«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
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Todos tienen en común la motivación ideológica de sus delitos

Infancia Libre, Juana Rivas o los seis de Zaragoza: así cobija la extrema izquierda a sus delincuentes

Podemos recibió a Infancia Libre en el Senado. Después su presidenta, María Sevilla, fue condenada a dos años y cuatro meses de prisión por sustracción de menores. Twitter

Todos tienen algo en común: la motivación ideológica de sus delitos. Y eso no pasa desapercibido para la izquierda, que va con todo cuando tiene que defender a los suyos llegando a apadrinar -sin rubor alguno- a delincuentes de todo pelaje. Cuando dicen que no dejan a nadie atrás en realidad se refieren a su gente (no confundir con el español medio, ni siquiera con su votante medio), esto es, a todos cuyas circunstancias consideran ideológicamente útiles para empuñar sus consignas. Nadie atrás si puede ser usado como palanca revolucionaria. Poco importa si en el camino hay víctimas apaleadas, niños secuestrados o abusados sexualmente: la revolución no se detiene para reflexionar si es moral lo que se está haciendo. Justo lo contrario que Carlos V, que detuvo la conquista de América (Controversia de Valladolid) para que un comité de expertos juzgara la legitimidad de la presencia española en las Indias.

Hoy apenas hay tiempo para nada y mucho menos para el examen de conciencia, vulgarísima superstición para las ilustradas hermanas del «Juana está en mi casa» o «todas somos Juana», eslóganes que convirtieron a Juana Rivas en paradigma de todos los excesos de la izquierda. Una mujer que secuestró a sus hijos se ha convertido en icono de la izquierda y el feminismo, que vieron en ella desde el principio una causa, mucho más que el típico caso de una mujer víctima de malos tratos. En 2017 ella volvió con sus dos hijos de Italia, donde vivía en aparente normalidad con su pareja, Francesco Arcuri, al que comunicó que no tenía intención de regresar. Él recurrió y la Justicia ordenó a Rivas devolver los hijos con su padre, pero ella se negó y se escondió con los pequeños alegando que un año antes fue maltratada, pero la denuncia quedó en nada. En 2009 hubo otra por maltrato. Entonces el italiano fue condenado a tres meses de prisión. Sin embargo, la única prueba (un parte de lesiones) deja en evidencia a Juana: Arcuri tenía más lesiones que ella. 

Naturalmente lo que dijera la Justicia era indiferente para la formidable maquinaria mediática al servicio de la causa feminista, que dictó su veredicto: Juana era inocente y su expareja, culpable de maltrato. Con ello Juana estaba en su derecho de esconder a sus hijos. Tanto fue así que la plataforma feminista 7-N simuló un juicio en el Congreso de los Diputados con la colaboración de PSOE y Podemos. La causa general contra el machismo fue inaugurada por la presidenta de la comisión de Igualdad de la Cámara, la socialista Pilar Cancela. Un tribunal simbólico compuesto, entre otras, por Cristina Almeida, venía al Congreso a ajusticiar a los hombres maltratadores. El País publicó ese día: «Las mujeres juzgan al machismo en el Congreso».

El resto de la historia ya se sabe: el 16 de noviembre el Consejo de Ministros dio luz verde al indulto de Rivas y la ministra de Igualdad, Irene Montero, celebró así la noticia: «Este indulto ha sido posible por las mujeres que juntas salieron a decir que Juana estaba en su casa, por las juristas, abogadas y psicólogas que nunca la han dejado sola, por la lucha del movimiento feminista. El Gobierno acierta cuando se pone del lado de las mujeres». Lo grave del asunto es que Sánchez concedió el indulto a pesar del informe forense que apreciaba abusos sexuales al pequeño de tres años cuando estaba bajo custodia de la madre. Este detalle es el que ahora ha provocado que un juez de Granada (ultraderechista togado) se niegue a conceder la libertad de Juana. 

Un caso parecido fue el de Infancia Libre, asociación apadrinada por Podemos e invitada igualmente al Congreso. Su presidenta, María Sevilla, compareció en la comisión de Derechos de la Infancia y la Adolescencia en 2017. Más tarde fue condenada a dos años y cuatro meses de prisión por sustracción de menores. María secuestró a su hijo, al que ocultó sin escolarizar en una finca de Cuenca para evitar que lo viera su padre. 

Esta semana el Congreso ha vuelto a tener el deshonor de albergar a personas poco recomendables. Podemos, ERC y Bildu, entre otros, han celebrado un acto en honor de ‘los seis de Zaragoza‘, los jóvenes condenados por atentado contra la autoridad y lesiones por agredir a policías nacionales cuando trataban de reventar un acto de VOX. La Audiencia Provincial de Zaragoza condenó a cuatro de ellos a seis años de prisión, y a los otros dos a multas de 11.000 euros de forma conjunta y un año de libertad vigilada. Javi, uno de los delincuentes, compareció en la Cámara para denunciar que son “víctimas” condenadas “sin pruebas”.  

En este mismo acto participó la exdiputada de Podemos en la Asamblea de Madrid, Isa Serra, condenada a 19 meses de cárcel por atentado a la autoridad y lesiones. Serra, hermana feminista, se dirigió así a una policía durante un desahucio: «Eres una cocainómana, mala madre, hija de puta, con todo los que hemos luchado las mujeres contigo se pierde todo, no te quieren ni tus propios compañeros». La diputada dejó su escaño en el Parlamento autonómico un mes antes de la ratificación de la condena por parte del Supremo, o sea, antes de ser forzosamente inhabilitada del cargo público. La condena, sin embargo, no le cerró las puertas de la política, ya que Irene Montero hizo girar las puertas del ministerio de Igualdad para darle cobijo como asesora. Este nuevo feminismo no lo conocíamos: premiar a quien insulta a una mujer trabajadora. Hay escándalos aún peores. Que un policía municipal de la Guardia Urbana de Barcelona quedara tetrapléjico no suscitó la más mínima compasión de Pablo Iglesias, que en 2015 se reunió con la madre del autor de tal fechoría, Rodrigo Lanza, para mostrarle su apoyo tras haber sido condenado por ello. Dos años más tarde, Lanza mataría de una paliza a un hombre en Zaragoza que vestía unos tirantes con la bandera de España.

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