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Pekín implanta la dictadura ante las cámaras de TV

Hong Kong: la democracia muere a la luz del día

Legisladores pandemocráticos, incuyendo a Wu Chi-Wai, Claudia Mo y Lam Cheuk-ting anuncian su dimisión del Consejo Legislativo de Hong Kong después de que Alvin Yeung Ngok-kiu, Kwok Ka-ki, Kenneth Leung y Dennis Kwok fueran expulsados tras la nueva resolución de China sobre Hong Kong.11 de noviembre de 2020. REUTERS/Tyrone Siu

El 22 de febrero de 2017, el Washington Post adoptó por primera vez un lema bajo la cabecera del periódico: «La democracia muere en la oscuridad». Muchos vieron en ello una respuesta a las acusaciones que Donald Trump, presidente en el cargo desde hacía apenas un mes, había empezado a dirigir a los «fake news media». Si tenía que ver con él, se puede considerar que el eslogan ha sido un fracaso visto que en las últimas elecciones presidenciales de Estados Unidos ha habido la mayor participación de los últimos 120 años. Pero es el lema en sí mismo lo que parece obsoleto: la realidad de estos días demuestra, de hecho, que la democracia puede perfectamente morir a pleno día, a la luz del sol, iluminada por las cámaras de televisión de medio mundo.

Las libertades, eliminadas una a una

Hace unos días, todos los diputados democráticos de Hong Kong decidieron dimitir del Parlamento. Y lo hicieron para poner en escena una última, impactante y desesperada protesta contra un régimen que, día tras día, ha ido suprimiendo una tras otra las libertades de los ciudadanos. La ley sobre seguridad nacional, tal como se había previsto, ha revelado ser una lápida sobre el modelo «Un país, dos sistemas». Cuando firmó el tratado internacional con el Reino Unido, Pekín juró que dejaría «amplia autonomía» a la ciudad hasta el año 2047. En cambio, apenas 13 años después de la devolución de la isla, y con 27 años de anticipación respecto a la fecha límite prevista, el Partido comunista chino ha decidido burlarse del estado de derecho e instaurar la dictadura que ya está vigente en China continental, más allá del río Sham Chun.

Xi Jinping se ha impuesto a Hong Kong con la fuerza utilizando, como manda la mejor tradición soviética, una ley para echar por tierra a las demás. Violando tres o cuatro artículos de la Constitución de la ciudad, Pekín ha impuesto a la isla una ley que prevé penas hasta la cadena perpetua (que habrá que descontar en China) para todo el que se atreva a contradecir lo que diga el Partido comunista. En solo cinco meses ha abolido la libertad de expresión y de enseñanza, de prensa y de asamblea; ha eliminado la independencia de la justicia; ha prohibido las manifestaciones pacíficas; ha pospuesto las elecciones, amenazado a los ciudadanos deseosos de dedicarse a la política para oponerse al gobierno; ha hecho expulsar a los primeros diputados democráticos; ha llevado ante los tribunales a los activistas; ha obligado al exilio a los disidentes; ha hecho arrestar a estudiantes y periodistas, diputados y profesores, niños y adultos, a veces solo por llevar una pancarta blanca, sin texto, símbolo de la censura cuyo fin es reducir al silencio toda conciencia.

La democracia en Hong Kong ha muerto

Pero el régimen no ha hecho todo esto a escondidas. Se siente tan fuerte e invencible que actúa a plena luz del sol. Y hace unos días, ante las cámaras de televisión de los periódicos más importantes del mundo, Wu Chi-wai, presidente del Partido democrático de Hong Kong, ha anunciado su dimisión y la de todos sus compañeros con estas dramáticas palabras: «En los seis últimos años hemos visto a China extender su dominio progresivamente en nuestra ciudad, y este es el resultado. Para combatir contra un gobierno central autoritario, debemos posicionarnos al lado de la población de Hong Kong y combatir por la democracia a largo plazo. Hoy han descalificado a nuestros compañeros sin razón ninguna, y lo peor es que la Constitución de Hong Kong prevé la separación de poderes respecto a Pekín. Hoy hemos comprendido que el gobierno central los quiere todos en sus manos. Carrie Lam no es más que una marioneta en manos de Pekín. Hoy es el final del modelo «Un país, dos sistemas». En  este periodo tan increíblemente difícil, no cederemos, combatiremos por nuestra democracia».

El régimen ha montado en cólera ante la dimisión de los democráticos, que se han atrevido a «desafiar» la autoridad china y poner de manifiesto la ilegitimidad de un Consejo legislativo en el que solo se sientan las «marionetas» del gobierno. Pekín habría preferido seguir actuando tranquilamente, con una apariencia de legalidad. Ahora que ha caído el ultimo escudo, la democracia de Hong Kong ha muerto y el anuncio fúnebre se ha hecho en rueda de prensa. Pero con una Unión Europea egoísta e incapaz de tener un papel relevante en la escena internacional y unos Estados Unidos demasiado ocupados en hacerse la guerra a sí mismos, ¿quién está dispuesto a escuchar el grito de Hong Kong?

Publicado por Leone Grotti en Tempi.

Traducido por Verbum Caro para La Gaceta de la Iberosfera.

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