Gustavo Petro no deja de sorprender. Ahora, además de proponer “democratizar” la propiedad de la tierra (es decir, expropiar a unos para dar a otros), propone acabar con los fondos privados de pensiones, que hoy administran cerca de 358 billones de pesos (82 mil millones de euros) en ahorros de los colombianos. Alega que trasladando esos recursos al Estado, se podrían liberar varios billones para financiar un sistema público que garantice pensiones mínimas a toda la población, pero olvida que ese dinero es de los trabajadores.
En Colombia el 16% del salario de los trabajadores se traslada a un fondo de pensiones privado o al sistema público que administra Colpensiones. La afiliación a uno u otro esquema es voluntaria y se puede solicitar un traslado, siempre que esto se haga diez años antes de la edad de jubilación.
El sistema público exige un número mínimo de 1300 semanas de cotización para acceder a una pensión y la misma corresponderá a un porcentaje del promedio del salario de los últimos diez años, dependiendo del número total de semanas cotizadas. Nunca será superior al 80% del promedio del ingreso base de los últimos diez años y tampoco superior a 25 salarios mínimos legales mensuales vigentes. Las mesadas pensionales se pagan con los aportes que hacen todos los cotizantes, pues se trata de un fondo común. Es usual que las personas que logran los mejores ingresos al final de su vida laboral opten por este sistema, pues considera los ingresos de los últimos diez años y no los previos al momento de calcular el monto definitivo de la pensión.
El sistema privado corresponde a un régimen de ahorro individual con solidaridad, donde la mesada pensional se define a partir de lo que cada uno ahorró a lo largo de su vida laboral, que incluye la cotización obligatoria y todos los aportes adicionales que libremente se deseen realizar. Sin embargo, si el trabajador llega a la edad de pensión (57 años en mujeres y 62 en hombres) y cuenta con 1.150 semanas cotizadas, pero sin capital suficiente para lograr una pensión de un salario mínimo mensual, puede obtener una mesada pensional a través del Fondo de Garantía de Pensión Mínima. En el esquema público deberá esperar a contar con 1300 semanas de cotización para lograrlo.
En Colombia, cerca de la mitad de la población no tiene una relación laboral formal. Es decir, no cotizan a la seguridad social y por lo tanto no tendrán derecho a pensión. Cerca del 60% de los trabajadores ganan un salario mínimo o menos, por lo cual del total de personas que logre acceder a una pensión, la mayoría recibirán un salario mínimo, ingreso que estará garantizado en cualquiera de los dos esquemas. Es decir, el sistema público de pensiones hoy beneficia a una minoría que es la que tiene los mejores salarios.
Más allá de la posición que se asuma al respecto, lo cierto es que los recursos que hoy están en los fondos de pensiones privados son de cada trabajador y el sistema garantiza los mismos derechos y montos de pensión a quienes tienen ingresos de salario mínimo, sin ser una carga para el Estado, es decir, para la sociedad.
Petro quiere expropiar esos recursos y trasladarlos a un fondo público, tal como ocurrió en la Argentina en 2008, cuando Cristina Fernández de Kirchner eliminó el sistema privado de pensiones, olvidando que el peso de esa medida para el presupuesto nacional sigue en aumento y que ese país es ejemplo de inflación, volatilidad y crisis económica. Sus propuestas han sido implementadas con resultados desastrosos, pero él insiste y una ciudadanía cansada de la corrupción y de un gobierno que no logra conectar con la opinión pública le está creyendo.
Ha llegado al absurdo de afirmar que el capital que está en las cuentas individuales en los fondos de pensiones es de los banqueros y que así, solo estaría quitándoles a los más ricos para darle más a los pobres. Eso es tan absurdo como afirmar que el dinero que cada uno tiene en su cuenta de ahorros es del banco en el que lo depositó y por tanto puede ser objeto de expropiación.
Esa propuesta de Petro está encaminada a engordar las arcas del Estado para gastar a manos llenas y que las nuevas generaciones miren a ver cómo le hacen para sostener el sistema pensional. Suena bien y capta la atención de incautos y de algunos privilegiados que confunden sus privilegios con derechos, pero olvidan que la cuenta de lo que se expropie y se gaste hoy, alguien la tendrá que pagar mañana. En Venezuela no pudieron, en Argentina no han podido, en Grecia tuvieron que reducir las mesadas pensionales, y así en todo el mundo.
Afortunadamente, la opinión pública parece estar despertando y se empieza a sentir un ambiente hostil frente a la expropiación. Petro ya no está anunciando solamente quitar a los más ricos para redistribuir. Ahora notifica que expropiará a ricos y pobres para que el Estado tenga más en sus cuentas y él pueda gastar y gastar. El problema es que cuando esos recursos se acaben solo quedará pobreza.