Ni en Cataluña, ni el País Vasco, ni en Vallecas, ni en Navalcarnero, municipio del suroeste de la Comunidad de Madrid en el que VOX ganó en las pasadas elecciones generales. La anormalidad democrática continúa y la formación liderada por Santiago Abascal sigue sin poder hacer campaña con naturalidad por la amenaza y la violencia de la extrema izquierda amparada por los medios que día sí y día también se suman a la demonización de la tercera fuerza política de la nación.
“Es propaganda nazi”. Así tildó Pablo Iglesias el exitoso cartel electoral en el que VOX denuncia el coste de 4.700 euros que tiene un ‘mena’ para el erario público y las exiguas pensiones que reciben miles de abuelas en España. Lo hizo horas antes de que este miércoles una de sus hordas de niñatos -ultraizquierdistas y magrebíes- obligara a Abascal a detener el acto electoral en Navalcarnero por el lanzamiento de objetos, piedras y huevos que impedía el democrático desarrollo del mitin. El líder de VOX, que acudió a esta Villa Real que llama cuna a Madrid, a Castilla madre y a España llama Patria, según su himno, junto a la diputada Patricia Rueda, pidió a continuación al jefe del dispositivo policial el desalojo y la identificación de todos los delincuentes que estaban cometiendo el delito electoral.
“Hacemos responsable una vez más al ministro del Interior de cualquier tipo de agresión que se pueda producir en esta plaza”, afirmó Abascal, que aludió a la responsabilidad de Fernando Grande-Marlaska en la vulneración de la Carta Magna y de los derechos de los electores de un partido legal que siempre ha mostrado un respeto escrupuloso al marco constitucional. Y se bajó de la tribuna.
La localidad, en la que VOX fue la fuerza más votada el 10 de noviembre de 2019 con 3.988 papeletas y el 28,2%, casi el triple que Podemos (1.512 y 10,7%) y siete veces más que Más País (620 y 4,39%), había recibido un cuarto de hora antes, bajo una enseña nacional con el lema “Navalcarnero Por España” y al grito de “presidente, presidente” a Abascal en la Plaza del Teatro, un enclave céntrico y varias veces mejorado que se sitúa a poco más de 150 metros del conjunto histórico -Plaza de Segovia, iglesia de Nuestra Señora de la Asunción y todo el entorno- declarado Bien de Interés Cultural. Padres con sus hijos pequeños, jóvenes y mayores habían aplaudido cada una de las proclamas de Rueda y Abascal en defensa del sentido común y de la función social de VOX el 4 de mayo: evitar el asalto comunista a Madrid. Y el fin de las restricciones y el toque de queda que Isabel Díaz Ayuso ya ha prometido mantener en Madrid más allá del 9 de mayo.
Pasados unos minutos y con los agresores ultraizquierdistas y magrebíes fuera de la plaza, Abascal volvió para reiterar que VOX dice la verdad, aunque al consenso progre le irrite, y habla en román paladino. El acto concluyó con el himno nacional, como terminan siempre los mítines de VOX. Y tras el baño de masas de Abascal en la salida, con decenas de selfies incluidos, más vergüenza. Los cafres de Iglesias protegidos por Marlaska, agazapados en una calle adyacente, comenzaron a lanzar piedras, huevos y distintos objetos a los que salían de la plaza. Un huevo alcanzó la cabeza de una niña de diez años provocándole un gran sobresalto.
La agresión a la menor motivó un aviso de Abascal a través de las redes sociales: “Esta noche voy a valorar si, en lo que queda de campaña, animamos a nuestros simpatizantes a defendernos de las agresiones si no interviene la policía para proteger a nuestra gente y detener a los agresores”. Si a partir de ahora Marlaska no actúa para proteger la integridad de los asistentes a sus actos, actuarán ellos.