«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Los niños robados

Religión Digital (I)

No es ninguna crítica a esa web donde esta cigüeña tuvo su nido casi cuatro años y desde donde aprendió a volar. Entro en ella todos los días, es fuente utilizada con frecuencia por mí y repetidamente he manifestado que en ella me sentí absolutamente libre de decir lo que me pareciera. Lo que supone en ella un plus de generosidad por no ser mi línea la imperante. Cierto que también esa libertad la he gozado en Intereconomía pero aquí iba yo al socaire de la línea editorial. Sin embargo he de decir que en Intereconomía tuve un único incidente de censura. Que se resolvió en horas. En Religión Digital ninguno. Y recientísimamente, en este año que acabamos de inaugurar, Jesús Bastante me ha dado muestra de una caballerosidad ultragenerosa, y más tras algún artículo mío, que hace que el afecto personal que le profeso, por encima de evidentes discrepancias, haya todavía aumentado. Pocos rasgos de señorío como el suyo me he encontrado. Gracias, Jesús.
Trae la página una información sobre los niños robados a sus madres en un hecho verdaderamente vergonzoso. Durante el franquismo y en los años ochenta del pasado siglo. Otro detalle que me parece importante y elegante. Porque lo «políticamente correcto» sería acahacarlos únicamente al «sanguinario dictador». Que es seguro que no tendría el más mínimo conocimiento de tan deplorables y delictivos actos.
http://www.periodistadigital.com/religion/espana/2014/01/07/la-santa-sede-apoya-la-investigacion-sobre-el-robo-de-bebes-en-espana-religion-iglesia-monja-iglesia-obispos.shtml
Y a lo que voy. Mi repudio absoluto por tan repugnantes hechos. Pero, ¿a qué viene hoy removerlos? Y repito que no es crítica a RD que se limita a recoger noticia.
Penalmente esos hechos, vergonzosos y delictivos, están prescritos. ¿Vale la pena exponer a la vindicta pública a unas personas, no pocas muertas, otras ancianas, algunas simples instrumentos de buena fe de espurios intereses? El calvario de aquella hija de la Caridad, que afortunadamente Dios la llamó a su seno, me pareció penoso. Por canalla, o más bien necia, que hubiera sido su conducta en algún caso. ¿Si alguien hace treinta o cincuenta años cometió una estafa, una violación, o tuvo una aventura sexual con su secretaria, y después tuvo una vida honorable, si hoy alguien lo averiguara es honesto traerlo ahora a los medios? ¿Para qué? Todos somos responsables de nuestra historia. Pero a todos les basta con la que es pública. No sé si Felipe González cantó entusiasmado en su adolescencia el Cara al Sol pero si lo hubiera hecho, esa no es su historia. Recuerdo que un venerable jesuita en mi colegio de Vigo nos dijo en clase, en años muy tempranos de quienes le oímos, que en el día del juicio final, cuando cada duro se vaya con su dueño, cada libro con su autor y cada hijo con su padre nos vamos a llevar muchísimas sorpresas. Pues creo que bueno será dejar esas sorpresas para aquel día y no dedicarnos a averiguarlas hoy si los hechos ocurrieron hace tantos años.
La mayor parte de los bebés robados crecieron felices en sus nuevas familias. ¿A qué decirles hoy que sus padres son otros? Personas a las que desconocen y por las que no sienten el menor cariño. Deben ser prácticamente nulos los casos en los que los nuevos padres han dicho a esos hijos que fueron un día robados. E incluso en esos poquísimos pienso que apenas ninguno estará interesado en dar con sus padres biológicos. El amor paterno y filial no está en el ADN. Véase el de los padres adoptivos con sus hijos adoptados y el de estos para con aquellos. O el del padre que ignora que no lo es por el hijo que le tiene por padre y le quiere como tal.
Estamos además creando sospechas en todas las madres que perdieron a sus hijos en el parto. ¿Se habrá muerto o me lo habrán robado? Con lo que el dolor de entonces, superado con la vida, pasa a ser ahora una inquietud desasosegante. Sin beneficio de nadie.
Caso muy distinto de los niños que por circunstancias dolorosas siempre tuvieron que ser abandonados por sus madres. Que esos niños de inclusa quieran conocer a sus madres, y más cuando nunca las han tenido, y aquellas a sus hijos que con inmenso dolor tuvieron que abandonar, es algo bien diferente.
Todo ello en unos días en los que numerosísimas madres matan en sus entrañas al hijo que les viene. Cosa a la que la mayoría de los medios, tan preocupados por los hijos robados, son absolutamente insensibles.
Creo que estamos haciendo un mundo de un hecho superminoritario. Y de escasísima trascendencia. Pero que sirve para atacar a la Iglesia. Que seguramente es lo único que se pretende.

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