«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

La vuelta

Empieza septiembre y con él un curso que promete acelerar hasta el paroxismo la crisis institucional de nuestro país.

‘ERC supedita su apoyo a Sánchez a que «oriente» a la Fiscalía sobre los presos’, abre El País. Si el Gobierno empieza a ‘orientar’ a la Fiscalía de esa manera, tenemos carambola: no solo la división de poderes, ya muy cuestionable, se convierte en una farsa en la que nadie podrá volver a creer, sino que el Gobierno estará acatando las órdenes de quienes no ocultan que su objetivo es dejar de ser España.

¿Ha pasado alguna vez esto, que el gobierno de una región, al tiempo que agita por la separación abiertamente, decide lo que hace o no hace el gobierno de la nación de la que quiere independizarse y a la que insulta a diario?

No parece importar demasiado, en cualquier caso. Cuando Sánchez inició su servil cesión, su partido se había hundido hasta los 84 escaños y el PP tenía más diputados que ningún otro. Hoy, tras apenas unos meses de titubeante disparate, el PSOE sería el partido más votado. Con un electorado así, soy yo quien siente ardientes deseos de secesión.

La noticia la da La Razón, que titula audazmente: ‘Empate técnico PP-PSOE’, basándose, naturalmente, en una encuesta de intención de voto. No es que importe mucho, porque las probabilidades de unas elecciones a corto se aproximan a cero, pero desde luego no justifica que débil triunfalismo de la cabecera, que ilustra su primera con la foto de un sonriente Casado (¿lo hay de otro formato?) abrazado a Suárez Illana en un mitin o cosa semejante.

‘Una «ley de concordia» en lugar del sectarismo de la «memoria histórica». No sé qué es más idiota, por no hablar de que la segunda se la tragó el PP de su admirado de Rajoy sin rechistar. Igual que la historia no se decide por decreto, tampoco la concordia se impone por ley.

El Mundo y ABC abren con la revuelta institucional y callejera catalana. En el primero, ‘Los CDR se preparan para un colapso total de Barcelona de la Diada al 3-O’, encima de ‘Torra ignora a Sánchez y retoma el plan de ruptura con el Estado’.
Hace bien. Su objetivo es la independencia, y ahora puede darse el gustazo de hacerlo todo a las claras, decirlo todo abiertamente, sabiendo que no solo Sánchez tendrá que tragar con todo, sino que los españoles no van a castigarle por hacerlo, como indican las encuestas.

ABC da vergüencita. No es de hoy, lo sé, pero su descenso a la irrelevancia y el ridículo tiene que apenar a todos los que hemos conocido su días dorados. En su portada de tema único, un tipo con los brazos cruzados en gesto desafiante ante una fila de seis personas con plásticos amarillos en sus manos. ‘La Cataluña sin complejos’, titula.
No sé, no me parece que los otros tengan demasiados complejos, no soy psiquiatra. En todo caso, el que siempre ha hecho de sus complejos bandera ha sido el Partido Popular que ABC ha apoyado siempre con un ardor digno de mejor causa. Dedicarse a poner y a quitar plásticos amarillos se ha convertido en un juego pueril, un monótono plan para entusiastas con escasa imaginación. Puede tener algún sentido muy secundario, pero se está convirtiendo en el núcleo de una pugna que da un poco de vergüenza ajena.

TEMAS |
Fondo newsletter