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EL NUEVO SECRETARIO PARA IBEROAMÉRICA ES UN INDICIO DE LOS VÍNCULOS DE SÁNCHEZ CON LA HABANA

Sánchez hace de la corrupción el eje de su relación con la Iberosfera

El presidente de España, Pedro Sánchez, y el líder cubano, Miguel Díaz-Canel
Sánchez en una reunión con el dictador cubano Miguel Díaz-Canel. Europa Press

Hemos llegado a un punto difícil de tratar cuando se habla de la relación de España con Iberoamérica y El Caribe hispano parlante. Todo gracias a la ocurrencia de Pedro Sánchez al nombrar a un corredor de negocios oscuros con Venezuela en la Secretaría para Iberoamérica, el Caribe y el Español en el Mundo.

El aludido es Juan Fernández Trigo. Obviamente, persona de la más alta confianza para el sancho-chavismo si se toma en cuenta que estuvo como Encargado de Negocios en Caracas hasta hace poco. Allí fue capaz de ser interlocutor de los delincuentes afiliados al régimen chavista que regentan la aerolínea Plus Ultra, según indican las investigaciones del caso que diversos medios de comunicación han adelantado.

Es necesario destacar además, que la embajada del Reino de España en Venezuela ha sido lugar de destino de connotados delincuentes que han hecho del negociado y de las comisiones sobre negocios agenciados, su principal actividad. De Morodo en adelante, se tuvo allí un centro de operaciones de la legitimación de capitales que ha permitido que empresarios afiliados al chavismo y banqueros con oscuros vínculos y métodos, terminaran tranquilamente asentados en España, comprando bancos e invirtiendo en el ladrillo, el destino favorito de los legitimadores de capitales.

Obviamente esos movimientos tácticos del capital boliburgués son auspiciados desde la embajada en Caracas. Y el nombramiento de Fernández Trigo no es más que otro indicio.

Juan Fernández Trigo – EuropaPress

Donde digo Trigo digo dinero sucio

No hay un solo empresario enriquecido en la Venezuela del chavismo que pueda mostrar el origen lícito de sus fortunas mil millonarias en euros. Es imposible imaginarse la quiebra de todo un país, con un régimen que logró el asqueroso milagro de quebrar nada más y nada menos que a la gallina de los huevos de oro de la industria petrolera y su empresa PDVSA. Pero más difícil para la mente humana es entender como un banquero logra sortear todos los avatares que quebraron a la Nación y convertirse en el hombre más rico de Venezuela, superando todas las fortunas unidas que hay en la lista Forbes pertenecientes a venezolanos. Y ese hombre logró ser cautivado por la embajada española en Venezuela para invertir en el paraíso que es la España de Sánchez y agenciar un banco novedoso, con la cara muy bien lavada y con su propietario entrando en los salones principales de Madrid como un gran señor. 

¿Gracias a quién? A la diplomacia corruptora que bien puede atraer inversores iberoamericanos a España como también puede promover inversiones en la Cuba castrista, aunque eso signifique regentar hoteles e instalaciones expropiadas a empresarios de los EEUU a la llegada de la Revolución en ese país. Hay desde hace bastante rato una ausencia total de ética en ese empresariado que considera que en Iberoamérica y con Iberoamérica todo vale, sin importar que el negocio sea regentar hoteles con entrada libre para jineteras y con mesoneros que ostentan títulos universitarios. Ni habla de las ventas constantes de pertrechos militares y de control de orden público para que en Iberoamérica los opresores de turno repriman a la ciudadanía, pero en español y con armas españolas.

¿Se ha logrado con esta política una mejora de la imagen de España en la región o al menos una consideración especial para con sus empresarios? De ninguna manera. Está más que claro que las empresas del sector hostelería instaladas en Cuba, les irá muy mal a la caída del castrismo. Ni hablar de las revisiones que vendrán a la caída del chavismo con los negociados de todos estos años. O de las posibles denuncias que en cortes internacionales y españolas podrían interponer las víctimas de la represión en la región, heridos o con familiares asesinados con pertrechos vendidos por España.

Ahí, con ese panorama, está claro entonces el papel que pueden jugar personajes como Fernández Trigo, ya no como embajador de España sino como estafeta del capital oscuro que circula en Venezuela gracias al narcotráfico, al Arco Minero y a las sucias jugarretas que el régimen criminal chavista se ha hecho construir para centrifugar sus malas artes por el mundo entero. Y su vasta experiencia en las entrañas del monstruo habla por él: Largo tiempo en la embajada en Cuba, pasantías en Vietnam, Haití, Paraguay y por supuesto, la Venezuela que aprisiona Maduro en su puño. Un extraordinario representante, pero no precisamente de los intereses de España, sino de los enemigos de la Libertad.

La necesaria ética empresarial imposible en socialismo

Ningún régimen opresor de su población debería recibir el beneficio de las inversiones extranjeras. Ese sería un buen punto de partida para instaurar unos valores de empresa que vayan más allá del tema de la rentabilidad y entren en la responsabilidad que para con ellos mismos tienen los empresarios.

Porque ahí donde a un ciudadano no se le permite ser empresario aún siendo nacional, la instalación de una empresa extranjera solo se convierte en cómplice de la opresión. Las libertades económicas no tienen fronteras, pues la libertad como concepto tampoco la tiene siendo así, quien desde el sector empresarial contribuye con regímenes liberticidas, tarde o temprano se verá rodeado por la misma realidad que viven los ciudadanos de los países oprimidos: no tendrán espacio.

Y esto es más que obvio. La alianza que han realizado los países del gang socialista del siglo XXI y que tiene a España como asociado en Europa, ha dejado claro qué tipo de empresas tienen cabida y qué tipo de empresas están vetadas. En Venezuela, Nicaragua, Cuba o Bolivia, la empresa permitida es preferentemente la extranjera, que pague impuestos y coimas y aprovecha las ventajas únicas que se les niegan a los nacionales. Y en cuanto al “empresariado nacional” hablamos en todos estos casos de simples testaferros, convenientes interpuestos que ocultan a los propietarios reales, siempre de la nomenclatura. 

Tarde o temprano, ese gang socialista en su expansión, irá imponiendo el modelo empresarial inmoral que promueven. Y lo irán haciendo con el dinero que reciben de empresarios europeos que se olvidan de la existencia de ese expansionismo corruptor. Así, cuando el empresario español se queja en Madrid de las restricciones que les pretenden imponer con la pandemia como excusa, o de los estigmas que les lanza el ministro comunista del consumo, solo reciben las consecuencias de la inversión que por años empresarios españoles han hecho a favor del castrismo, del chavismo, del orteguismo y de todas las modalidades y morfologías que asume el socialismo del siglo XXI.

Y para quien lo dude, ahí tienen a Fernández Trigo, dispuesto a entrar otra vez en la renovación de la vieja estratagema de los conquistadores: cambian el oro del empresario por el espejito del socialismo opresor y liberticida.

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