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Nancy Pelosi, ¿sin la presidencia?

La ‘ola azul’ se queda en un charco

Los demócratas se las prometían muy felices en los días anteriores a las elecciones del 3 de noviembre. Hablaban de una inmensa ‘ola azul’ que ahogaría a los que hace cuatro años Hillary Clinton definió como “deplorables” y barrería las instituciones.

Sin límites a su poder, los demócratas eliminarían la legislación aprobada en la presidencia de Donald Trump e impondrían sus promesas electorales, ésas que la izquierda siempre cumple, mientras que la derecha solía olvidarse de las suyas. Así, Joe Biden, el Congreso y las Asambleas estatales establecerían el aborto hasta el día mismo del parto; devolverían a EEUU al Acuerdo de París contra el cambio climático; suprimirían las subvenciones federales a la extracción de petróleo, carbón y gas natural; retirarían fondos a los cuerpos policiales; volverían a hacer obligatorios para los funcionarios los cursos de ideología de género; concederían la nacionalidad a millones de inmigrantes ilegales; obligarían a llevar mascarillas; y hasta ampliarían el número de jueces en el Tribunal Supremo para anular los tres nombramientos hechos por Trump.

Las encuestas daban a Biden-Harris hasta diez puntos de ventaja sobre Trump-Pence. La media superaba los siete. Pero las empresas demoscópicas, a fin de cuentas parte del ‘establishment’, de nuevo fallaron. Biden ha obtenido 75 millones de votos, pero Trump ha superado los 72 millones, con lo que rebasa el registro de Barack Obama en 2008 de 69 millones. Y Biden gana en votos populares gracias a ese laboratorio progre que es California, con sus desquicidadas políticas medioambientales que no evitan ni los incendios forestales ni los cortes de electricidad. En el estado dorado la candidatura demócrata ha obtenido más de diez millones de sufragios, frente a los cinco millones de la republicana. Sin esos cinco millones de ventaja, Trump sería el más votado y reelegido sin discusión. Quizás los patriotas estadounidenses deberían apoyar el ‘Calexit’…

Los datos de los recuentos, aún incompletos (aunque esto no lo explica la prensa española), indican que la ‘ola azul’ sólo ha llegado a los jardines de la Casa Blanca… a falta de lo que digan los tribunales y el Colegio Electoral.

En estos momentos, los republicanos tienen la mitad de los 50 senadores. A principios de enero, se volverá a votar para los dos escaños de Georgia, que por varios motivos elegía ahora a sus dos representantes en la cámara alta. Les basta uno para conseguir la mayoría y desechar las propuestas demócratas. En la competición, los dos republicanos han quedado por delante de los demócratas. Ambos bandos ya han empezado a recaudar docenas de millones de dólares para sus campañas. En caso de empate, el vicepresidente nacional, que preside el Senado, cuenta con un voto de desempate… lo que convertiría a Kamala Harris en la clave de la legislación.

Nancy Pelosi, ¿sin la presidencia?

El mapa de los distritos de la Cámara de Representantes muestra que la ‘ola azul’ se ha quedado en las orillas de las dos costas y apenas ha penetrado en el interior, salvo manchas que corresponden a grandes ciudades. Estados Unidos sigue tan dividido como lo dejó Barack Obama.

Distritos de la Cámara de Representantes.

En la Cámara de Representantes, donde los demócratas tenían desde 2018 una cómoda mayoría de 235 diputados de 435, en vez de aumentarla la han reducido. Las encuestas indicaban que el GOP podría perder entre 15 y 20 escaños, pero los republicanos, que tenían 197 escaños, alcanzan ya los 202.

El jefe de la bancada republicana, Kevin McCarthy, ha declarado que Nancy Pelosi, la octogenaria presidenta de la Cámara que impulsó el ‘impeachment’ a Trump, podría no repetir, pues de los 15 diputados demócratas que en 2018 no votaron por ella 10 han sido reelegidos. Un republicano podría ser nombrado presidente de la Cámara, sobre todo si Alexandra Ocasio y su ‘squad’ de diputadas izquierdistas siguen empecinadas en sus planes socialistas y sus listas negras de votantes de Trump.

Además, los republicanos no han perdido ningún Parlamento estatal y ninguno de los cargos de gobernador en juego. Por el contrario, los demócratas han perdido Montana. Así, 27 de los 50 estados tienen gobernador republicano.

Al analizar las votaciones por grupos demográficos, los republicanos han subido entre las mujeres y las comunidades negra, nativa y, sobre todo, hispana, como se ha comprobado en Texas, Arizona y Florida. Si los demócratas ganan en Arizona será por el voto de los blancos progresistas que, paradójicamente, escapan de California. Tampoco se han hundido en las urbanizaciones de las afueras.

La derecha, sea europea o sea americana, tiene que abandonar su habitual ‘moral de perdedor’ que se expresa en un pensamiento frustrante: sólo con baja participación puede ganar.  

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