«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Es uno de los máximos representantes de la izquierda posmoderna

Madina, el síndrome de Estocolmo y la coartada que usa el PSOE para justificar a Bildu 

El exdirigente del PSOE Eduardo Madina. Europa Press.

El 19 de febrero de 2002 los etarras Iker Olabarrieta y Asier Arzalluz hicieron estallar la bomba lapa colocada en los bajos del coche del secretario de política institucional de las Juventudes Socialistas del País Vasco, Eduardo Madina, de 26 años. La gravedad de las lesiones provocó la amputación de su pierna izquierda y su retirada del voleibol como jugador profesional. 

Década y media después Madina mostraba interés en integrar al brazo político de ETA en la vida política española. «Creo que Otegi debe salir de la cárcel», dijo en 2015 cuando el terrorista cumplía una condena de seis años y medio por intentar reconstruir Batasuna bajo la dirección de ETA a partir del proyecto Bateragune. 

En realidad, no se trata de ningún viraje ni de un generoso perdón a los terroristas (algo que corresponde a la esfera privada), sino la estrategia seguida por el PSOE desde la negociación de Zapatero con ETA y el Pacto del Tinell: conformar un nuevo Frente Popular que aísle y deslegitime a cualquier fuerza política que priorice la defensa de España por encima de cualquier otra cosa.

En estas circunstancias, a Madina le parece mejor Otegui que Abascal por una sencilla razón: Bildu ha pasado por el aro de la ideología de género, auténtica jura de bandera del sistema, y eso integra a los secuestradores y excluye a Ortega Lara. Así son las cosas.  

Eduardo Madina, frustrado su intento de liderar el PSOE en 2014 o que lo hiciera Susana Díaz tres años después, dejó la política -o al revés- y hoy se dedica al mundo de la tertulia en la cadena SER más degradada que se recuerda desde las tres capas de calzoncillos de Ferreras el 11-M. Esta semana, Madina ha vuelto por sus derroteros: «Hay que repetirlo. Al clavo que hay que darle tantas veces hasta que entre. Cordón sanitario ya. VOX es el único partido no comparable a ningún otro en España. Nada se le parece”.

La reflexión de Madina le convierte en uno de los máximos exponentes de la llamada izquierda Movistar, etiqueta que aúna a toda la progresía posmoderna que abraza el feminismo, el ecologismo, la inmigración masiva y rechaza cualquier idea de patria mientras desprecia al trabajador corriente que usa coche, come carne y ama a su país. Este pensamiento Madina-Broncano, que en realidad sólo se puede permitir gente como Ana Patricia Botín, se impone para delimitar la libertad de expresión a artistas que osan salir del rebaño (Pitingo) y cordones sanitarios contra partidos que denuncian los pactos con Bildu y golpistas. Es decir, se trata de presentar a la presidenta del primer banco de España como una mujer oprimida y a Otegui como hombre de paz.

Desde luego, el listón está muy bajo para mantenerse como tertuliano de la SER. Ahora se cumple año de la ridícula actuación de Ángeles Barceló con Pablo Iglesias, al que suplicó -cogiéndole la mano- que no abandonara el debate electoral que mantenía con PSOE, CS, Más Madrid y VOX. Rocío Monasterio invitó al candidato de Podemos a irse ante la exigencia de este de que condenara la violencia por los misteriosos sobres con bala que había recibido. 

Monasterio dijo lo siguiente:

-Nosotros condenamos todo tipo de violencia y nos hubiera gustado que el señor Iglesias condenara la violencia que sufrimos en Vallecas. Le animo a que vaya a una comisaría a denunciar estas amenazas. Yo lo que le he dicho es que los españoles ya no nos creemos nada de este Gobierno. Si usted es tan valiente, levántese y lárguese.

-Esto no es aceptable. Si no se retracta me voy-, contestó Iglesias.

-Pues lárguese, que es lo que queremos muchos españoles-, concluyó Rocío. 

Quien también ha quedado retratado esta semana ha sido el PSOE por negarse en Bruselas a apoyar las investigaciones contra ETA por delitos de lesa humanidad. Al día siguiente, y ante el revuelo causado, los socialistas respaldaron finalmente el informe de la comisión de Peticiones en el que se sugiere al Gobierno que vincule los beneficios a los presos a su colaboración para esclarecer más de 370 crímenes cometidos por la banda. 

Claro que esta deriva ya la vio venir la madre de Joseba Pagaza, que advirtió hace unos años que el PSOE “haría cosas que helarían la sangre de las víctimas de ETA”. Una de ellas la protagonizó -otra vez- Madina, que en 2018 acudió a la presentación de un cómic junto a Fermín Muguruza, histórico líder del grupo de música proetarra Kortatu. «Fermín y yo nunca hemos estado enfrentados, su obra ha acompañado mi vida”, dijo. Al acto también acudió el mismísimo Otegui, que charló sonriente con Madina y la líder del PSE, Idoia Mendia, quien meses después compartiría mesa y mantel con el batasuno en una comida de Navidad organizada por El Diario Vasco.

Aunque ya no forma parte de la primera línea política de su partido, Madina es hoy la coartada que permite al PSOE echarse unas risas y brindar la Navidad con quienes antes ponían bombas. Todo sea, claro, para normalizar que Bildu y los golpistas marcan el paso al Gobierno de la nación mientras el peligro, según dicen, es la «ultraderecha».

Madina, en fin, es uno de los máximos representantes de la izquierda posmoderna, la que posa en el 15-M pero da sermones en la radio del régimen. La que fantasea barricadas pero pisa moqueta. La que finge subversión pero sus ideas son páginas del BOE defendidas por el rebaño de tertulianos en los numerosos altavoces mediáticos gubernamentales.

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