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SE ANUNCIÓ CON GRAN FANFARRIA

La batalla sigue: una juez anula la certificación a favor de Biden en Pensilvania

¿Les hemos dicho que Pensilvania ya ha certificado los votos que darían la victoria a Biden en el estado? Pues olvídenlo: una juez ha anulado la certificación, retrocedemos una casilla y el juego sigue.

Patricia McCullough, una juez de Pensilvania, estado absolutamente clave para decidir el ganador de la pasadas presidenciales, ordenó al estado que no siguiera adelante con el proceso para completar la certificación de la pugna electoral, algo que se anunció con gran fanfarria y lanzamiento de cohetes y fuegos artificiales en redes este martes. Además, ha bloqueado la certificación de todos los otros resultados electorales hasta que su tribunal celebre una audiencia sobre este asunto el viernes.

Mientras, por petición del senador republicano Doug Mastriano, el Comité Político de la Mayoría del Senado de este mismo estado está celebrando mientras escribo esto una vista pública para discutir las irregularidades que se han producido en las elecciones, con presencia del ex alcalde de Nueva York y principal abogado de Donald Trump, Rudy Giuliani.

Mastriano ha dicho que “las elecciones son un principio fundamental de nuestra democracia; desgraciadamente, los ciudadanos de Pensilvania han perdido la fe en el sistema electoral».

Añade el senador: “A lo largo de estas últimas semanas, he oído quejas de miles de ciudadanos relativas a problemas en los colegios electorales, irregularidades con el sistema de votación por correo y recelo ante la posibilidad de que no se hayan contado sus votos».

La verdad difícil de digerir, la realidad que muy pocos norteamericanos de bien quieren mirar a la cara pero que se hace cada día más evidente es que ninguno de los dos contendientes en este duelo mortal pueden permitirse conceder, porque estamos ante una guerra en la que no se hacen prisioneros, una guerra de exterminio: de aquí, uno saldrá camino a la Casa Blanca y el otro, más tarde o más temprano, acabará en la cárcel. Y tres cuartos de lo mismo puede decirse de los partidos, uno de los cuales resultará virtualmente destruido.

«Si finalmente Trump resulta investido (…) habrá que tener en cuenta las responsabilidades por el gran fraude»

Los comentaristas demócratas, políticos o analistas, hablan ya abiertamente de abrir ‘comisiones de la verdad’ para purgar ‘trumpistas’, procesos penales para castigar a Trump y su equipo por sus muchos crímenes contra el pueblo americano, y medidas para que “esto” -es decir, la aparición de alguien como Donald Trump- no pueda volverse a repetir.

Por su parte, si finalmente Trump resulta investido, además de las investigaciones ya abiertas por graves irregularidades contra altos funcionarios de la Administración Obama, habrá que tener en cuenta las responsabilidades por el gran fraude. Porque el único modo que tiene Trump de salir reelegido es demostrando que las elecciones han sido monstruosamente fraudulentas, y eso es un crimen que alguien tendrá que pagar.

La idea de que el sistema es sólido y que va a resistir la prueba indemne es una fantasía que, por ahora, todos tienen un interés en mantener. Pero no tiene mucho sentido. Una Administración Biden se asegurará, mediante una agresiva política de apertura de fronteras y de nacionalización de ilegales, entre otras cosas, de que nunca vuelva a ganar un republicano las elecciones.

Y la victoria de Trump supondría dar por buena la tesis de que sus sacrosantas elecciones son tan fiables para reflejar la voluntad de los ciudadanos como las galletas chinas de la fortuna para adivinar el futuro.

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