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el poder detrás del poder

Blinken, nuevo Secretario de Estado de EEUU: el perfil de un firme partidario de las intervenciones armadas

El secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken

Hay mucho movimiento por estos días en el entorno de Biden. Áreas claves todavía están por definirse dentro de la recién inaugurada administración de gobierno en los EEUU, pero algunas “vacantes” ya han sido llenadas con rostros que merecen algún comentario. Tal es el caso de quien se supone que arbitraría la política exterior de Biden: Antony Blinken.

Blinken ha sido confirmado esta misma semana por el Senado como nuevo Secretario de Estado, granjeándose 78 votos a favor y 22 en contra en la cámara; es decir, más de la mitad de los Senadores Republicanos le han dado el visto bueno a este diplomático y asesor en relaciones internacionales oriundo de Nueva York.

“Tony”, como le dicen sus amigos, pasó una parte considerable de su juventud en Francia, llegando a dominar perfectamente el francés. Completó su formación académica de vuelta en los Estados Unidos, específicamente en Columbia y Harvard. Probablemente su marcada inclinación a creer en Europa y en el “multilateralismo” como método para resolver los conflictos internacionales nace justamente de allí, de su vinculación juvenil con Francia.

Su cercanía con el Partido Demócrata se remonta a finales de los 80s, cuando se entusiasmó con la idea de recoger fondos para la campaña presidencial de un Michael Dukakis que luego fue derrotado contundentemente por George H. Bush, durante el esplendor del Reaganismo dentro del Partido Republicano. Pero no se quedó allí, ya en los 90s se vinculó a Clinton, fungiendo como uno más de sus advisers en materia de seguridad y diplomacia. Pasó la mayor parte del tiempo de esta administración como integrante del Consejo Nacional de Seguridad (NSC). Allí prácticamente se selló oficialmente su vínculo como asesor y burócrata con los Demócratas.

Pero su verdadero lazo con los jefes del partido del burrito vino luego, cuando un Joe Biden más joven y que fungía como Senador por Delaware, lo tomó como uno de sus principales consejeros. A principios del nuevo siglo Biden llegó a presidir el Comité de Relaciones Exteriores del Senado y era uno de los tipos importantes del establishment demócrata dentro de la cámara, por ello Blinken llegó a ser incluso Director de Personal de dicho comité por un espacio de 6 años, hasta que Biden decidió apuntar más alto.

En 2008 “Tony” hizo sus maletas para embarcarse con Joe Biden en la aventura de este último para intentar lograr la candidatura presidencial demócrata, perfilándose incluso como su asesor en temas de exteriores, pero el fenómeno pop en el que se había convertido Obama era imparable. Allí el veterano Senador por Delaware no tenía opción alguna, más que la de, en el camino, aceptarle el puesto en el ticket a Barack, para servirle como candidato a Vice-Presidente en la fórmula.

Blinken no desapareció de la escena. Durante toda la era Obama siguió en lo suyo: ser el poder detrás del poder, en materia de política exterior en los Estados Unidos. En los 8 años de esa administración demócrata siguió siendo asesor de la NSC, fue nombrado como asesor principal de política exterior del entonces Vice-Presidente Biden, e incluso llegó a escalar hasta los cargos de Vice-Asesor de Seguridad Nacional y, más importante aún, Vice-Secretario de Estado. Siempre allí.

De sus años en la pomada como asesor de Obama y Biden en política exterior se tienen señales mezcladas y, a veces, hasta confusas. Se dice que Blinken fue uno de los principales hombres detrás del diseño de buena parte de lo que Barack puso en marcha por esta época puertas afuera de los Estados Unidos.

Facebook: U.S. Department of State

Y allí hay material de sobra que los Demócratas preferirían que fuese borrado de la memoria del estadounidense promedio: desde insistir con la ocupación ya por entonces empantanada en Afganistán, pasando por un dudoso acuerdo en materia nuclear para pacificar a los iraníes (que éstos nunca honraron completamente) o las concesiones hechas a Cuba para intentar regularizar las relaciones entre los dos países (sin que la isla haya visto un ápice de apertura hacia la democracia en estos años).     

¿Hasta qué punto la política exterior de Obama realmente fue el reflejo de lo que le asesoraba Blinken? Probablemente no lo sabremos nunca. Las decisiones dentro de las administraciones de gobierno en EEUU terminan entrañando un mundo complejo en el que confluyen tanto los consejos de los asesores como la propia impronta personal del Presidente.

Pero vamos al grano: ¿Qué es lo que piensa Blinken del mundo? ¿Cuál es su enfoque? Paradójicamente su visión de la política exterior estadounidense parece ser una mix de cosas: por un lado se ha mostrado partidario de las opciones de fuerza y de las intervenciones armadas de EEUU en algunas partes del mundo (Irak, Siria, Ucrania y Libia); pero por otro, comúnmente se le ha retratado como uno de los principales defensores del llamado “multilateralismo” a la hora de resolver problemas; es decir de concertar acciones con otras naciones antes de asumir posiciones en solitario.

Aunque Blinken parece un hombre decidido a hacer valer el papel que tienen EEUU y Occidente ante el mundo (y eso es bueno), se ha empeñado hasta la saciedad en criticar a Trump por considerar que éste puso a su país a bailar solo dentro de la comunidad internacional.

El recién estrenado Secretario de Estado parece tener demasiada fe en Europa y en la capacidad de establecer puentes con ésta para ponerle un freno al terrorismo islámico y a otras amenazas a la democracia liberal y a Occidente mismo. Eso en medio de un tiempo en el que instituciones como la ONU, la OMS y la propia Unión Europea, por ejemplo, se quedan bastante rezagadas cuando de salir a poner el pecho por la decencia y la racionalidad se trata.

En su discurso de asunción del cargo ante el comité de política exterior del Senado, Blinken ha  manifestado que China, Rusia, Irán y Corea del Norte son “amenazas” que atentan contra los Derechos Humanos y la democracia. Ahora bien, ¿Hasta dónde se le podrá poner coto a estas amenazas con un liderazgo tambaleante dentro de los EEUU? ¿Hasta dónde puede ser efectivo un líder que desborda buenismo y  vive esperando que “el mundo” lo acompañe para hacer valer sus posiciones?

Lamentablemente vivimos en tiempo de demasiada corrección política en la que, si Occidente y EEUU han perdido espacio frente a las amenazas del terrorismo islámico o del comunismo ecuménico, ha sido justamente por la incapacidad de confrontar directamente al agresor. Por esperar que la diplomacia de toda la vida resuelva “diplomáticamente” problemas que solo se atajan con determinación y sin vacilaciones.

Quisiera tener la fe que tiene el Señor Blinken en el mundo civilizado y los “aliados naturales” de Occidente. Ese mundo en el que todos los defensores de la democracia, la libertad, el mercado y el pluralismo se ponen de acuerdo, se toman de la mano y combaten por los medios que sea a los enemigos de la civilidad. Sin embargo, de repente me despierto del sueño y caigo en cuenta de la realidad: no es justamente ese el mundo que tenemos en este momento.

Al nuevo Secretario de Estado de los EEUU le deseo suerte. Es lo único que puedo desearle a alguien a quien, hasta ahora y por más que intento, no logro comprender completamente…

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