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Todo forma parte de una 'campaña de despedida' al presidente

Un controvertido manejo económico y el repunte de las acciones terroristas opacan los últimos días de Duque en el poder

El presidente colombiano, Iván Duque. Europa Press

El gobierno nacional colombiano sigue celebrando y divulgando ampliamente el incremento “histórico” del salario mínimo, que, después de un aumento de 10,07%, quedó en un millón de pesos (220 euros). De igual modo, anuncia un crecimiento económico cercano al 10%, que superó todo pronóstico y se asienta como el más importante de los últimos cien años. Sin duda, se trata de resultados que políticamente se tienen que hacer valer, más en un año electoral en el que las encuestas muestran que los candidatos cercanos al gobierno están lejos de los primeros lugares y serían, hasta el momento, derrotados por la izquierda radical, esa que el actual jefe del Estado, Iván Duque, derrotó con amplio margen en 2018.

Sin embargo, otros indicadores hacen sombra y empiezan a generar malestar en la opinión pública. La inflación en 2021 cerró en 5,62 %, pero en alimentos y bebidas no alcohólicas se ubicó en 17,23%, rubro que afecta gravemente la situación de los trabajadores con menores ingresos y a la población que vive en la informalidad, cercana al 50%. El desempleo se mantiene en dos dígitos (10,08%) y algunos empresarios han comunicado su intención de reducir la nómina porque el incremento del salario mínimo, la inflación y la incertidumbre política los están afectando.

Hay preocupación por lo que pueda pasar en el mes de febrero, cuando se habrán completado los pagos de los nuevos salarios a la mayoría de los trabajadores, pues la inflación se podría disparar, asunto que no conviene que ocurra a un mes de elegir un nuevo Congreso y definir las candidaturas de las tres grandes coaliciones que se han anunciado: la izquierda del pacto histórico, la de centro “esperanza” y el “equipo por Colombia”.

El expresidente Álvaro Uribe, jefe máximo del Centro Democrático, insiste en aumentar el programa de “Ingreso Solidario” (renta básica), tesis que defienden los candidatos de la izquierda radical y moderada, y comunicar mejor los beneficios del conjunto de subsidios que se han establecido en este cuatrienio. El partido del presidente parece haber abandonado las banderas del “estado austero”, pilar de su programa original, por temor a que la opinión pública castigue en las urnas lo que algunos consideran falta de programas sociales.

Atrás quedaron las tesis de bajar impuestos, poner primero la garantía del orden público y la seguridad, generar suficiente confianza inversionista y promover el diálogo popular en contra del populismo estatista. El estado ha perdido el control de muchas zonas, tal como lo evidencian las acciones de grupos terroristas en el departamento de Arauca, el Catatumbo y la costa pacífica. El ministro de Defensa insiste en que se trata de un plan conocido como “Campaña despedida de Duque”, sin reconocer que si grupos como el ELN o las “disidencias de las FARC” son capaces de articularse para llevar a cabo graves atentados en contra de las Fuerzas Armadas y de la población civil, es porque en los últimos años se han podido reagrupar y resistir la tan anunciada ofensiva estatal.

El gobierno está haciendo todo lo posible por comunicar los grandes avances en materia energética, con el presidente grabando comunicados a 80 metros de altura en una de las turbinas instaladas en el nuevo parque eólico de La Guajira, recordando que se logró resolver el entuerto de Hidroituango y que la reactivación económica va viento en popa. Son logros evidentes, importantes y que trazan un camino de desarrollo. Lo es también la publicación de la nueva ley de transparencia y los importantes avances en las plataformas en las que hoy se gestiona la contratación pública.

El problema es que los escándalos de corrupción, la inseguridad en las ciudades, el renovado accionar de grupos terroristas en regiones donde el estado no pudo recuperar el control, la distancia del presidente y su sanedrín con las bases de los partidos de gobierno y en especial con su propio partido, el Centro Democrático; hacen que cualquier avance sea tachado de algo que llegó tarde o que sencillamente es un paño de agua tibia en un organismo enfermo de manera terminal.

Por alguna extraña razón, Duque, el candidato que se eligió con las banderas originales del uribismo, el alumno de Álvaro Gómez Hurtado que prometió combatir al régimen, el presidente que iba a lograr bajar impuestos y liberalizar la economía, reduciendo gasto público y burocracia estatal; terminó con las mayorías en su contra y acusado de representar todo aquello que se comprometió a combatir. Seguro muchas críticas son injustas, es la democracia, pero lo cierto es que hoy el legado del actual presidente es una carta que pocos quieren mostrar cuando se trata de buscar el favor de los electores.  

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