Los pueblos luchan contra el comunismo que trata de imponerse en la región. Y es que la ola de descontento desatada en las naciones donde gobiernan los integrantes del Foro de Sao Paulo, así lo confirma. Por tanto, se hace difícil que ejecuten los planes del marxismo iberoamericano que quiere tomar el control total del continente.
Veamos lo que pasó en Argentina el pasado domingo 14 de noviembre por ejemplo. Allí se llevaron a cabo elecciones parlamentarias para renovar parte del Congreso y el kirchnerismo, salió seriamente vapuleado.
En Bolivia, comenzó un paro nacional para protestar por la imposición de leyes que permitirían al régimen de Luis Arce perseguir a la oposición. Pese a que algunas de esas medidas fueron derogadas, las movilizaciones continúan su curso. El movimiento cívico ha dicho que “el pueblo boliviano no está dispuesto a renunciar a vivir sin democracia ni libertad”.
En Perú, Pedro Castillo no logra estabilizar su gobierno por las reiteradas renuncias de varios de sus ministros, unos por sus nexos con el terrorismo y otros por haber estado involucrado en escándalos. Además, Castillo se ha visto obligado a maniobrar entre el partido que lo llevó al poder y el Congreso opositor, sin poder satisfacer a ninguno de los dos.
En Venezuela, Nicolás Maduro y sus aliados enfrentan un posible juicio ante la Corte Penal Internacional por cometer delitos de lesa humanidad, lo cual está creando fracturas a lo interno del régimen, puesto que una cosa es estar sancionado económicamente y otra muy distinta es ser juzgado por crímenes que no prescriben y que no tienen territorialidad. No todos están dispuestos a acompañar a Maduro en este trance.
En Cuba, el mundo tiene su mirada puesta en las protestas populares que sacuden a esa nación desde el pasado 11 de Julio, las cuales demuestran que el régimen no cuenta con el apoyo de la población, mucho menos después de la muerte de Fidel Castro y del retiro de su hermano Raúl. Díaz-Canel no cuenta con el liderazgo ni con el respaldo unánime de la nomenclatura castrista. Esta vez, la sola represión no bastará para sostener al sistema.
Y en Nicaragua, Daniel Ortega ha cometido un grave error de cálculo al pensar que podría llevar a cabo una elección con sus contendores en la cárcel y, aun así, ser reconocido por la comunidad internacional. Ortega no contaba con las reacciones en su contra, incluyendo las del gobierno socialista del Perú y de algunos integrantes del Grupo de Puebla. La deslegitimación y el aislamiento al que ahora está sometido lo colocan en una situación precaria.
El único país gobernado por un integrante del Foro de Sao Paulo que cuenta con una mediana estabilidad es el de México, y por eso se está convirtiendo en el principal centro de operaciones del Foro y del Grupo de Puebla. En octubre pasado el Grupo de Trabajo del FSP sostuvo una reunión y próximamente el Grupo de Puebla reunirá en esa ciudad a 150 líderes, como lo informa su propio portal.
Sin embargo, el comportamiento de Andrés Manuel López Obrador en favor de sus aliados marxistas le está trayendo resistencia dentro de México. Prueba de ello es que el pasado viernes 5 de noviembre se inició la recolección de firmas ciudadanas para pedir al Instituto Nacional Electoral (INE) la aprobación para un referéndum revocatorio de su mandato presidencial.
La debilidad manifiesta del Foro de Sao Paulo es uno de los motivos que lo induce a luchar por el control de Honduras, participando con la candidata Xiomara Castro en las elecciones del próximo 28 de noviembre; pero allá también hay resistencia, como se evidencia en los reportajes publicados sobre los nexos de Xiomara con el FSP.
En conclusión, existen posibilidades de liberar a nuestro continente del castro comunismo, pero para lograrlo se necesita un liderazgo firme, con claridad intelectual y compromiso por la libertad y la justicia, de allí la importancia de surgimiento de líderes como José Antonio Kast en Chile y Javier Milei en Argentina, por citar solo dos ejemplos.