En los últimos años, la creciente reacción social contra el movimiento antitaurino ha propiciado un caldo de cultivo mucho más favorable para la Fiesta. Los datos de actividad del sector demuestran que, a pesar del duro impacto de la pandemia, el número de festejos creció un 14% en 2022 y sigue su senda ascendente en 2023, situándose ya un 50% por encima de los niveles de 2019.
Los datos de público también refrendan esa senda alcista, con excelentes entradas en los primeros festejos del año y en las ferias de Valencia, Sevilla o Madrid. Esa creciente popularidad del toreo también se percibe entre los más jóvenes, como puede verse en las redes sociales de referencia (Twitter, Instagram, TikTok…) o en los mismos tendidos de las plazas, cada vez más poblados de espectadores de menos de 35 años.
Pero también hay buenas noticias para el toreo en lo referido al consumo televisivo. Este 2023, la transmisión de las corridas San Isidro por Telemadrid ha dejado audiencias muy elevadas. En promedio, la Feria ha logrado un seguimiento del 9,1%, un 72% por encima de los datos habituales de Telemadrid (5,3% en el mes de abril). Las doce emisiones sumaron una audiencia media de 111.600 personas, acumulando un total de 1,3 millones durante el serial.
A esta cifra hay que sumarle el número de espectadores que siguieron los festejos por Mundotoro TV. Si bien no se dispone del dato concreto, a comienzos de mayo se divulgó una cifra de 40.000 suscriptores, lo que elevaría el seguimiento medio de cada festejo al entorno de los 150.000 espectadores. Por otro lado, teniendo en cuenta las buenas entradas que ha registrado la plaza de Las Ventas, con un promedio de 21.000 espectadores entre el 10 y el 28 de mayo, y sumando otros factores, como el efecto de la piratería o el visionado conjunto en bares y domicilios privados, parece fácil estimar que la audiencia total por festejo ha rondado los 200.000 espectadores.
Pero el éxito de San Isidro no es un caso aislado, ni mucho menos. Sucede algo muy parecido en los canales regionales de Castilla-La Mancha o Andalucía, donde las emisiones taurinas de CMM Media o Canal Sur gozan de gran popularidad. En el primero de estos dos canales regionales, la temporada 2022 incluyó 85 retransmisiones que alcanzaron una cuota media de pantalla del 12,4%, duplicando la media de CMM Media, que se situó en el 6,4%. Algunas corridas llegaron a superar el umbral del 20%, caso de un festejo programado en Santa Cruz de Mudela el 30 de julio o un evento organizado el 6 de agosto en Pedro Muñoz. En cuanto a Canal Sur, el programa temático Toros para todos tiene un seguimiento medio del 14% y lleva dieciocho años siendo lo más visto en su franja de emisión, superando además la media del canal, que se mueve entre el 8% y el 9%. Además, las retransmisiones taurinas cosecharon en 2022 una audiencia media del 12%, también un excelente registro.
Desde los grupúsculos de antitaurinismo, y desde las esferas políticas de la izquierda que se ha dejado seducir por este discurso radical y prohibicionista, a menudo se defiende que los toros son una disciplina carente de interés y relevancia. De hecho, en los canales autonómicos de territorios como Navarra, Comunidad Valenciana o Aragón no se están haciendo transmisiones de festejos taurinos por decisión expresa de gobiernos encabezados por dirigentes socialistas. Sin embargo, las cifras de seguimiento que se observan allí donde sí se programan corridas de toros en los canales autonómicos son claras y ponen de manifiesto que los toros interesan… y mucho.
De igual forma, ciertos sectores inmovilistas del mundo taurino consideran que la televisión puede tener efectos negativos, como la reducción del público asistente a las plazas o la sobreexposición de los toreros. Si se aplicasen estos mismos argumentos al fútbol, el tenis, el automovilismo o tantas otras disciplinas deportivas, los estadios estarían vacíos y sus mejores competidores serían don nadies. Sabemos que no es así y los toros no escapan a esa regla. El peligro no es, en ningún caso, tener proyección social; el peligro es no tenerla y dejar que los antitaurinos nos condenen al ostracismo.
