Tal y como advirtió La Economía del Toro en La Gaceta, la tauromaquia corre un peligro grave en Colombia, donde más de 40 congresistas acaban de presentar una iniciativa legislativa con la que se pretende prohibir este tipo de espectáculos.
Los promotores de la censura se jactan de que la nueva composición del parlamento, más escorada a la izquierda, ayudará a generar «una mayor cercanía con los derechos de los animales». También recalcan que la llegada a la presidencia del radical Gustavo Petro contribuye a generar «una posición muy importante para acabar con las corridas de toros».
Está por ver si los legisladores lograrán suficientes apoyos, dado que que el Congreso de Colombia está compuesto por un total de 296 senadores y representantes. Los comicios celebrados el pasado mes de marzo arrojaron un escenario político fragmentado, puesto que el partido con más respaldos apenas logró el 17% de los escaños en juego, de manera que el desenlace del proceso que ahora arranca se antoja incierto.
La afición ha respondido a este ataque acudiendo en masa a los festejos programados en las provincias del país. En la localidad de Ubaté, por ejemplo, se ha programado una corrida de toros por primera vez en ocho años y la plaza se ha llenado hasta la bandera.
En Colombia hay cuarenta legisladores impulsando una ley que prohibiría los toros. Al mismo tiempo, Ubaté ha vuelto a dar una corrida de toros, la primera en ocho años. Y así estaba la plazapic.twitter.com/SElD96BTsg
— La Economía del Toro (@economiadeltoro) August 2, 2022
Sin embargo, las dos grandes capitales taurinas del país están heridas de muerte. En Bogotá, la alcaldía ha presentado un pliego de condiciones que hace inviable la gestión de la plaza al prohibir todos los elementos clave del espectáculo e imponer unos costes desorbitados. En Medellín, la plaza se ha cerrado tras años de acoso por parte de los políticos locales.
Ante el fuerte retroceso que han supuesto estas circunstancias, la importancia de plazas como Cali o Manizales se ha multiplicado. En ambas localidades hay circunstancias políticas menos hostiles y las Ferias se vienen celebrando con gran éxito en los meses de diciembre y enero. Esa resistencia es lo que ahora se pretende prohibir en Colombia.
