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Terra Lliure, el brazo terrorista del separatismo catalán

El separatismo catalán lleva décadas intentando romper la unidad de España. La fuerza que ha adquirido, sobre todo tras las cesiones realizadas por Felipe González, en su última legislatura, y José María Aznar, en su primera, le dieron nuevos impulsos. Gracias a ellos, las concesiones políticas de José Luis Rodríguez Zapatero –»Apoyaré el Estatuto que apruebe el Parlamento de Cataluña»-, y la inacción de Mariano Rajoy ante lo que ellos denominan “proceso de desconexión”, han llevado la situación hasta el punto de que los separatistas ven como algo factible la ruptura de la unidad nacional.

Si alguien estudiase el separatismo catalán en este contexto, parecería que ha sido siempre una vía progresiva pactada con los débiles y acomplejados gobiernos de Madrid. Pero esto no es así. Al igual que los separatistas vascos tienen a ETA –no se ha disuelto todavía y mantiene su arsenal-, entre 1978 y 1991 los separatistas tuvieron su grupo terrorista de extrema izquierda: Terra Lliure.

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Su historia, mucho menos sanguinaria que la de ETA, intentó sembrar de sangre y muertos nuestra patria para intentar doblegar la voluntad de España, decidida, quizá más entonces que ahora, a mantener unida la nación más antigua de Europa.

En 1978, el grupo terrorista de extrema izquierda y separatista catalán empezó a organizarse y, solamente un año después, ya intentaba asesinar. Afortunadamente no tenían pericia en el manejo de explosivos y las primeras víctimas que causaron no fueron sus objetivos, sino los propios terroristas que murieron al manipular las bombas con las que pensaban asesinar a inocentes. Así, Félix Goñi muere el 2 de junio cuando estalla el explosivo que preparaba. Esta casualidad permitió a la Policía detener a varios miembros de la organización, con lo que se completaba una operación iniciada en enero anterior cuando un comando que viajaba en coche y al que los agentes dieron el alto contestó abriendo fuego.

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En el intercambio de disparos murió uno de los terroristas, Martí Marcó, y sus compañeros consiguieron escapar al renunciar los agentes a seguir disparando para no poner en peligro a los transeúntes.

En los meses siguientes, Terra Lliure colocó dos bombas que solamente causaron daños materiales, pero no personales. En 1981 se suceden los atentados con bomba, pero también tuvo lugar el atentado contra el hoy periodista Federico Jiménez Losantos y su compañera de trabajo, Isable Izquierdo. El entonces profesor de enseñanza secundaria fue atado a un árbol en las afueras de Santa Coloma de Gramanet y recibió un disparo en la rodilla. El terrorista que fue condenado por dispararle, Pere Bascompte, condenado a nueve años de cárcel de los que tan solamente cumplió cuatro meses.

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El resto del año 1981 transcurre entre bombas contra intereses del Gobierno español y de empresas españolas en Cataluña, hasta 15 artefactos explosivos. El año terminó con 22 terroristas detenidos. Al año siguiente la banda continúa con los ataques, esta vez intenta matanzas en casas cuartel de la Guardia Civil – Alcover, Vallvidrera,…- empresas y organismos públicos. Ese año se detienen 9 terroristas, entre ellos los que habían herido a varios agentes de la Benemérita.

Los golpes policiales parecen surtir efecto y en 1983 solamente cometen cuatro atentados. Dos con bombas y dos con lanzamientos de proyectiles con morteros a cuarteles de la Policía. Sin embargo, los años que van de 1984 a 1988 son los de mayor actividad criminal. Si bien la mayoría de sus atentados no pueden calificarse más que de sabotaje, contra material de construcción, bancos, empresas o casas particulares, durante esta etapa asesinan a una vecina de Borjas Blancas, Emilia Aldomá, que vivía en el inmueble en el que se encontraban los juzgados en los que se instaló una bomba. También murieron dos terroristas mientras manipulaban explosivos y fueron detenidos dos docenas de componentes de la banda separatista.

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A partir de 1989, una facción de Terra Lliure empieza a pedir la disolución de la banda –los denominados IV asamblea-, mientras que los activistas –III asamblea- mantienen una línea de atentados menores y sabotajes hasta que en 1991 se disuelven también.

El manifiesto con el que presentan la disolución no deja ninguna duda a quienes son sus herederos políticos:

“Terra Lliure, organización militar que lucha por la independencia total de Cataluña, se dirige por última vez al pueblo catalán para comunicar los siguientes acuerdos: vista la buena marcha de las negociaciones políticas establecidas entre los dirigentes independentistas procedentes de Catalunya Lliure y de ERC, habiendo comprobado el sentido de profunda responsabilidad política de ERC en el proceso hacia la independencia y habiendo considerado la demanda realizada por la dirección de ERC en la ronda de conversaciones, la dirección ejecutiva de Terra Lliure ha acordado, con la consulta y el acuerdo previos con cada uno/a de sus militantes y colaboradores/as, reconsiderar la posición inicial de tregua unilateral indefinida y aprobar la autodisolución de nuestra organización”.

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Los últimos presos de la banda terrorista separatista salieron de la cárcel a lo largo del año 1996, muchos de ellos sin aceptar que debían pedir perdón y sin reinsertarse. Tras ser indultados por el Gobierno manifestaron su repulsa “para todos aquellos que han querido que nos reinsertemos durante todo este tiempo”.

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