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La convivencia política entre ambos está rota

La lucha entre Cristina Kirchner y Alberto Fernández se agudiza en medio de la grave crisis por la pandemia

Foto: EuropaPress
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A 17 meses de asumir, y con 65.000 muertos por la pandemia, el Gobierno kirchnerista se encuentra ante su crisis más grave. Alberto Fernández y Cristina Kirchner no se ponen de acuerdo y la convivencia política se ha roto. Rumores de inestabilidad, amagues de renuncias y amenazas de despidos en el marco de una autoridad presidencial devaluada por su propia vicepresidenta. Por ahora, en plena crisis de poder, la expresidenta le está ganando el pulso al actual mandatario argentino. Alberto Fernández no lo está pasando bien.

Por estas horas, el jefe de Estado afronta un conflicto interno por el pedido de renuncia que el ministro de Economía, Martín Guzmán, le hizo a Federico Basualdo, el actual subsecretario de Energía. Pese a la orden del titular de la cartera económica, el funcionario kirchnerista se mantiene en el cargo. Desde la coalición oficialista lo sostuvieron hasta lograr que la disputa se congele. Basualdo responde a las órdenes de la vicepresidenta y el presidente no quiere desautorizar a Guzmán.

Desde la Casa Rosada explicaron que se le había pedido la renuncia al subsecretario de Energía, Federico Basualdo argumentando que el funcionario era incompetente y que se negaba a habilitar un aumento en las tarifas eléctricas, una orden hecha por el ministro de Economía Martín Guzmán en medio de las negociaciones con el FMI.
Dada esta situación, hay una circunstancia muy valiosa que explica la dimensión que tomó el caso. Basualdo responde a directivas de Cristina Kirchner y está en el Gobierno porque ella lo puso ahí en ese cargo. En otras circunstancias, a Alberto Fernández no le tembló el pulso para echar a hombres y mujeres que le eran leales y le respondían, pero en un año y medio de gestión no se había atrevido a tocar a ningún funcionario cercano a su vicepresidenta, justamente la líder política que lo hizo presidente.

El momento de Martín Guzmán no es el ideal y mucho menos el pretendido por Cristina Kirchner. El titular de economía proyecta que la inflación va camino al 40% anual y la pobreza le apunta al 50%. El desempleo es de dos dígitos y el riesgo país ronda los 1.600 puntos. Su gran oportunidad era lograr el acuerdo con el Fondo Monetario, pero ya se transformó en una utopía para antes de las elecciones. Lo único que podía prometerles a los acreedores era bajar el déficit y subir entre un 20 y un 30% las tarifas para reducir subsidios. Esa bandera también deberá ser arriada porque el cronograma que el kirchnerismo muestra dice 9% y por única vez. Por su parte, Federico Basualdo es un sociólogo e investigador con reconocidos amigos en el poder y buenos vínculos con Máximo Kirchner y con el ministro del Interior, Wado de Pedro. Cristina Kirchner está furiosa y por ahora le gana la pulseada al presidente haciendo que Federico Basualdo permanezca en su cargo.

Con un mandatario debilitado y una vicepresidenta fastidiada, el Gobierno kirchnerista está en crisis interna y tambalea la discrecionalidad. El acuerdo de poder entre ambos dirigentes corre riesgos de continuidad y el vértigo domina el escenario. Albertistas y Cristinistas se disputan el mando. El Gabinete de ministros se siente en jaque porque Cristina Kirchner quiere echar a varios funcionarios y el titular de Economía es uno de los apuntados. En este contexto, Alberto Fernández evalúa la posibilidad de quedarse en Argentina y postergar su gira europea prevista para los próximos días. El presidente tiene intenciones de visitar Portugal, España, Italia y Francia para avanzar en la negociación con el FMI y el Club de París, pero podría postergar su viaje oficial por la crisis política que hoy atraviesa.

Sin lugar a dudas, la compleja situación traerá sus consecuencias. Empresarios y ejecutivos del sector financiero prevén un mayor deterioro de la economía y están preocupados por el rumbo que adoptará el Gobierno tras la pelea entre el kirchnerismo más duro y el ministro de Economía, Martín Guzmán, más allá de su continuidad.

“Nadie lo va a extrañar si se va, pero sabemos que las alternativas son peores”, aseguró el dueño de un fondo de inversión de Nueva York. “El interés por la Argentina se acerca a cero, pero creo que, si Guzmán se va, la perspectiva será peor”, advirtió un analista de otro banco de inversión internacional.

Desde el kirchnerismo no paran de criticar al ministro de Hacienda: “Las autoridades del Ministerio de Economía no han explicado las razones por las que el canje de deuda no produjo los resultados esperados, pese a que consumió un tiempo considerable de la agenda económica del año pasado”, cuestionó el economista cristinista, Roberto Feletti.

En definitivas, la pelea interna del Gobierno y la grave crisis de poder desatada, muestra a la luz los intereses y las mezquinas ambiciones de sus gobernantes. Para la vicepresidenta, que advierte y no descuida el deterioro en las encuestas de la imagen del Gobierno y del propio Alberto Fernández, son un problema electoral.

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