El Partido Popular dice ahora, a muy pocos días de las elecciones catalanas y con VOX por delante en los sondeos, que le «preocupa» los efectos de la inmigración ilegal en una región islamizada y que cuenta con los índices de inseguridad y de delincuencia más altos de toda España.
Pero hace sólo un mes votó a favor en el Congreso de la regularización de 500.000 inmigrantes ilegales, una medida que también aplaudieron los socialistas y los separatistas, y que sólo contó con la oposición frontal de VOX por suponer un «aliento» del efecto llamada. «No podemos coger a 500.000 personas y mandarlas a sus destinos», justificó el diputado nacional del PP Juan Diego Requena. Y dirigentes populares incluso celebraron el Ramadán con la comunidad paquistaní de Badalona.
Los populares se sumaron el pasado mes de abril en la Asamblea de Madrid a la izquierda y rechazaron la iniciativa de VOX que pedía eliminar las ayudas a los inmigrantes ilegales, una propuesta del grupo liderado por Rocío Monasterio que tenía como objetivo devolver la seguridad a las calles y destinar el gasto político «a lo realmente importante».
Meses antes, en febrero, rechazaron una iniciativa de VOX que pedía repatriar a los menas con sus padres en sus países de origen. «La iniciativa me tiene entre la nausea y la perplejidad», aseguró la diputada del PP Alma Ezcurra.
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, llegó a decir sobre los inmigrantes que nacen en España son «tan españoles como Abascal» y el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, se mostró a favor de la acogida de «menas» porque «tenemos una obligación legal con la Ley de Extranjería y también una obligación moral».
El aliento del efecto llamada se dio con los gobiernos de José María Aznar, que dieron papeles a más de medio millón de inmigrantes ilegales en dos legislaturas, y con Mariano Rajoy, que manifestó que no estaba a favor de las fronteras.
