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Empleará las técnicas post-marxistas para aplicar cambios radicales

La amenaza Boric: utilizará la ‘democracia radical’ como pretexto para materializar su proyecto izquierdista en Chile

Boric visita el Palacio de La Moneda, luego de ganar las elecciones. Twitter

El pasado domingo 19 de diciembre, el 55,9% de los chilenos que participaron en el balotaje de la elección presidencial eligió al frenteamplista Gabriel Boric como el próximo presidente de Chile. Esto implica que el país caminará por la democracia radical ypor la refundación de un nuevo país, basado en ejes radicales. Así, Chile se aleja del sendero del desarrollo y progreso sustentado en la estabilidad política que lo caracterizó hasta el 18 de octubre de 2019.

Con una histórica participación, Boric se impuso sobre el excandidato José Antonio Kast, quien obtuvo el 44,1% de las preferencias. Cerca de las 19:30 horas (local) de este domingo, el 50% de las mesas ya habían sido escrutadas develando la irreversibilidad de esta tendencia. Con todo, Kast reconoció prontamente su derrota, felicitando a Boric por teléfono y luego personalmente en su comando. “El Presidente electo merece todo nuestro respeto y colaboración constructiva. Chile siempre está primero”, sostuvo el líder del Partido Republicano quien llamó, además, a la unidad.

Sin embargo, tras la confirmada victoria del frenteamplista, los mercados ya estaban reaccionando. Durante la noche del domingo se temía que el dólar alcanzara los $900 pesos chilenos y que la bolsa cayera en un 10%. Esto se debe porque la incertidumbre continuará y que no habrá mejores incentivos al crecimiento y a la inversión. Finalmente, el día lunes 20 de diciembre el dólar alcanzó un máximo histórico con $876 y el IPSA abrió con la caída más abrupta tras una jornada de elecciones, con un descenso del 7%.

Este escenario es dable explicarlo gracias a las primeras definiciones manifestadas ya en el discurso de triunfo Gabriel Boric. Sin duda alguna, sus lineamientos se acercan más al Boric de la primera vuelta (con posturas explícitamente radicales) que al del balotaje (que mantuvo una performance más moderada, obligado por los resultados parlamentarios que equipararon a las fuerzas políticas).

Boric citó el discurso de Salvador Allende, que dio en 1970 tras el triunfo de la Unión Popular develando, así, sus inspiraciones ideológicas radicales: “Vayan a sus casas con la alegría sana de la limpia victoria alcanzada. Les pido que cuidemos este triunfo, que desde mañana tendremos mucho por trabajar para reencontrarnos, sanar heridas, y caminar hacia un futuro mejor”. Igualmente, parafraseó a Patricio Aylwin, cuando manifestó que agradece a todos (incluso a José Antonio Kast), con la frase: “¡Sí señores, sí compatriotas, civiles o militares. Chile es uno solo!”.

El discurso estuvo atiborrado de promesas que buscan empujar “cambios estructurales”. Asimismo, señaló que su “proyecto también significa avanzar en más democracia —radical, al estilo posmarxista— (el énfasis es nuestro) y, por supuesto y como ya lo hemos dicho acá, cuidar el proceso constituyente”, el que se ha caracterizado por sus ansias refundadoras. Dijo, también, que “crecimiento y distribución deben ir de la mano” y que “vamos a expandir los derechos sociales y cuidando la salud fiscal”.

Igualmente, afirmó que “a las víctimas de Derechos Humanos de todo tiempo les digo que no nos cansaremos de buscar verdad, justicia, reparación y no repetición”, mientras los adherentes entonaban “justicia, verdad, no a la impunidad”.

Además, estableció como eje fundamental la ideología de género y los lineamientos feministas, que hoy se erigen en bases deconstruccionistas. Agradeció a las mujeres “que se organizaron en todo Chile para defender los derechos que tanto les ha costado alcanzar. Desde el derecho a voto hasta el derecho a decidir sobre su propio cuerpo”, como si abortar fuese algo similar a sacarse una muela.

Destacó a las “disidencias y diversidades” sexuales quienes en el gobierno de Boric no “serán discriminadas”. En la misma línea, enfatizó “proteger los derechos” de “las niñas, niños y adolescentes” lo que es problemático al ver cómo se ha manejado este tema desde el 18-O.

Tras estas primeras definiciones, que develan la versión radical de Boric (que comulga con las ideas deconstruccionistas para socavar los pilares de Occidente y muy cercano al Partido Comunista), distintos adherentes y miembros del comando de Boric han señalado que su victoria implica la “caída del neoliberalismo”. Así, se confirma que el triunfo de Boric implica, no solo un cambio de modelo alejado del progreso y las vías al desarrollo, sino el término de un ciclo de prosperidad.

Lo anterior también se demuestra en los tonos subversivos de Giorgio Jackson (jefe político del comando de Boric), quien señaló durante la noche del domingo a una entrevista a Canal 13, que retirarán las querellas por la ley de Seguridad del Estado contra los presos de la revuelta del 18 de octubre, a pesar de que cumplen condena por delitos graves como incendiar, saquear, portar bombas incendiarias, y no por razones políticas.

Como si fuera poco, el triunfo de Boric fue ampliamente celebrado por la izquierda internacional, lo que nos indica quienes serán sus aliados a nivel geopolítico. El dictador Nicolás Maduro sostuvo que su triunfo es la “victoria sobre el fascismo”. El líder del régimen comunista cubano, Miguel Díaz-Canel invitó a “ampliar las relaciones bilaterales y de cooperación entre ambos pueblos y gobiernos”. Por su parte, el presidente peruano, Pedro Castillo, indicó que su éxito “lo compartimos los pueblos latinoamericanos que queremos vivir con libertad, paz, justicia y dignidad”. Incluso, la socialista y miembro de la Cámara de Representantes estadounidense, Alexandra Ocasio-Cortés, lo felicitó por Twitter.

Si bien, Boric asume como presidente el próximo 11 de marzo, ya es posible adelantarse cómo será su futuro gobierno.

Es dable señalar que su modelo político se inspira en la “democracia radical”. Es decir, no buscará derrocarla como proponía el marxismo clásico con la dictadura del proletariado, sino que sus instituciones se radicalizarán. Siguiendo con los planteamientos del post-marxismo, es probable que tampoco busque terminar con el mercado (con la expropiación explícita del capital), porque les significa una valiosa plataforma que permite sociabilizar discursos post-identitarios, que son levantados por los movimientos sociales (el sujeto político de esta vertiente marxista).

De este modo, es posible sostener que se buscarán validar desde la institucionalidad ideologías que subviertan el sentido común: como la visión de persona, sociedad y Estado. Esto ya es posible identificarlo en las ideas de un Estado “plurinacional, feminista, decolonial, ecologista…”. Por ello, a pesar de que no quieran abolir el mercado, buscarán manipularlo coartando la libertad de emprendimiento y profundizando la incertidumbre, lo que es lo mismo a socavarlo.

Con todo, hay que advertir la amenaza de que el Partido Comunista esté presente y sea un posible protagonista en el próximo gobierno. Medidas como la ley de medios (propuesta de Daniel Jadue en la primaria presidencial) son amenazas a un Chile libre sin totalitarismos ideológicos, para controlar los contenidos que difunden los medios de comunicación.

En definitiva, vienen tiempos grises para Chile. Se ha consolidado la revolución que inició con revueltas estudiantiles (de las cuales Boric logró destacar) y que se robusteció con el 18-O. Si bien, hay un Congreso equilibrado en materia de fuerzas políticas, el proceso constituyente en curso no augura un buen porvenir.

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