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No se tolerará la difusión de ideas extremistas

Francia: mano de hierro contra las mezquitas radicales

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El gobierno ordena la investigación de 76 mezquitas y cerrará muchas de ellas. El gobierno francés también controlará las financiaciones procedentes del extranjero y la incitación al odio por parte de los imanes.

El ministro del Interior francés, Gérald Darmanin, ha decidido lanzar una ofensiva para descubrir cuáles son las mezquitas radicales en Francia. Como revela un documento del 27 de noviembre al que ha tenido acceso Le Figaro, en las próximas semanas se vigilarán y controlarán 76 mezquitas y salas de oración en todo el país. La iniciativa «amplia y fuerte» tiene como objetivo encontrar los «lugares de culto musulmanes separatistas», según el término utilizado por Emmanuel Macron para indicar al extremismo islámico, y cerrarlos.

El gobierno ha tomado la decisión de poner en marcha esta iniciativa después del asesinato del profesor Samuel Paty y el atentado perpetrado en una iglesia de Niza, en el que fueron degollados tres fieles católicos. 

Golpeadas rápidamente 18 mezquitas

Dieciséis de las mezquitas de esta lista se encuentran en la región de París; las otras sesenta están distribuidas en el resto del país. En particular, dieciocho de estas mezquitas serán objeto de «acciones inmediatas», según las indicaciones de los servicios de inteligencia y por orden del propio ministro. Tres de las dieciocho se encuentran en el departamento de Seine-Saint-Denis: una ha ignorado la orden de cierre emitida por el alcalde; la segunda, cerrada desde 2019, ha seguido operando y la tercera ha sido juzgada peligrosa para la seguridad nacional, pero el Estado nunca ha ordenado su cierre efectivo.

En lo que atañe a las quince mezquitas restantes, están siendo vigiladas por el ministerio por una de las siguientes razones: haber desobedecido a una orden de cierre; no haber respetado las reglas previstas para los locales abiertos al público; ser mezquitas clandestinas que no tienen autorización; estar vinculadas a asociaciones disueltas por el Estado; la presencia de imanes inscritos en la lista de personas en riesgo de radicalización y terrorismo.

Basta ya con las ideas extremistas

En lo que atañe a las mezquitas restantes, se estudiarán sus financiaciones, sobre todo las que proceden del extranjero, sus actividades caritativas, la enseñanza del Corán, la actuación de los imanes. Después será responsabilidad de los prefectos incluir, si fuera necesario, nuevas mezquitas en la lista de las que hay que controlar, basándose también en cómo se expresan los imanes en las redes sociales. A este respecto, es emblemático el caso del predicador de la mezquita de Brest, según el cual «todas las mujeres que salen de casa con perfume son fornicadoras» e irán al infierno.

Ya no se tolerará la difusión de ideas extremistas y también se controlarán las escuelas coránicas vinculadas a las mezquitas, las financiaciones procedentes del extranjero y la frecuentación de los dirigentes de los lugares de culto, sobre todo sus lazos con «personas conocidas por sus ideas radicales». Hasta ahora, ha declarado el ministro Darmanin, «el Estado se interesaba solo por la radicalización y el terrorismo. Ahora, en cambio, también nos ocuparemos de los ambientes en los que se desarrolla el terrorismo, o en los que hay personas que crean espacios intelectuales y culturales para imponer sus valores e incitar a la secesión».

El Estado no debe hacer teología

Las medidas, tal vez las más duras tomadas por Francia contra el extremismo islámico, parecen ir, por fin, en la justa dirección para librar a la «gran mayoría de los musulmanes franceses» de las garras de los radicales, como ha declarado Darmanin. Sin embargo, parece menos útil el intento de Macron de crear una organización estatal que tenga como objetivo educar a los imanes para darles un certificado a fin de que puedan predicar en las mezquitas. ¿Acaso puede el Estado reinventarse como teólogo y arrogarse el derecho de enseñar a los musulmanes qué es el islam, o qué debería ser? Para hacer nacer un «islam republicano», como se oye decir a menudo en Francia, el único camino es exigir que los musulmanes respeten las leyes del Estado como hace el resto de los ciudadanos, no enseñar una versión «republicana» de su religión.

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Publicado por Leone Grotti en Tempi.

Traducido por Verbum Caro para La Gaceta de la Iberosfera.

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