Arranca la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, y a El País, cuya foto de primera se refiere al evento, no se le ocurre otra cosa que titular ‘Contar un país como si fuera un cuento’.

Contar la onírica República Catalana como si fuera un cuento es lo que llevan haciendo casi cuatro décadas los nacionalistas en su territorio: un cuento de hadas con un rey malo y príncipes encantadores con la estelada por escudo, para los niños; una historia de ciencia-ficción sobre un Estado de vanguardia internacional donde siempre hay helado de postre, para los mayores. Sobre todo, un cuento del tipo «crea tu propia aventura» para que cualquiera pueda pintar la radiante patria futura con sus colores favoritos.
Pero el prólogo, cuando se ha hecho real, ha sido suficientemente patético como para apartar de sus páginas a muchos y justificar el titular de apertura de El País: ‘Solo el 24% de los catalanes quiere seguir con el ‘procés’.

ABC abre con fotos de carné de candidatos musulmanes de diferentes partidos que se presentan a las próximas elecciones autonómicas en Cataluña, con el titular: ‘Todos los partidos del 21-D se lanzan a por el voto musulmán’.
Comprensible: son 170.000 votantes. También son una de las fuentes de contradicción del soberanismo más ‘hardcore’, oír al devoto Junqueras hablando de la afinidad genética del pueblo catalán con franceses y suizos y considerando luego más catalán a un tipo nacido en Marrakesh y con una fe del todo extraña a las tradiciones de la tierra que a un García nacido en Barcelona pero que tiene la osadía de sentirse, también, español.
Es el secesionismo líquido, donde lo importante al hablar para esta audiencia es inexistente cuando uno se dirige a quella otra, y las premisas se cambian con mayor facilidad que las conclusiones. Ayer una de las razones para separarse del resto de España era que los catalanes son más europeos que los mesetarios y que la Unión Europea les recibiría con los brazos abiertos de par en par; hoy, leo en la primera de El Mundo, ‘Puigdemont se une a los eurofobos y plantea una consulta para irse de la UE’. Es decir, después de proclamar una república que no existe, hoy se quiere separar de un club de Estados del que estarían automáticamente fuera si existiera. Y, todo, desde la capital de la UE.

Cataluña, pues, no se despega de la primera plana de la prensa nacional ni con agua caliente. Nos tiene a todos mirando hacia el nordeste de forma obsesiva, empezando por el Gobierno, del que se queja El Mundo en su primer titular: ‘Moncloa congela sus proyectos para atender sólo a Cataluña’.
Quién lo diría, porque, en apariencia, en Cataluña todo sigue más o menos igual, pese a los patéticos esfuerzos de Marhuenda por hacer de su primera, una vez más, un cartel electoral ‘pepero’.

Bajo el titular sin verbo ‘La Cataluña del 155’, hace un balance de este mes tras la DUI que resulta de una comicidad irresistible. Veamos algunos de esos ‘logros’:
«Moncloa gestiona a los Mossos y a los funcionarios sin incidencias». Oh, bueno, hay Mossos de vacaciones actuando como escolta de Puigdemont, y en la ‘aturada de pais’ algunos de ellos protegieron a los piquetes contra quienes querían dirigirse a su trabajo y permitieron a los vándalos ocupar estaciones de tren sin problemas.
«Los soberanistas han cambiado la unilateralidad por la «bilateralidad». Ya, a la fuerza ahorcan.
«Cs sube 68.000 votos frente a los 46.000 que suma el bloque secesionista». Es decir, una de las pruebas del éxito del 155 es que sube el partido directamente rival del que ha aplicado la medida. Comprendo.
Por último, «Rajoy asume que no habrá mayoría constitucional y teme el post-21D», que puesto junto a los supuestos ‘logros’ de la intervención que como ponerle a un santo dos pistolas; debería llevar como cintillo: «Uno de estos sumarios no es como los otros tres».

Contar la onírica República Catalana como si fuera un cuento es lo que llevan haciendo casi cuatro décadas los nacionalistas en su territorio: un cuento de hadas con un rey malo y príncipes encantadores con la estelada por escudo, para los niños; una historia de ciencia-ficción sobre un Estado de vanguardia internacional donde siempre hay helado de postre, para los mayores. Sobre todo, un cuento del tipo «crea tu propia aventura» para que cualquiera pueda pintar la radiante patria futura con sus colores favoritos.
Pero el prólogo, cuando se ha hecho real, ha sido suficientemente patético como para apartar de sus páginas a muchos y justificar el titular de apertura de El País: ‘Solo el 24% de los catalanes quiere seguir con el ‘procés’.

ABC abre con fotos de carné de candidatos musulmanes de diferentes partidos que se presentan a las próximas elecciones autonómicas en Cataluña, con el titular: ‘Todos los partidos del 21-D se lanzan a por el voto musulmán’.
Comprensible: son 170.000 votantes. También son una de las fuentes de contradicción del soberanismo más ‘hardcore’, oír al devoto Junqueras hablando de la afinidad genética del pueblo catalán con franceses y suizos y considerando luego más catalán a un tipo nacido en Marrakesh y con una fe del todo extraña a las tradiciones de la tierra que a un García nacido en Barcelona pero que tiene la osadía de sentirse, también, español.
Es el secesionismo líquido, donde lo importante al hablar para esta audiencia es inexistente cuando uno se dirige a quella otra, y las premisas se cambian con mayor facilidad que las conclusiones. Ayer una de las razones para separarse del resto de España era que los catalanes son más europeos que los mesetarios y que la Unión Europea les recibiría con los brazos abiertos de par en par; hoy, leo en la primera de El Mundo, ‘Puigdemont se une a los eurofobos y plantea una consulta para irse de la UE’. Es decir, después de proclamar una república que no existe, hoy se quiere separar de un club de Estados del que estarían automáticamente fuera si existiera. Y, todo, desde la capital de la UE.

Cataluña, pues, no se despega de la primera plana de la prensa nacional ni con agua caliente. Nos tiene a todos mirando hacia el nordeste de forma obsesiva, empezando por el Gobierno, del que se queja El Mundo en su primer titular: ‘Moncloa congela sus proyectos para atender sólo a Cataluña’.
Quién lo diría, porque, en apariencia, en Cataluña todo sigue más o menos igual, pese a los patéticos esfuerzos de Marhuenda por hacer de su primera, una vez más, un cartel electoral ‘pepero’.

Bajo el titular sin verbo ‘La Cataluña del 155’, hace un balance de este mes tras la DUI que resulta de una comicidad irresistible. Veamos algunos de esos ‘logros’:
«Moncloa gestiona a los Mossos y a los funcionarios sin incidencias». Oh, bueno, hay Mossos de vacaciones actuando como escolta de Puigdemont, y en la ‘aturada de pais’ algunos de ellos protegieron a los piquetes contra quienes querían dirigirse a su trabajo y permitieron a los vándalos ocupar estaciones de tren sin problemas.
«Los soberanistas han cambiado la unilateralidad por la «bilateralidad». Ya, a la fuerza ahorcan.
«Cs sube 68.000 votos frente a los 46.000 que suma el bloque secesionista». Es decir, una de las pruebas del éxito del 155 es que sube el partido directamente rival del que ha aplicado la medida. Comprendo.
Por último, «Rajoy asume que no habrá mayoría constitucional y teme el post-21D», que puesto junto a los supuestos ‘logros’ de la intervención que como ponerle a un santo dos pistolas; debería llevar como cintillo: «Uno de estos sumarios no es como los otros tres».
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