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El kirchnerismo impide la llegada de vacunas

La ideología comunista neutraliza la vacunación en Argentina

Cristina Kirchner recibe la vacuna contra el coronavirus. EUROPA PRESS

De la mano de Cristina Kirchner y la subordinación implícita del presidente Alberto Fernández, la Argentina de hoy se encamina aceleradamente a un destino de dominación socialista en lo político, lo cultural y en la propia subsistencia si lo relacionamos con la urgencia que ocasiona la pandemia del coronavirus. Si nos referimos a esta mortal enfermedad, la vicepresidente es la responsable de la «geopolítica de la vacuna», implementada actualmente como política de estado.

“¿Quién diría que en medio de esta pandemia atroz, que rompió todos los modelos para gestionar el Estado, las únicas vacunas con las que contamos hoy son rusas y chinas?¿Qué cosa, no?”, destacó la expresidenta en una clara confesión de la política de compra de vacunas de la Argentina.
 
Hasta la fecha, el gobierno kirchnerista privilegia a Rusia y China y critica seriamente a EE.UU. Salvo algún cargamento aislado traído de emergencia, las vacunas provienen sólo de estos dos primeros países. Es decir, la inmunización se basa en las dosis de Sinopharm y Sputnik V. Hasta el momento, las vacunas de laboratorios occidentales, todas ellas más efectivas, están ausentes.

Al hecho de que las vacunas sólo provienen de China y Rusia hay que añadir que las dosis que, hasta el momento, hay en el país no son suficientes para alcanzar la inmunidad de rebaño.

Por cumplir con la ideología de las vacunas, Argentina compró mal, pagó caro y se está quedando sin dosis ante una vacunación extremadamente mala, irregular y sospechosa de corrupción después del escándalo público desatado por el ‘vacunatorio VIP‘ en el que funcionarios, familiares y amigos del poder fueron privilegiados por encima de la ciudadanía común.

Como cabe sospechar, la diplomacia de las vacunas se evidencia y sostiene a través de la donación de las mismas en una relación de influencia de un país con respecto a otro. A través del sistema Covax, que se encarga de que los lugares de menores ingresos del mundo puedan acceder a la inmunización, cerca de 20 naciones ya han donado casi 30 millones de dosis a 102 países de menos recursos. Entre esas naciones, Rusia y China son las que más y mejor han articulado la donación y la venta de vacunas.

Según la base de datos de ThinkGlobalHealth, Rusia donó vacunas a diez naciones y se las vendió a 55. China invirtió esa ecuación y donó a 69 países mientras que le vendió dosis a otros 28. Teniendo en cuenta estos indicadores, la política adoptada por el Gobierno argentino, a instancias de la vicepresidente Cristina Kirchner, fue una decisión diplomática y sanitaria acertada. De esta manera, acudiendo a Moscú y Pekín, Argentina pudo asegurar la provisión de más de siete millones de dosis. Pese a esto, la realidad resultó ser otra. El primer gran problema es que las vacunas ahora no llegan y también escasean.

El kirchnerismo apostó por la «diplomacia de las vacunas» con Rusia y China, pero ambos países se enfrentan hoy a enormes trastornos para aumentar la producción de vacunas, dentro y fuera de sus límites nacionales, tanto que hasta sus inmunizaciones locales son bajas. Rusia aplicó dosis al 8,5% de su población y China al 13%. En el caso de Argentina, hasta el momento sólo llegaron el 18% de los 25 millones de Sputnik V compradas, y el 50% de las Sinopharm.

Mientras tanto, todo hace pensar que la geopolítica de las vacunas no funciona del todo bien. Pese a haber firmado contratos para adquirir 55 millones de dosis, el país no cuenta aún con las cantidades que compró. Debido a esto, en las últimas horas viajó de urgencia a Moscú, enviada por el presidente Alberto Fernández, la asesora presidencial, Cecilia Nicoloni, para negociar con Rusia la producción de vacunas en Argentina. Con esta misión a cuestas, la funcionaria visitó el Centro Nacional de Investigación de Epidemiología y Microbiología Gamaleya, que produce la Sputnik V, para analizar junto a los expertos cómo acelerar la transferencia de tecnología para poder producirla lo antes posible en el país y con los altos estándares de calidad que este centro tiene. En dicho encuentro también participaron el ministro de Economía argentino, Martín Guzmán, la directora de Asuntos Científicos y Técnicos del laboratorio Richmond, Elvira Zini; el gerente de Desarrollo de Productos Biotecnológicos, Eduardo Orti y el líder de Proyectos Biotecnológicos, Nahuel Fernández.

“Con Rusia mantenemos valiosos vínculos que están resultando de gran ayuda para lidiar con la pandemia en nuestro país”, resaltó Guzmán tras el encuentro.

Por su parte, Cecilia Nicolini destacó la necesidad de acelerar los procesos para la obtención de más vacunas Sputnik V en medio de la crisis sanitaria mundial y reconoció que “tenemos una relación estratégica, que ya se ha transformado en una profunda amistad», resaltando además: «La colaboración que estamos recibiendo para producir la vacuna en el país, que también es una oportunidad para avanzar en todos los aspectos que involucran la relación bilateral”.

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