La carencia material severa ha aumentado en España hasta superar el máximo alcanzado en 2014. Así, una de cada 12 personas en España (8,1%) sufría en 2022 carencia material severa, más del doble que antes de la crisis financiera (en 2007 fue del 3,5%) e incluso un punto por encima de la cifra de 2014 (7,1%), según los datos del INE analizados por Focus on Spanish Society, publicación editada por Funcas.
La tasa de carencia material severa determina el porcentaje de la población que carece, al menos, de cuatro ítems de una lista de nueve bienes y actividades cuyo acceso se considera hoy en día esencial para el bienestar individual. Se trata de un indicador de vulnerabilidad grave, cuyo análisis cobra importancia en un contexto de crisis sucesivas y fuerte aumento de la inflación.
Si entre 2014 y 2019 este indicador se redujo del 7,1% al 4,7%, en 2020 subió ya al 7%, y ha seguido aumentando hasta 2022, situándose por encima de los niveles prepandémicos.
Uno de los conceptos incluidos en el indicador de carencia material es la capacidad de mantener la vivienda a una temperatura adecuada. En este aspecto existen diferencias notables entre los 27 países de la Unión Europea, según los datos de Eurostat. Con un 17,1% de su población que declara no poder mantener una temperatura adecuada en casa, España se sitúa por encima de la media europea (9,3%). En países como Austria, Suecia y Finlandia la proporción de personas afectadas por este problema es inferior al 3%.
Según Funcas, la fuerte subida de los precios de los alimentos desde 2021 ha afectado a los hogares más vulnerables. En 2022, el 5,4% de la población afirmaba no poder permitirse carne, pollo o pescado al menos cada dos días, proporción superior a la de 2021 (4,7%).