«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
La Gaceta de la Iberosfera
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
CEDEN ANTE LAS SOLICITUDES DEL SECTOR

El partido de Duque propone complicar el comercio para la industria textil colombiana

Fuente: Virgil Cayasa - Unsplash
Fuente: Virgil Cayasa - Unsplash

En distintas ocasiones, Isabel Cristina Cadavid, representante del sector textil, había manifestado al gobierno nacional que «toda la industria de Latinoamérica, Brasil, México, Argentina, tienen los aranceles altos, y nosotros aquí estamos totalmente desprotegidos”.

“Estamos pidiendo un arancel del 37%, que es el permitido, hasta 40%», dijo Cadavid ante la discusión del decreto propuesto por el Plan Nacional de Desarrollo, que incluía una propuesta arancelaria que posteriormente la Corte Constitucional decidió traerse abajo.

El 30 de enero de este año el Centro Democrático, partido político del presidente Iván Duque, publicó una carta en la que pedía «protección» para el sector textil del país.

“La bancada del Centro Democrático se permite comunicar a la opinión pública su profunda preocupación frente al reciente anuncio sobre la decisión de la Corte Constitucional de eliminar los aranceles que protegían la industria nacional de confecciones (propuesta expresada en el Plan Nacional de Desarrollo)”, decía un mensaje publicado en la cuenta de Twitter del partido.

En el comunicado lamentaban la decisión y solicitaban que se reconsideraran medidas para “alcanzar un equilibrio entre el comercio internacional y la protección de la industria nacional”.

Una solicitud del partido

El 5 de marzo se hizo pública una carta firmada por 22 congresistas del Centro Democrático para solicitar una “política arancelaria contundente para proteger miles de empleos e ingresos de familias colombianas”.

La bancada resalta que el sector de la moda ha sido el que más ha contribuido a la pérdida de empleo y que “es bien sabido que las importaciones desde Asia van a quebrar nuestras empresas por la competencia desleal y precarización de la mano de obra”.

Miembros del partido como como María Fernanda Cabal y Gabriel Santos no firmaron la carta.

Una pésima política

Hay varios aspectos importantes para considerar a la hora de analizar una política de protección de la industria nacional, y esos son: mercados negros o contrabando, cadenas productivas de valor y acceso a bienes importados con mejor precio.

En primer lugar, están los mercados negros. Estos surgen siempre que se prohíbe algo, por el simple hecho de que la demanda del bien no cesa, pero la legalidad de transarlo sí, por lo tanto, se crean mercados negros aledaños a cada regulación o prohibición que establece el Estado. En este caso, una política de protección a la industria textil aumentaría drásticamente el contrabando y aniquilaría a los pocos importadores que ya son formales.

En segundo lugar, están las cadenas productivas de valor. La globalización no es un invento, no es una creencia. Es un hecho inevitable, pese a la arrogancia del político que pretenda detenerla. Cada vez el mundo va migrando más a ser una fábrica con estaciones de producción regadas en diferentes países, según su especialización y ventaja competitiva.

Lo anterior no sólo permite mayor eficiencia y oportunidad de países menos desarrollados de insertarse en el mercado global, sino que propicia grandes procesos de transmisión tecnológica entre países que finalmente terminan aumentando los niveles de productividad y así de ingreso en el mediano y largo plazo. Todos los países exitosos han liberalizado el comercio como clave para el desarrollo económico, la solución a los problemas estructurales que tiene Colombia no está en cerrarla a mercados internacionales.

En tercer lugar y con mayor importancia está el libre comercio como mecanismo vital para acceder a bienes y servicios a mejores precios para las personas con menores recursos. Es el consumidor, y especialmente el más pobre, quien termina pagando las consecuencias de un arancel, cuota o cualquier traba al comercio que se desee imponer.

La diferencia está en la baja capacidad de agremiación que tienen los consumidores versus la amplia capacidad de lobby que tienen los empresarios a través de gremios o partidos políticos. Al final son los más vulnerables quienes sacrifican su consumo a costa de proteger a unos pocos.

.
Fondo newsletter