Un okupa antifa, ex presidiario tras dejar parapléjico a un guardia urbano padre de cuatro hijos y protagonista de un blanqueador documental en su día jaleado por la izquierda, Ciutat Morta, golpeó presuntamente hace unos días a un tipo al que no conocía de nada hasta dejarlo en muerte cerebral porque llevaba tirantes con la bandera de España. La víctima, Víctor Laínez, ya ha muerto. Y la pregunta obvia es cómo los medios ignoraron semejante noticia, y si hubiera sido igual el tratamiento informativo de tratarse de unos ‘ultras’ matando a golpes a un desconocido por llevar la estelada o los colores de la bandera republicana.
Qué forma más aburrida de empezar el Trasgo, qué tediosa, qué repetitiva. Todos conocemos la respuesta, todos sabemos que «no es lo mismo», todos vivimos como peces en este agua enrarecida, donde no todos valemos lo mismo. Víctor ocupaba el último escalón de la jerarquía implícita, como varón previsiblemente heterosexual y de derechas. Su vida valía menos, se la estaba buscando, meramente por ser, sin necesidad de hacer nada. Su apalizamiento no es noticia, porque no cuadra con el guion.
Pero los amos del discurso han dejado un hueco fatal en las redes sociales, y ya han perdido el monopolio del relato, ya no son los únicos que nos cuentan qué está pasando y cómo son las cosas. La gente normal tiene otros medios de informarse y de informar, e incluso de obligar a los periódicos a dar noticias que preferirían ignorar.
Ayer, a medida que la muerte de Víctor se convertía en las redes en una ola de indignación -o justificación, incluso regodeo- creciente, las versiones online de la prensa ‘seria’ se vieron forzadas a recogerla, a regañadientes.
Hay que fijarse mucho para encontrarlo en la primera de El País, un mero titular de la última y pequeña columna de titulares, el penúltimo: ‘Asesinado por llevar tirantes con la bandera de España’. Es divertido, porque el primer titular de ese apartado, el único que lleva foto, reza: ‘Premios al rigor en la era de la posverdad’. No hay que decir que habla de unos premios que da la casa, naturalmente.
Abriendo, ‘El separatismo planea reponer el régimen disuelto por el 155’. ¿En qué sentido es esto noticia? El nacionalismo, que en principio debería darse de bofetadas con la izquierda, ha recogido, sin embargo, de ésta todos los rasgos que le dan la victoria cultural. Como la izquierda, es implacable en la imposición de sus medidas, sabiendo al tiempo que sus enemigos son pacatos y timoratos a la hora de deshacerlas.
No hay, para empezar, mucho que disolver, que el PP ha dejado intactas las principales estructuras.
En la foto, Bill Gates conferencia con Emmanuel Macron en una pausa de la Cumbre del Clima, sobre un entrecomillado del segundo: «El mundo está perdiendo la batalla del cambio climático?».
¿Por qué me hacen eso? Una declaración así merece no uno, sino muchos trasgos. ¿Cómo se gana esa batalla; cómo se pierde? ¿Qué predicción concreta y objetiva derivada del célebre modelo climático se ha cumplido?
Es la batalla ideal del político, que justifica cualquier recorte a la libertad, cualquier abuso, porque «nos jugamos el planeta»; que es imposible perder o ganar, que no tiene plazos estrictos, que afecta a cualquier sector imaginable de la vida social y aun personal. Una auténtica bendición para cualquier aspirante a dictador universal. Si no existiera, habría que inventarlo… ¡Hey, un momento!
Al diario ABC no le criticamos por ignorar la muerte de Víctor en portada, porque se lo juega todo a un tema, y el de hoy no es menor: las actas secretas del golpe.
Sobre una mesa de madera basta, un cuaderno de dibujo con los retratos de seis protagonistas de la trama. Debajo, ‘Un «desastre» económico y un «ridículo» electoral’.
Las actas en sí son bastante interesantes, y me llevan una vez más a preguntarme si los independentistas tienen un pensamiento mágico, en el sentido de que Cataluña, por el hecho de ser todo lo soberana que se puede ser en nuestra era (muy poco), iba a convertirse en un paraíso con independencia de las medidas que adoptase su gobierno.
Algo de eso parece deducirse leyendo a los secesionistas y contemplando la indiferencia ideológica con que pergeñan alianzas políticas. Entiendo bastante bien el atractivo del secesionismo, pero me cuesta más comprender que apenas importe bajo qué regimen concreto se viva.
Nos cuenta El Mundo abriendo su primera que ‘Los Mossos utilizaron el 1-O móviles que no dejaban rastro’, lo que me hace asombrarme de nuevo de la inconsciencia del Gobierno confiando plenamente en un cuerpo policial tan ideologizado. O deducir que esperaban que sucediera lo que sucedió, pero eso no es posible porque sería gravemente delictivo.
La muerte de Víctor queda aquí también en un mero titular metido a capón: ‘El acusado de matar a un hombre por llevar tirantes con la bandera de España dejó tetrapléjico a un guardia en Barcelona’.
En La Razón dan foto del presunto autor y su víctima, abajo: ‘Crimen de odio’.
Y abren con un titular cifrado: ‘El juez apela al 155 para que Montoro cifre la factura del 1-O’.