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EL 1 DE MARZO DE 2008 ÁLVARO URIBE DIO UNA ESTOCADA AL TERRORISMO COLOMBIANO

Operación Fénix: el golpe militar de Uribe que marcó el inicio del declive de las FARC

En enero de este año salió publicado el más reciente libro del autor colombiano Eduardo Pizarro Leongómez, hermano de Carlos Pizarro Leongómez, quien fue líder de la guerrilla M-19 y firmó la paz con el Gobierno colombiano en marzo 1990 –siendo asesinado dos meses después en pleno vuelo comercial a punta de metralleta–. Era, para el momento de su muerte, candidato presidencial. La obra en cuestión, lleva por título “Las Fronteras y la Guerra” y ha sido impreso por la editorial Planeta.

En el mismo, el autor analiza las repercusiones de la denominada “Operación Fénix” que dio de baja al jefe guerrillero de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), alias Raúl Reyes, llevada a cabo en 2008 por el gobierno de Álvaro Uribe Vélez.

En su análisis retrospectivo, Eduardo Pizarro expresa que la Operación Fénix era absolutamente necesaria para la seguridad y la defensa de Colombia, porque de no haberla realizado, las FARC habrían causado mucho más daño a la nación neogranadina. Esto a pesar de la intervención en territorio ecuatoriano.

La información contenida en los computadores y demás dispositivos electrónicos de Raúl Reyes revelan que desde el campamento madre del grupo subversivo ubicado en el lado ecuatoriano de la frontera con Colombia, se realizaban impunemente todo tipo de operaciones, ante la mirada cómplice del gobierno de Rafael Correa.

El autor enumera algunas de ellas: “Refugio para escapar a la persecución oficial, bases seguras para la formación de cuadros políticos y militares propios o de organizaciones aliadas, espacio seguro para impulsar la diplomacia insurgente y efectuar reuniones con aliados internacionales, zona de descanso, plataforma para enviar jefes o militantes para tratamiento médico, fuente de ingresos legales o ilegales, obtención de armas y explosivos, lavado de activos, y base de comunicaciones y propaganda”.

Pizarro señala, además, que desde el campamento de Reyes se expandía la influencia internacional de los terroristas colombianos. “Los delegados de las FARC en México contaban con oficina, visa de residencia permanente con el nombre de cada uno y no los sobrenombres. Además de la oficina en Ciudad de México, tenían otras tres en Monterrey, Texcoco y Toluca”.

La revista de las FARC, “Resistencia Internacional”, contaba con tres números al año y un tiraje de 13.500 ejemplares, alcanzó a ser editada simultáneamente en ocho idiomas: español, portugués, italiano, inglés, francés, alemán, ruso y sueco, y se distribuía en los 30 países en los cuales había presencia de la organización terrorista. Todo esto se coordinaba desde el campamento de Raúl Reyes en Ecuador.

Simultáneamente, las FARC contaban con el apoyo de Hugo Chávez en la frontera con Venezuela, conformando de esta manera una operación alicate desde los dos santuarios, el ecuatoriano y el venezolano. El apoyo del chavismo a los subversivos fue –y sigue siendo– tan descarado, que el jefe guerrillero Iván Márquez operaba desde su propio búnker ubicado en Fuerte Tiuna, la instalación militar más importante de Venezuela, en donde se daba el lujo de tener reuniones con el alto gobierno venezolano e incluso con los jefes del Ejército de Liberación Nacional (ELN), como alias Gabino.

Según los hallazgos del computador de Reyes, las FARC llegaron a intercambiar mensajes hasta con el líder libio, Muammar al-Gaddafi, a quien le solicitaron 100 millones de dólares: “Como integrantes del Estado Mayor Central de las FARC-EP, recibimos el mandato de este organismo, así como de su secretario nacional y del comandante en jefe de solicitarle un crédito de 100 millones de dólares, a pagar en cinco años” para cumplir con el “plan estratégico de la conquista del poder” en Colombia.

Los computadores de Reyes confirmaron que las FARC sostenían una sólida relación con el grupo terrorista vasco ETA. El autor explica que no se trató solamente de un entrenamiento en explosivos, sino que se planificaron desde Ecuador “atentados en España en contra de personalidades de gobierno”.

No le falta razón a Pizarro Leongómez cuando afirma que la Operación Fénix propinó una “derrota estratégica” a las FARC. A partir de ese momento, el grupo guerrillero cayó en cuenta que no tenía sentido continuar la lucha armada en los mismos términos que lo habían hecho en el pasado, y concluye afirmando que con “la incautación de los archivos de las FARC, a mi modo de ver, en ese trágico mes de marzo de 2008, comenzó el declive definitivo”.

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