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AHORA SE NIEGA A ELIMINAR LOS PINGANILLOS EN LA CÁMARA ALTA

«Disparate», «broma», «Torre de Babel»… lo que decía el PP del uso de las lenguas regionales en el Senado

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, y la presidenta del Congreso, Francina Armengol, se dan la mano durante la Sesión Constitutiva de la XV Legislatura en el Congreso de los Diputados. Europa Press
El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, y la presidenta del Congreso, Francina Armengol, se dan la mano durante la Sesión Constitutiva de la XV Legislatura en el Congreso de los Diputados. Europa Press

El portavoz del PP y vicesecretario de Cultura y Sociedad Abierta del partido, Borja Sémper, avanzó este jueves que su formación rechazará la petición de VOX para eliminar los pinganillos y los traductores en el Senado —donde los populares cuentan con mayoría— y para que, según afirmó Santiago Abascal, «al menos haya una Cámara en España en la que todos los españoles puedan entenderse».

«En el Senado se reformó el Reglamento para permitir que, en supuestos tasados (…), las lenguas oficiales autonómicas tuvieran un papel, y es razonable que sea así«, manifestó Sémper en el Pleno que ha aprobado el uso del catalán, el gallego y el euskera en el Congreso. Así, ha adelantado que su partido rechazará la propuesta registrada por VOX.

Diario de Sesiones del Senado. 21 de julio de 2010

Una reforma del Reglamento del Senado en el año 2010, con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, amplió el uso de las lenguas regionales en la Cámara Alta. En 2005, el Senado modificó su reglamento para permitir las lenguas cooficiales (en sus respectivas comunidades autónomas), pero sólo en las sesiones de la Comisión General de las Comunidades Autónomas. Cinco años después se amplió para las mociones en el pleno y las iniciativas legislativas.

El Partido Popular, que ahora dice que es «razonable» la existencia de pinganillos en el Senado y que no lo eliminó teniendo mayoría absoluta con Mariano Rajoy, se opuso con rotundidad. En el debate en el Senado, según recoge el Diario de Sesiones del 21 de julio de 2010, la senadora del PP María Rosa Vindel afirmó que se oponían a la reforma por ser «incomprensible, perentoria y gravosa».

«Nosotros argumentamos que el castellano es oficial geográficamente en todo el territorio del Estado; que las restantes lenguas son cooficiales en sus respectivas comunidades autónomas; que el Senado forma parte de las Cortes Generales que representan al pueblo español; que es el titular de la soberanía y del que emanan los poderes del Estado; que las Cortes representan a todo el pueblo español cuando ejercen la potestad legislativa, aprueban los Presupuestos y controlan la acción del Gobierno; que la efectiva vigencia del principio de publicidad inherente a todo régimen democrático exige que las actuaciones de los poderes públicos se desarrollen en términos que sean accesibles a todos los ciudadanos», afirmó la senadora popular.

«Cuando falla el sentido común y se impone el oportunismo partidista, cualquier disparate se puede convertir en realidad, y el argumento de que así se reconoce la pluralidad lingüística es falaz, porque el bilingüismo sólo existe, y en distinto grado, en algunas comunidades autónomas», subrayó, antes de preguntarse si a partir de ahora les llamarían «la Cámara de la versión original subtitulada, la Cámara subtitulada, o la versión cañí del Parlamento Europeo». «Pero esta es una Cámara en la que todos nos entendemos, hasta ahora, en el mismo idioma», añadió Vindel.

Para la diputada del PP el «problema» era «convertir los debates» en una inmensa Torre de Babel: «Tengo que reconocerles que la opinión pública no sale de su asombro, de su perplejidad y, desde luego, de su indignación, porque el problema no es que haya una lengua común designada por la Constitución. Ni el problema es que las lenguas cooficiales lo sean en sus territorios respectivos pero no en las sedes de las instituciones nacionales, como es el Senado (…). El problema es que quienes presumen de que hay que dialogar con todo el mundo propongan ahora que el diálogo político en España supere lo que tenemos en común, se centre en lo que tenemos de diferente, y convierta los debates sobre el futuro de los españoles y la resolución de sus problemas en una inmensa Torre de Babel«.

En enero de 2011, una vez que la reforma entró en vigor, el expresidente del Gobierno, José María Aznar, el mismo que hablaba catalán en la intimidad y cedió competencias ante el PNV —por algo Xabier Arzalluz reconoció haber conseguido «más en 14 días con Aznar que en 13 años con Felipe González»— y ante Jordi Pujol —que motivaron el inicio de la exclusión del español en Cataluña— consideró que España no estaba «para aguantar la broma de los pinganillos».

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