Los estados comunistas son aquellos que te dan gratis el producto pero tú no puedes opinar sobre cómo se hace ni las condiciones en que lo recibes, y que se reservan el derecho a dejarte sin él si no obedeces dócilmente. ¿A que se parecen a Twitter y Facebook?
¿Les está gustando la Unión Soviética que se están marcando en Estados Unidos? Me quito el sombrero con Yuri Bezmenov, periodista soviético para RIA Novosti y anterior informante del KGB que desertó a Canadá y advirtió ante las cámaras lo que le venía a América. El tipo lo clavó.
Hace unos días creo que mencioné la posibilidad de que Trump se presentase a las elecciones de 2024 y arrasase. Olvídenlo. No le van a dejar
Mientras Trump está desaparecido e incomunicado -gracias a esas empresas que, dicen los liberales, tienen todito el derecho del mundo a censurarle porque son PRIVADAS-, el nuevo partido único de la República Popular Americana ya está insinuando purgas para sus seguidores y cárcel para él. Son un amor, todo reconciliación y tolerancia.
Hace unos días creo que mencioné la posibilidad de que Trump se presentase a las elecciones de 2024 y arrasase. Olvídenlo. No le van a dejar. Si en algo es buena la izquierda es reteniendo el poder.
Pero no, no va a ser la Unión Soviética. Aquello era, además de socialista, muy ruso, para bien y para mal. Esto es más como dicen los chinos de China: socialismo con rasgos chinos. Y esto será socialismo con rasgos norteamericanos. El primero y más curioso, que las grandes empresas, lejos de convertirse en los enemigos del Estado, pasan a ser parte de él, una subcontrata del totalitarismo. Es comunismo por lo privado.
Durante la ‘pandemia’, esta horrible peste con una tasa de fatalidad inferior al 1%, las fortunas de los hombres más ricos del planeta se han multiplicado, al tiempo que las pymes se arruinaban a millares y tenían que cerrar. No sé a ustedes, pero a mí me parece un plan sin fisuras.
Tiene la ventaja adicional de desactivar a todos los liberales, en el sentido europeo del término, que aplaudirán con las orejas la transición hasta que sea demasiado tarde y quien llame a la puerta de madrugada no sea el lechero, sino el repartidor de Amazon.