Para este 1 de marzo se encuentra citado a comparecer ante la Cámara de Diputados el Titular de la ASF, David Rogelio Colmenares Páramo, así como algunos de sus auditores especiales para explicar los resultados de la revisión a la Cuenta Pública 2019 tan cuestionada por el presidente López Obrador.
Esta semana fuimos testigos de un penoso espectáculo que pone en duda al organismo fiscalizador más representativo del país. Su imparcialidad está cuestionada y su capacidad de hacerle contrapeso al Poder Ejecutivo en algo tan delicado como lo es la vigilancia en el uso correcto de los fondos públicos, se encuentran en la cuerda floja.
La Auditoría Superior de la Federación (ASF) órgano técnico especializado de la Cámara de Diputados, dotado de autonomía técnica y de gestión, que es la encargada de fiscalizar el uso de los recursos públicos federales hizo entrega de los informes individuales sobre la revisión de la Cuenta Pública 2019, el primer año de gestión de López Obrador, donde se hicieron observaciones por 67 mil 498 millones de pesos, resultado de un total de mil 358 auditorías, donde se incluyen fiscalizaciones a los principales programas, proyectos y obras del gobierno morenista.
La tercera parte del informe fue la que acaparó la atención por señalar que la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAIM) en Texcoco costaría tres veces más de lo que había proyectado en su momento el mal llamado gobierno de la Cuarta Transformación llegando hasta 331,996 millones de pesos.
López Obrador, en su conferencia matutina arremetió contra la ASF y calificó como “tendencioso y falsa” la revisión sobre los recursos públicos ejercidos para la cancelación del Aeropuerto de Texcoco.
“Exageran y no solo eso, están mal sus datos, yo tengo otros datos y se va a informar aquí y ojalá lo hagan ellos los de la Auditoría Superior de la Federación porque le están dando mala información a nuestros adversarios, y yo creo que no deben de prestarse a esas campañas”, cuestionó el mandatario.
La ya tradicional práctica comunicativa de apelar a los “otros datos” ante revelaciones que no benefician al presidente López Obrador, ciertamente, ya se esperaba. Pero lo que provoca alarma es que la Auditoría Superior de la Federación, aparentemente cedió ante las presiones del gobierno y terminó por retractarse de los resultados asegurando que hubo diversas inconsistencias técnicas en la estimación de los costos reportados en relación a la cancelación del Aeropuerto de Texcoco.
David Rogelio Colmenares Páramo, titular de la ASF, negó que la rectificación atienda al regaño del presidente pues únicamente detectaron diversos problemas de metodología, por lo que conformaron un grupo que revisará y corregirá el informe de manera inmediata.
A lo expresado por el periodista Carlos Loret de Mola, referente a que “el auditor es un incompetente o es cómplice”, yo agregaría que el auditor es un cobarde y los supuestos “errores de metodología” que lo llevaron a desdecirse de sus cifras le costará a la institución la credibilidad que le llevó años construir. En general, el detrimento es a los mexicanos, ya que la revisión al uso y destino de los recursos públicos quedará manchada en esta controversia.
No es asunto menor que esta telenovela robe la atención a todas las irregularidades detectadas sobre todo en la entrega de apoyos sociales, son decenas de millones de pesos que deben ser explicados. Duplicidad de beneficiarios, personas no identificadas, cobro de apoyos por personas fallecidas. Prácticas que sin duda enterrarían el mito obradorista que coloca gobierno que transita como la panacea ante ese pútrido hábito que aqueja a los mexicanos: la corrupción.
Al final, el auditor que quiso salvarse el pellejo a costa del buen nombre de la Auditoría Superior, difícilmente podrá mantenerse en el cargo una vez que comiencen las comparecencias en la Cámara de Diputados. Seguramente López Obrador hará los movimientos necesarios antes de que su mayoría legislativa sea amenazada después de las elecciones de junio.
En México cada día, los mecanismos de rendición de cuentas y los contrapesos institucionales se van desdibujando. Organismos de vigilancia que se consideraban altamente respetados y temidos por cualquier servidor público, hoy se despiertan con heridas de muerte.
Recordemos que las investigaciones de la ASF sobre los actos de corrupción en administraciones anteriores, fueron la punta de lanza para que la izquierda pudiera capitalizar el desprestigio de la clase política en ese entonces gobernante.
Una vez que los organismos fiscalizadores se encentren totalmente cooptados, la posverdad del gobierno de López Orador que se vende como puro y honesto será casi imposible de desenmascarar.