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La esposa de Bill Clinton ejerce de embajadora sin nombramiento

¿A qué ha venido Hillary Clinton a España?

La ex secretaria de Estado de los Estados Unidos de América, Hillary Clinton. Europa Press.

A la vista de la incapacidad física y mental de Joe Biden para dirigir el Gobierno de Estados Unidos y la nulidad que ha demostrado ser la vicepresidenta Kamala Harris, insoportable hasta para su círculo íntimo, en Estados Unidos desde hace meses muchos se preguntan quiénes gobiernan el país.

Unos dicen que el verdadero dirigente es el secretario de Estado, Anthony Blinken, quien no pudo ocultar su disgusto cuando su aparente jefe calificó a de «dictador» a Xi Jinping después de una cumbre entre ambos jefes de Estado.

Tanto Biden como Blinken han sido cargos de Barack Obama, presidente entre 2001 y 2009. Por eso, se dice que estamos en el tercer mandato de Obama, aunque quizás haya que retroceder más en el tiempo.

Otra persona aparentemente apartada de la política pero que viaja constantemente por el mundo, aumentando los gases de efecto invernadero, para reunirse con presidentes y ministros es Hillary Clinton, cuyo marido y ex presidente de Estado Unidos, era un asiduo visitante a la isla burdel de Jeffrey Epstein.

El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, la recibió el viernes en su Ministerio, aunque esta visita no aparecía en su agenda oficial. Albares lo reveló en una rueda de prensa unas pocas horas antes.

¿Y de qué hablaron Albares y Clinton? No se ha difundido más información oficial que un post firmado por el español y según el cual tuvo «una enriquecedora conversación sobre la situación mundial y cómo construir un planeta más justo e igualitario»

Si sólo fue para eso para lo que abrió el Ministerio a Clinton, a Albares le habría valido para lo primero hablar con un misionero y para lo segundo hacerlo con un autónomo.

Tal vez Hillary trató de convencer a Albares de que «la situación mundial» demanda que España se implique en la misión naval de la UE en el mar Rojo y envíe más militares a las fronteras con Rusia. ¿Algún grupo parlamentario le pedirá a Albares que comparezca en las Cortes para explicar su conversación?

Una vez cumplida su misión, Clinton, acompañada de la embajadora oficial de Estado Unidos, Julissa Reynoso, voló en avión privado a Sevilla, para darse un paseo «como una turista más», según la patética prensa local. ¡Más gases de calentamiento global!

Durante esa breve estancia, Hillary Clinton, a cuyo servicio se pusieron todas las autoridades locales, estuvo rodeada de un amplio dispositivo de seguridad. ¿Quién lo pagó?, ¿España o la embajada?

La ola reaccionaria

Aunque ha sido senadora federal por el estado de Nueva York (2001-2009) y secretaria de Estado (2009-2013), Hillary Clinton no tiene ningún cargo oficial en la actualidad, después de su estrepitosa derrota ante Donald Trump en las elecciones presidenciales de 2016. Tan enfadada estaba que arremetió contra los muebles de la suite del hotel donde seguía el recuento y Obama tuvo que decirle que reconociera la victoria de Trump.

Clinton ha dedicado estos años a seguir quejándose de que ella, sobresaliente, experimentada, predestinada y muy, muy feminista, perdió las elecciones no por su propia culpa, sino por la injerencia de Vladímir Putin. Pero también ha tratado de resarcirse ejerciendo como embajadora discreta de EEUU, sobre todo ahora que Blinken está ocupado con las guerras en Oriente Próximo y Ucrania.

A finales de mayo pasado, doña Hillary visitó España y fue recibida por el rey Felipe VI y por Pedro Sánchez. La reunión en Moncloa, como explicó en Twitter el mismo Sánchez, consistió en la llamada para luchar contra «la ola reaccionaria» y «los bulos», clichés que no para de repetir el socialista español en sus discursos, como el de su última investidura, en la Eurocámara y en el Foro de Davos. ¿Se limitó por tanto a darle a Sánchez consignas por parte de los amos del mundo?

La diplomacia ejercida por individuos que no tienen ningún cargo público, sino cantidades obscenas de dinero o forman parte de una élite no electa, es cada vez más descarada.

También el viernes 19, el político progresista Sergio Mattarella, presidente de la república italiana, país miembro del G-7, recibió en su residencia oficial al plutócrata Bill Gates, entusiasta predicador de pandemias globales y admirador del modelo chino.

Este tipo de audiencias recuerdan las que ha concedido Sánchez al multimillonario George Soros, a su hijo Alexander y a otros plutócratas, como el propio Gates, a cuya fundación aportó 130 millones de dinero de los españoles.

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