El Banco Central de Venezuela (BCV) ha anunciado que a partir del 1 de octubre entrará en vigencia una nueva reconversión monetaria en el país. El ente controlado por el régimen chavista ha precisado que en esta oportunidad se le eliminarán 6 ceros al bolívar, al tiempo que se pondrán en circulación nuevos billetes acordes a la naturaleza de esta medida.
Así, por ejemplo, un artículo como la harina de maíz pre-cocida para hacer arepas pasará de costar unos 4 millones de bolívares a tener un precio de 4 bolívares (Cerca de Є1). Todo producto de la magia y el maquillaje socialistas.
En el fondo la nueva reconversión chavista intenta esconder algo que no puede ocultarse más: que el bolívar como unidad monetaria ha perdido toda su fuerza, por lo que al régimen de Maduro no le ha quedado otra opción que admitir una nueva devaluación de la moneda.
Actualmente en el país caribeño hay precios de productos y servicios que, expresados en bolívares, exhiben tantos ceros que hacen de cualquier simple tarea de contabilidad un verdadero tormento.
En ese contexto, en la Venezuela de hoy es común encontrar que cualquier tipo de establecimientos (desde grandes cadenas de supermercados hasta vendedores informales en las calles) expresan el valor de los productos y servicios que ofrecen en dólares americanos. Al principio esta tendencia fue perseguida por el gobierno de Maduro; sin embargo, desde hace algún tiempo las autoridades chavistas han optado “por dejar hacer y dejar pasar”, permitiendo que todos los precios se marquen en la divisa estadounidense.
La admisión de esta “dolarización” informal de la economía venezolana le ha permitido al régimen socialista enmascarar la crisis económica que atraviesa la nación desde hace varios años, apuntalando así una imagen artificial de que las cosas están mejorando en el país sudamericano.
Lo cierto es que el bolívar, en tanto moneda oficial del país, ha quedado descartado prácticamente de todas las transacciones comerciales que realizan los venezolanos día a día.
La nueva eliminación de ceros se da después de que en marzo de este mismo año, el régimen hubiese optado por emitir un nuevo cono monetario para intentar ajustar la denominación de los billetes en circulación a los crecientes precios de los bienes y servicios en Venezuela. En ese momento fueron lanzados billetes de 200mil (Є 0,04), 500mil (Є 0,10) y 1 millón (Є 0,20) de bolívares. Estas piezas monetarias rápidamente se convirtieron en objetos de museo.
Curiosamente, los bolívares se han terminado utilizando como mecanismo para “completar” pagos en Dólares. Ante la ausencia de circulación de billetes de 1 Dólar o de monedas de 1, 2, 5 y 10, 25 y 50 centavos estadounidenses en el mercado venezolano, los dependientes de los establecimientos comerciales han optado por dar cambios en bolívares a sus clientes, cuando éstos efectúan pagos que no son exactos.
Las reconversiones monetarias -que realmente son devaluaciones- no son nuevas en Venezuela: en 2008 Hugo Chávez aprobó la primera de ellas ocurrida durante la era chavista. En aquella oportunidad se le quitaron de un plumazo 3 ceros al bolívar. Diez años después, en 2018, el propio Nicolás Maduro puso en marcha una nueva eliminación de ceros, al quitarle 5 al bolívar. Con la nueva devaluación el signo monetario venezolano entraría en una zona en la que, en 13 años, se le habrían suprimido 14 ceros en total.
El resultado de las anteriores “reconversiones monetarias” bajo los mandatos de Chávez y el propio Maduro ha sido uno solo: al cabo de un tiempo de haberse puesto en marcha, los nuevos billetes que se han emitido han quedado cortos a la hora de hacer transacciones comerciales cotidianas para el venezolano promedio.
El proceso inflacionario existente en la nación sudamericana desde hace años ha pulverizado el poder de compra de esos bolívares que, con más o con menos ceros artificiales, igualmente se devalúan a la velocidad del rayo. Se trata de un círculo vicioso en el que el maquillaje dura por un rato, pero es imposible que lo haga por siempre.
Esto no sorprende si se evalúa el problema que origina todo este desbalance: la existencia de un gobierno socialista en Venezuela desde hace más de 20 años, mismo que ha imbuido al país en uno de los procesos hiperinflacionarios más largos de toda la historia contemporánea del mundo. De hecho, de acuerdo con distintas metodologías utilizadas para medir este nefasto indicador, los 44 meses consecutivos que acumula el país caribeño en hiperinflación lo acreditan como el segundo proceso de este tipo más prolongado a nivel internacional, solo detrás del vivido por Nicaragua entre 1986 y 1991, durante 58 meses consecutivos.
Pero si de malos referentes se trata, el camino de borrar ceros para maquillar el desastre propio de un sistema económico improductivo, centralizado y corrupto, el chavismo solamente ha imitado lo hecho por tiranuelos de la estirpe de Robert Mugabe.
El ya fallecido dictador de Zimbabwe saltó a la fama por promover en 2009 una insólita quitada de 12 ceros a la moneda local, debido al tortuoso proceso hiperinflacionario en el que estaba sumergido aquel país. Al igual que ocurre con la Venezuela de hoy, en la nación africana la moneda oficial había perdido tanto su valor que muchas transacciones económicas allí se realizaban directamente en dólares americanos y otras monedas internacionales.
En suma: el socialismo destruye. Y generalmente la economía es una de las principales áreas de acción en donde esa destrucción revela su peor rostro.
Tiranías como la venezolana tienen enormes problemas para lidiar con la realidad, por eso buscan construir una paralela. Pero en los procesos económicos no hay maquillaje ni fantasías que valgan, pues la verdad siempre explota en la cara, como de seguro le explotará nuevamente a Maduro con esta “reconversión monetaria”.