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DESMONTANDO LA LEYENDA NEGRA

El escritor Iván Vélez presenta su libro ‘Torquemada, el gran inquisidor’

Portada del Libro 'Torquemada, el gran inquisidor' de Iván Vélez

El escritor y colaborador de La Gaceta de la Iberosfera, Iván Vélez, presentará el próximo sábado 12 de diciembre, a las 19.00 horas en la Librería Tercios Viejos (María Panes, 4) su último libro «Torquemada. El gran inquisidor. Una historia del santo oficio», publicado por La Esfera, en un acto en el que también intervendrá el librero Rafael Rodrigo.

Iván Vélez, director de DENAES | Fernando Díaz Villanueva
Iván Vélez

Se acaban de cumplir 600 años del nacimiento de Tomás de Torquemada en una pequeña localidad palentina cuyo nombre se asocia irremediablemente al fanatismo y la intolerancia. Una figura imprescindible para entender la historia española, pero en cuyo VI centenario no se prevé conmemoración alguna, pues el fraile dominico concentra toda la Leyenda Negra adscrita a la Inquisición española. Poco se sabe realmente del primer inquisidor general de los reinos dominados por los Reyes Católicos y, sin contribuir tampoco a un proceso de blanqueamiento, Iván Vélez ha tratado de reconstruir el contexto histórico en el cual fue posible el crecimiento de Torquemada y el alcance y sentido que tuvo la institución a la que consagró gran parte de su vida.

La popularidad del protagonista de este ensayo contrasta con la falta de materiales historiográficos. «Ni los cronistas de su orden ni los historiadores del siglo XVI, pudieron reunir algo más que unas características —austeridad, severidad— que, de hecho, daban forma al arquetipo propio de la Orden de los Predicadores. En aquellos escritos, fray Tomás aparece cubierto por ropas raídas, alimentado con frugalidad y yacente sobre una tabla que le servía de lecho. Ensalzado en su momento por esas plumas, el retrato de Torquemada adquirió tonos más sombríos con el paso de los siglos».

En estas condiciones, el autor se acerca a la figura de Torquemada. El gran inquisidor a través de la institución en la que dejó su impronta, la Inquisición española, resultante de una serie de procesos que cristalizaron en 1478, con la emisión de la bula papal Exigit sincerae devotionis affectus. «Aunque no cabe atribuir a Torquemada todas las características del Santo Oficio, es evidente que durante la etapa en la que el prior de Santa Cruz fue inquisidor general, la Inquisición estableció sus tribunales territoriales y se redactaron varias Instrucciones que sirvieron para dar comienzo a su actividad depurativa. Apoyado en ellas, el tribunal de la fe encausó a muchos de aquellos que habían transitado, con un mayor o menor grado de sinceridad, desde el judaísmo al cristianismo. Algunos pagaron con su vida, otros vieron truncadas sus trayectorias, circunstancias que, sin duda, contribuyeron a la configuración de un retrato negativo de Torquemada, elaborado, en gran medida, desde esas filas».

«En el lado contrario –prosigue Vélez– una gran mayoría de españoles se mostró partidaria de una Inquisición que nació para extirpar la herejía y que centró su actividad punitiva en un colectivo, el de los conversos, que provocaba enormes recelos en los más variados ámbitos. Fray Tomás de Torquemada, que debe cargar con una responsabilidad compartida con muchos otros personajes de su época, entre ellos, singularmente, los Reyes Católicos, a propósito del establecimiento de la Inquisición, actuó en la fase más represiva, convirtiéndose en un modelo para sus sucesores».

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