Materiales como la fécula de patata o el polivinilo de alcohol se perfilan como sustitutos ecológicos de los derivados del petróleo, según expertos de compañías españolas consultados por Efe con motivo del día internacional libre de las bolsas de plástico.
De acuerdo con datos de Greenpeace, la contaminación por plástico en el mar asciende a un volumen de 12 millones de toneladas de basura, pero la solución para este problema global podría estar en varias empresas españolas que trabajan con materiales similares pero biodegradables y por tanto no contaminantes.
En ese contexto desarrolla sus actividades el proyecto ‘Green Cycles’, una empresa valenciana que pretende sustituir las bolsas de plástico de un solo uso por otras fabricadas a partir de polivinilo de alcohol, un material que «tiene todas las ventajas del plástico pero ninguno de sus inconvenientes medioambientales», ha explicado a Efe la directora de la iniciativa, Elena Moreno.
Entre sus beneficios figura su carácter hidrosoluble, ya que se deshace en el agua «sin convertirse en microplásticos», y su capacidad para descomponerse por la acción de «agentes biológicos como plantas, animales, microorganismos y hongos».
Al final de su ciclo de vida, estas bolsas sostenibles «se transforman en CO2, agua, sales minerales y abono», por lo que «son inocuas, no tóxicas y se integran en los ciclos naturales del medioambiente».
El polivinilo de alcohol podría, así, postularse como un sustitutivo sostenible para bolsas de supermercado o lavandería, guantes o bolsas de dosificación de detergente, entre otros útiles no reciclables que «han incrementado considerablemente sus ventas durante la pandemia», ha recordado Moreno.
En el contexto actual de crisis sanitaria, podría también contribuir al control de la propagación del virus en hospitales y lavanderías industriales, ya que las bolsas confeccionadas con este material «se introducen directamente en la lavadora y se disuelven sin que nadie las tenga que manipular ni gestionar como residuo».
Materias primas como el papel de hierba, yute, fécula de patata, bambú o cáñamo orgánico son otros candidatos a sustituir paulatinamente al plástico como principal componente de las bolsas, según Colotrama, una empresa emergente mallorquina que pretende consolidarse como «una alternativa al plástico y a las tintas que desprende su impresión».
El mercado de las bolsas de tela es «cada vez más potente, aunque muchas veces no va ligado a una mayor conciencia ecológica», ha indicado una de las promotoras del proyecto, Teresa García.
Colotrama pretende evitar el desperdicio dando prioridad a «los procesos artesanales y a la economía local» para favorecer a proveedores y distribuidores de la región «y, con ello, movilizar nuestra economía”, señala García quien, junto a la otra fundadora de esta empresa, Lis Mir, ha lanzado una campaña de micromecenazgo con la que aspira a recaudar «5.600 euros en 39 días» para financiar la maquinaria necesaria del taller y los materiales necesarios.
El Parlamento Europeo ha anunciado que en 2021 entrará en vigor la prohibición de las bolsas de plástico de un solo uso en todo el Viejo Continente, mientras que en España un Real Decreto prohíbe desde 2018 la distribución gratuita de las bolsas ligeras de un solo uso.
Sin embargo las entidades que componen la Alianza Residuo Cero -entre las que se cuentan Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción y Greenpeace- creen que este Real Decreto es «insuficiente» y propone, para alcanzar los objetivos de la Directiva Europea, «medidas más restrictivas» y radicales, incluyendo más impuestos y prohibiciones a todas las bolsas «independientemente del material» con que estén hechas.
Para estas organizaciones, «la única solución sostenible» es fomentar las alternativas reutilizables para sustituir las bolsas de un solo uso «sean del material que sean».