«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Una libra de carne

No se cortan: la palabra repetida -El Mundo y ABC- es ‘chantaje’.  No entiendo muy bien cómo podía pensar Sánchez que le podía salir bien la jugada. Es decir, entiendo que quisiera pisar la moqueta de la Moncloa y figurar ya para siempre en la historia y en su futura pensión como presidente del Gobierno del Reino de España. Pero por un momento pareció creer que podía mantener el número imposible de equilibrismo.

Es esa idea tan de la izquierda, que dudo que la crean de verdad pero que defienden, de que si ceden un poquito más a los nacionalistas, podrán apaciguarlos. La derechita también la ha mantenido mandato tras mandato, pero siempre con un ojo puesto en sus bases patrióticas, procurando no enajenárselas del todo.

Pero no funciona ni va a funcionar nunca. Hay leyes de hierro aquí, que se cumplen como tales en toda la historia, en toda situación. Una es que no puedes alimentar a las fieras esperando que te obedezcan siempre como perritos falderos, y con esto me refiero a las hordas callejeras. Si logras convencer a la gente de que son un pueblo conquistado, colonizado y esclavizado por otro, que le ha robado su historia y ahora le roba el fruto de su trabajo, no esperes que te dejen llegar a apaños indefinidamente sin asaltar la Bastilla.

Otra ley, relacionada con esta, es que no se puede esperar que la gente te obedezca cuando te has pasado generaciones enseñándoles que la desobediencia es una virtud excelsa.

Y una tercera es que la cesión es debilidad, y la debilidad no inspira apaciguamiento en el atacante, sino todo lo contrario: le da la señal para redoblar los ataques. Cualquier policía te dirá que ceder a un chantaje es el medio más seguro de perpetuarlo.

El País, ya hemos dicho, no usa la palabra ‘chantaje’, pero sí otra no menos fea, ‘amenazas’. Todo muy de atestado policial: ‘Torra responde a la fractura del 1-O con amenazas a Sánchez’. En puridad, no son ‘amenazas’, porque no imagino que fueran a votar por él en la moción de censura por comulgar con el programa del PSOE, y eso de la preocupación por la corrupción vamos a dejarlo, que me da la risa floja y ya no paro en toda la mañana.

Así que sería más correcto decir que Torra exige lo pactado, como un nuevo Shylock exigiendo su libra de carne. Quizá Sánchez pensó que podría torearles, de verdad; o estaba entonces dispuesto a todo y ahora se da cuenta de que romper España -ahora la expresión no queda tan graciosa como cuando se la consideraba dramatismos de cuatro fachas, ¿verdad?- le podría costar algo más que la presidencia. No puedo saberlo.
El Mundo: ‘El chantaje de Torra asfixia a Sánchez y acerca las elecciones’.

ABC parece creer que el presidente aún probará nuevos trucos antes de tirar la toalla, porque titula: ‘Sánchez intenta ganar tiempo ante el chantaje de Torra’.

Y en La Razón, una foto magnífica de una puerta entreabierta que permite ver, a los lejos, a Torra en la tribuna del Parlament. ‘Torra pone fecha a la legislatura y Sánchez se aferra al diálogo’. Hay que ver la fuerza que tienen las palabras. ‘Diálogo’ suena muy bien, y ‘cambalache’, en cambio, fatal. Y sin embargo pueden estar refiriéndose exactamente a lo mismo.

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