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EL EQUIPO JURÍDICO DE TRUMP, CADA VEZ MÁS SEGURO

Los responsables demócratas, entre la Casa Blanca y el mono naranja

El candidato demócrata a la presidencia de Estados Unidos, Joe Biden, habla sobre los resultados de las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 2020 durante una breve aparición ante los periodistas en Wilmington, EEUU, 4 noviembre 2020. REUTERS/Kevin Lamarque

Los partidarios de Trump cayeron a miles sobre Washington, el corazón de la Bestia, en una marea que dejó todo intacto a su paso, sin entretenerse en quemar nada ni saquear tiendas. Pero sus enemigos esperaron en manadas a los que quedaban aislados, matrimonios con hijos pequeños, tipos solos, parejas, para acosarles como fieras.

La imagen, inmortalizada en numerosos vídeos que se repiten una y otra vez en redes, es desastroso para el equipo demócrata, la barbarie imponiéndose a la civilización, los eternos enemigos de la libertad contra quien osa oponerse al discurso de las élites.

No parece importarles. Como tampoco tiene el menor pudor en incluir en el absurdo ‘gabinete de transición’ de Joe Biden a Peter Neffenger, presidente de la oficina estadounidense de Smartmatic, ya saben, la empresa de origen venezolano que comercializa el sistema de conteo de votos Dominio, el de los numerosos ‘errores informáticos’ que beneficiaban invariablemente a los demócratas en las recientes elecciones. Un descaro así alcanza niveles que creíamos solo alcanzables por Pedro Sánchez.

Los demócratas saben que la apuesta no es la habitual en unas elecciones presidenciales, cuatro años de aguantar al rival hasta que les llegue la hora de sucederle: es existencial, y las dos partes lo saben. Los trumpistas e incluso el Partido Republicano (no son lo mismo, ni parecido) se han dado cuenta de que si los demócratas ocupan la Casa Blanca acelerarán exponencialmente la agenda globalista y, sobre todo, tomarán todas las medidas necesarias para que sus rivales nunca vuelvan al poder.

Por su parte, los demócratas temen, no sin razón, que con Trump de vuelta en la Casa Blanca tengan que acabar respondiendo del gigantesco fraude electoral y de otras muchas cuestiones pendientes -Obamagate, disco duro del portátil de Hunter Biden, etcétera- y pasar de las esperanzas de gloria a una celda federal. Nadie puede ceder un milímetro.

Algunos creyeron ver un rayo de esperanza en un tuit del presidente, este: “Ganó porque la Elección estaba Amañada. NO SE PERMITIÓ A NINGÚN OBSERVADOR, el voto lo tabuló una empresa privada de izquierda radical, Dominion, con mala reputación y un equipo cutre que no pudo siquiera pasar los criterios de Texas (que gané por un montón), por los Medios Fake & Silentes, & más!”.

Confuso, lo sé. Pero muchos se quedaron en las dos primeras palabras (“He won”), y lo interpretaron como que estaba concediendo, al fin. El revuelo fue lo bastante considerable como para que el presidente tuviera que aclarar en un tuit posterior: “Solo ganó a ojos de los MEDIOS DE FAKE NEWS. ¡No concedo NADA! Nos queda un largo camino. ¡Han sido unas ELECCIONES AMAÑADAS!”.

En el equipo jurídico de Trump parecen, sin embargo, cada vez más seguros de su postura. Una de sus estrellas, Sidney Powell -que ‘suena’ para dirigir la CIA en el segundo mandato de Trump- ha dicho, entrevistada por Maria Bartiromo, de Fox News, que tiene pruebas de que varios gobernadores han aceptado sobornos para ellos y sus familias a cambio de utilizar el sistema informático Dominion para manipular elecciones. Si consiguen demostrarlo, las consecuencias van mucho, pero mucho más allá de saber quién será presidente de Estados Unidos los próximo cuatro años. 

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