El precio del oro alcanzó un nuevo récord el pasado martes llegando a cotizar a 2.526,4 dólares la onza (31,10 gramos) y, aunque, avanzada la tarde, se relajó ligeramente hasta los 2.515 dólares, se mantuvo por encima del anterior récord: los 2.508 dólares del viernes pasado.
Uno de las principales causas de este aumento es la creciente expectativa de que la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) podría reducir los tipos de interés en septiembre de este año. Este tipo de movimientos tiende a fortalecer al oro, conocido como el refugio seguro por excelencia, especialmente en momentos de incertidumbre.
En lo que va de 2024, el precio del oro ha subido alrededor de un 20%, reflejando el optimismo de los inversores ante la posibilidad de que la Fed ajuste los tipos de interés a la baja. Esta expectativa ha ganado fuerza tras la publicación de los últimos datos de inflación, que muestran una desaceleración en el aumento de los precios en Estados Unidos.
No es la primera vez este año que el oro alcanza niveles históricos. En julio, su precio ya había tocado un máximo de 2.484 dólares por onza. Más recientemente, el pasado viernes, el oro llegó a superar su récord histórico al alcanzar los 2.509,65 dólares por onza, aunque luego retrocedió ligeramente a 2.496 dólares.
Además de las expectativas en torno a la política monetaria de la Fed, otros factores globales han contribuido a la subida del precio del oro. Entre ellos, las tensiones en Oriente Medio, particularmente en la Franja de Gaza, donde las negociaciones para un alto el fuego continúan pero han generado inquietud en los mercados.
Una región que podría verse beneficiada por esta subida en la cotización es Asturias, que cuneta con 487 yacimientos de oro. Allí se esconde la que probablemente sea la mina de oro más grande de Europa. 300.000 kilos de oro que son el objeto de deseo de la industria minera de medio mundo y la pesadilla de los habitantes de la comarca.