«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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LA IZQUIERDA ENCONTRÓ A SU HOMBRE DE PAJA

¿Qué se puede esperar de Arce, el nuevo presidente socialista de Bolivia?

Evo Morales junto Luis Arce.

Han pasado solamente tres días desde la victoria de Arce Catacora en las elecciones generales y el Movimiento al Socialismo (MAS) empieza a mostrar algunas de sus principales características, que no precisamente incluyen la conciliación pacífica.

Inicialmente se observa cómo buscan fortalecer la narrativa del supuesto golpe contra Morales en 2019, haciendo de los ministros de gobierno y de defensa su primer blanco de ataque luego de las elecciones. Buscan con ello que caigan las causas de narcotráfico, corrupción, despilfarro, sedición y terrorismo que pesan sobre la imagen tanto de Evo Morales como del MAS.

Buscan además que ante los ojos de la opinión pública dejen de ser los violentos que bloquearon el paso de las ambulancias y camiones cisterna con oxigeno de urgencia para pacientes de COVID-19 en plena cuarentena.

Una de las primeras afirmaciones de Evo Morales ante la victoria de su partido ha sido que las decenas de causas en su contra simplemente caerán, pero nunca se compromete a demostrar que se trate de acusaciones falsas en su contra.

Pero no sólo eso, sino que la extrema izquierda latinoamericana, identificada como el Foro de São Paulo, el Socialismo del Siglo XXI o el Grupo de Puebla, parecen haber encontrado al hombre de paja perfecto para continuar con una narrativa victimista y reivindicativa que lave una alicaída imagen y reimpulse su proyecto de poder regional y transnacional inmediatamente.

Para el Grupo de Puebla es muy importante dejar establecido que la izquierda siempre reivindica causas sociales, mientras la derecha será golpista en todo momento y lugar.

De igual manera, la mencionada narrativa también servirá para desquitarse por la caída de Evo Morales en 2019, que pareció haber sido tan dolorosa como sorpresiva para este proyecto político regional. Ahora recuperan una plaza estratégica que no recuerda otra cosa más que la Teoría del Foquismo del Che Guevara y la guerrilla que pretendió instalar en Bolivia en los años 60 y fracasó.

En este sentido, tampoco será extraño ver que la victoria de Arce Catacora sea utilizada también fuera de las fronteras de Bolivia, pues ayuda a debilitar las distintas tareas que la justicia desarrolla en contra de Cristina Fernández en Argentina, Lula da Silva en Brasil, Nicolás Maduro en Venezuela y ahora también Pablo Iglesias en España.

Es por esto que también se ataca ahora a Luis Almagro pidiendo su renuncia como secretario de la Organización de los Estados Americanos (OEA). Si bien Almagro jugó un rol fundamental en demostrar que hubo manipulación dolosa en las elecciones de 2019 – luego de una investigación que el mismo Evo Morales demandó – cinco meses antes había dicho que no dejar participar al presidente en los comicios habría sido “discriminatorio”.

En aquel momento Almagro buscaba apoyo de Bolivia para ser ratificado como Secretario General de la OEA, al punto de haber visitado e incluso haber bailado cueca (un baile típico del valle cochabambino) en la sede de los cocaleros en el Chapare, y no tuvo mayor reparo que hacerlo avalando una prórroga inconstitucional y obviando el mandato del pueblo boliviano que se había negado – mediante un referéndum en febrero de 2016 – a modificar la Constitución Política del Estado a fin de permitir un nuevo mandato de Morales.

El hecho de que Almagro concluyera que hubo fraude en Bolivia no sólo terminó con las pretensiones de Morales de perpetuarse en el poder, sino que también significó una traición política muy importante contra el MAS y sus colegas en la región.

Con todo esto, quienes todavía tienen la esperanza de que Arce Catacora aproveche la oportunidad que significa su victoria para reconstruir el proyecto político de largo plazo que Evo Morales habría destruido en cuanto vio la posibilidad de perpetuarse en el poder, simplemente se equivocan. Las señales son claras, ni el MAS ni el Grupo de Puebla abandonarán sus peores costumbres, ni pronto ni nunca.

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