«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Elige tu aventura

Un argelino entra en una comisaría de Cornellá con un cuchillo al ya monótono grito de ¡Allahu akbar! y es abatido por los agentes.
Nadie está en la mente de nadie, y es imposible conocer con certeza el peso de las motivaciones internas que hacen que una persona actúe así -o de cualquier otra manera-, y precisamente por eso la ley y el periodismo tienen que fijarse en lo que se ve, en rasgos objetivos e innegables.
En Occidente, de un tiempo a esta parte, hemos tenido un nutrido número de ataques, grandes y pequeños, exitosos y frustrados, al grito de Allahu akbar, que no es chino ni ruso, ni significa «tenga usted un buen día». Es lo que en los buenos viejos días el más imbécil reconocería como un «patrón», pero reconocer patrones es el pecado imperdonable de la modernidad, salvo que se trate de los aprobados por la ‘intelligentsia’.
Desgraciadamente para nuestros mandarines, la gente está ya al cabo de la calle, y cuando El País titula en su primera ‘Los Mossos matan a un hombre que atacó una comisaría con un cuchillo’, se limitan a transmitir alto y claro que no son una fuente de información fiable, que toman por idiotas manejables a sus lectores y que creen que, como niños, no debemos saber la verdad.
Porque todo el mundo sabe ya todo. Esa es la cosa, eso es lo que convierte los intentos de manipulación de El País en el patético truco de un solipsista. Nadie va a enterarse de la noticia leyendo El País, leyendo un diario de papel; cuando llega a él, en los cada vez menos numerosos casos en que llega, ya la conoce bien, con tanto detalle como desee.
El Mundo, al menos, es consciente de esto, y trata de no dar la noticia cruda, la noticia primera que todos conocemos, sino algún detalle que amplíe y que quizá no conozca su lector. Por ejemplo: ‘El yihadista de Cornellá fue a la mezquita y rezó toda la noche’.
No puede ser más distinto, ¿verdad? Para El Mundo ya no es simple y genéricamente «un hombre», ni la acción noticiosa es que haya sido abatido. En cuanto a lo primero, ya sabemos que responde a un perfil desgraciadamente bien conocido; en cuanto a lo segundo, es lo que supimos ayer.
La derechita quiere ganar a los otros en sensibilidad progresista e incide sobre otro aspecto: según declara su exmujer, una española conversa, el atacante era homosexual y quería de este modo purgar una condición que el Islam proscribe.
Es un argumento interesante para una novela psicológica, y por supuesto es perfectamente posible que actuara movido por ese conflicto interior. El caso es que no lo sabemos, mientras que sí sabemos lo que gritó en su ataque y a quién atacó.

‘El «pecado» de Taib’, titula, misterioso, ABC. Lo pone entre comillas porque se refiere a su homosexualidad que, en nuestra civilización, es más un timbre de gloria, digno de manifestarse hasta el hartazgo en coloridas y multitudinarias marchas, que un pecado. De algún modo, para ABC es más reseñable ese dato que el hecho de entrar en una comisaría con un cuchillo o incluso que morir en el intento. De hecho, de los tres sumarios, los dos primeros están dedicados a su ‘conflicto interior’.
La Razón se apunta a un compromiso entre el carácter terrorista del ataque y su naturaleza de intento de redención personal y patológica: ‘El atacante de Cornellá quería vengar el 17-A e intentó suicidarse por ser gay’. Elige tu aventura.

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