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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

¡Ay, Carmena!

Mi alcaldesa, Manuela Carmena, es foto de primera en mis cuatro cabeceras por su última crisis de gobierno, la destitución de su responsable de Economía. Pero una de ellas da foto de carnet y relega la noticia a un espacio menor. ¿Adivinan cuál?

El País, claro. Y no es que Prisa haya sido últimamente clemente con el populista patrio. Por el contrario, ha destacado como látigo de podemitas y mareas varias, fustigándolos a veces con saña tal que parecían de derechas. Pero Carmena, ay, solo gobierna Madrid porque el PSOE  de sus entretelas así lo quiere, así que tampoco es cosa de cebarse con la abuelita.

ABC va a saco, aunque solo sea porque su portada solo le permite un blanco. Una Carmena de triste sonrisa, como si una hipotética nieta le estuviera diciendo que se iba a casar con un guardia civil, ocupa el espacio ante un micrófono y bajo el titular: ‘La descomposición del «carmenismo».
Dar un nombre al errático actuar de nuestra alcaldesa como si constituyese un ‘corpus’ ideológico coherente me parece un disparate, pero acepto eso de ‘carmenismo’ si se refiere más bien a una escuela artística de vanguardia, algo a caballo entre el dadaísmo y el surrealismo.
He observado que las candidaturas más disparatadas, las que destruirían un país moderno en menos tiempo que se tarda en decir «Pablo Iglesias», tienen especial fortuna  en las grandes ciudades. En nuestro país gobiernan Madrid, Barcelona, Zaragoza, La Coruña, Valencia, Cádiz; Londres, hoy regida por un musulmán de origen pakistaní, fue en su día feudo de Ken ‘el Rojo’, a la izquierda de Lenin; Roma está en manos de ese partido novísimo con nombre de cerveza, Movimiento Cinco Estrellas; y si Anne Hidalgo, alcaldesa de París, pertenece al muy burgués y asentado Partido Socialista Francés, hace méritos para que se la asocie con el resto de la alegre pandilla.
Pero en El País, ya digo, la cosa queda en una modesta esquina con un titular sucinto: ‘Carmena abre una crisis en su gobierno’. Nada que ver aquí, sigan circulando.
Abren, claro, con las elecciones de pasado mañana, generadoras de muchas no noticias de primera. En este caso, ‘El separatismo vuelve a crear expectativas falsas para ganar’, algo tan noticioso como ‘hombre cruza la calle’. Y no, no es que sea falso, es que se trata de una constante electoral. He conocido partidos más o menos hábiles, más o menos serios, más o menos fiables; pero aún no he conocido ninguno que, en campaña, se prive de crear expectativas falsas.

Así que me vuelvo al segundo titular esperando que este, al menos, sea una noticia. Pero no tengo suerte: ‘Trump devuelve el mundo al conflicto entre superpotencias’.
Esa magia tiene el presidente americano, que da igual lo que haga, siempre es lo peor para la prensa de prestigio. El País, como servil mascota de los grandes rotativos americanos y europeos, lleva año y pico advirtiéndonos que Rusia es culpable y que Trump es mera marioneta de Putin, alarmando del peligroso aislacionismo del presidente y después de haber apoyado hasta el fervorín a una candidata que vertió las acusaciones más irresponsablemente incendiarias contra Moscú. Y ahora resulta que es Trump el que «devuelve el mundo al conflicto entre superpotencias». Váyanse al guano, señores míos.
La foto corresponde al espectacular descarrilamiento de un tren sobre una autopista en el Estado de Washington.
En El Mundo, ‘Junqueras entra en el cuerpo a cuerpo con Puigdemont y le tilda de cobarde’. La lírica del ‘gobierno legítimo en el exilio’ suena muy dulce a oídos ‘indepes’, pero plantea un problema de espinosa resolución, como puede verse en esta noticia. La campaña es la campaña, y golpear en el bajo vientre al rival electoral es norma y necesidad.
Les veremos devorarse con decreciente disimulo a medida que se acerque la hora de la verdad, el paripé de la legitimidad de Puigdemont caerá como fruta madura y será, en fin, la habitual guerra de todos contra todos que hace tan hermosa la democracia de partidos.
En la foto, Carmena otea el horizonte junto a su nuevo responsable de Economía, el hombre que animaba a sus compañeras a empalar al diputado de Ciudadanos Toni Cantó. Debe de ser que el tiro en la nuca resulta en exceso piadoso para determinados personajes y algunos están pidiendo a gritos las artes de Vlad Tepes.

Esa fogosidad revolucionaria, imaginamos, justifica dar la cartera municipal de Economía a un sociólogo, Jorge García Castaño, que es como se llama nuestro impaciente edil.
Titular: ‘Podemos e IU intentan parar el contagio de la crisis de Madrid’. Demasiadas vías de agua, Pablo.
Carmena bebiendo agua en La Razón, que va más lejos que ninguna de mis cabeceras en la regodeante interpretación de la crisis municipal: ‘El Gobierno de Carmena se rebela contra la alcaldesa’.
En cuanto al primer titular, nos ofrece este, algo críptico: ‘El bloque constitucional necesita 4.000 votos más por cada diputado’. Cuando lo entiendo, me irrito, porque si bien la ley electoral puede ser tan nefasta y absurda como ustedes quieran, los medios solo vociferan contra ella cuando perjudican a los suyos, mientras callan como eso que están ustedes pensando cuando les beneficia.
 
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