consecuencias devastadoras: aniquila a la clase media, nervio y mĆŗsculo de una sociedad, a la que le resulta imposible progresar, y aumenta la dependencia de los mĆ”s pobres respecto del Estado. AsĆ se instaló un cĆrculo vicioso del que la Argentina no pudo salir.
El peronismo primero empobrece y luego embrutece. Quien no aprende a pensar no aprende a elegir
Cuando Juan Domingo Perón incentivó el asentamiento de población de las provincias en la periferia de la ciudad de Buenos Aires, se inauguraron las llamadas Ā«villas miseriaĀ», barrios de emergencia en lo que se carecĆa de todo. Sin embargo, las casas se hacĆan con barro y cartones. Eso indicaba que eran lugares de paso, que sus pobladores las consideraban una escala hacia un destino mejor. En la actualidad y hace ya varios aƱos, las construcciones en esos barrios son de cemento y ladrillo. Hoy se volvieron definitivas. No son mĆ”s de trĆ”nsito; son un destino.
La otra lĆ”pida que ahoga a la sociedad y mantiene vivo al peronismo es la deficiencia endĆ©mica de la educación pĆŗblica. Quienes pueden costear instituciones privadas para sus hijos, los menos, les dan acceso a preparación de calidad. Pero la enorme mayorĆa de los padres ha perdido tambiĆ©n la libertad de elegir el tipo deĀ educación que quiere para sus hijos y la escuela pĆŗblica se vuelve el Ćŗnico recurso de un pueblo indigente. Pero en esa escuela se instruye poco y se adoctrina mucho, con programas pergeƱados en el escritorio de un burócrata populista y Ā«liberprogreĀ» que se cree revolucionario porque impone el mal llamado lenguaje inclusivo mientras la escuela muta su función primaria de impartir conocimientos a comedor popular, donde los niƱos y a veces no solamente ellos, asisten en busca de saciar el hambre que pasan en sus casas.
De allà egresan jóvenes mal preparados para el mundo que les toca vivir, que luego no encuentran trabajo porque estÔn sub-calificados y van acumulando frustración y resentimiento.
Entonces, cuando usted escuche una noticia sobre la Argentina, seguramente mala, no maldiga a los millones de individuos que votan mal. Recuerde que el peronismo primero empobrece y luego embrutece. Quien no aprende a pensar no aprende a elegir y quien no sabe elegir, no es libre. Millones de seres humanos sin libertad de aprender y elegir vienen naciendo en la Argentina desde la aparición del peronismo; no todos pero gran parte de ellos, condenados a una existencia miserable, obra de una pĆ©sima estructura socio-económica enquistada que no brinda oportunidades de ascenso virtuoso ni movilidad social. No critique a los argentinos que se suicidan en cada elección; sienta alivio por los que pueden abandonar el paĆs y salvarse, como pasa desde hace dĆ©cadas en las dictaduras empobrecedoras de la región, y sienta piedad por quienes quedan atrapados definitivamente en la perversa telaraƱa peronista.