No hay ambigüedad alguna en las primeras de mis cuatro cabeceras.
En El País, ‘La justicia desmonta la organización del referéndum’. Suena casi bien, sobre la foto de una turba de secesionistas airados que cargan contra la policía.
Pero me temo que es tarde. Me temo que han pasado demasiado tiempo idealizando la revuelta, y es significativo el contraste de cómo cuentan las cosas nuestros diarios a cómo se ven desde fuera.
Por fijarme solo en los modelos foráneos de El País -Le Monde, La Reppublica, el New York Times-, las imágenes son otras. No puedo reprochárselo, están dando a su público el relato habitual, mares de pacíficas masas ondeando la estelada, un pueblo que quiere votar, un Gobierno central que les reprime e incauta urnas, ese objeto sacro.
El de El País es un intento meritorio; «la justicia» suena bastante mejor que «el juez fulanito», pero no tan bien como «democracia» y mil veces peor que «derecho a decidir». Hace tiempo nuestras élites apostaron por «palabras fuerza» que sustituyeran en las masas la nefasta manía de pensar por la más manipulable costumbre de sentir, y en esa batalla los separatistas se han quedado con lo mejor del arsenal.
Sube la apuesta ABC, titulando sobre el rostro cabizbajo de Puigdemont: ‘La democracia se reinstaura en Cataluña’. Es quizá forzar un poco la máquina, ¿no? Se diría que Cataluña era ayer el Irak de Saddam y hoy vuelve a ser Suiza. Por lo demás, ya digo, que la democracia consista en requisar urnas es perfectamente posible, pero no fácil de entender para una masa hecha a las asociaciones obvias.
A modo del alcalde de Móstoles de gloriosa memoria, El Mundo sale hoy con bando a los españoles, es decir, sacan su editorial a primera, ‘La ley prevalecerá’, que uno no sabe si es una predicción o la expresión de un deseo.
Abajo, abre con la foto, una vez más, de lo que parece una turba al asalto, y el titular narrativo: ‘El separatismo intenta desbordar al Estado tras quedar neutralizado el 1-O’. Una vez más, las palabras son las correctas, pero hay que convenir que no tienen la misma fuerza que la de sus contrarios.
En La Razón, para sorpresa de todos, sacan a primera a… ¡Mariano Rajoy! En un atril, con cierta cara de perplejo. Titular: ‘Firmeza de la democracia’. ¿A cuántas noticias podría corresponder un titular así? Es una consigna, no una noticia.
Todo esto, y su acentuado contraste con los titulares sobre lo mismo fuera de España, me hace pensar en lo fácil, lo asustantemente probable que es entenderlo todo mal sobre lo que ocurre lejos, en una sociedad distinta.
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