El edificio okupado en el Raval Universitario de Castellón, donde la Entidad Valenciana de Vivienda (EVha) estableció un servicio de vigilancia permanente desde el 15 de julio, sigue sin ser un lugar seguro para sus residentes. Pese a instalar un servicio de seguridad, dos familias han decidido abandonar recientemente los pisos sociales que les habían sido asignados por las amenazas que aún reciben de los okupas que permanecen en el inmueble, según adelanta el diario Castellón Al Día.
Uno de los padres que tomó la decisión de marcharse tras ocho años viviendo en el edificio explicó la situación: «Hemos renunciado al piso porque mi familia no se siente segura aquí. Nos amenazan, nos han robado objetos del coche y tememos por nuestra integridad física. No estamos tranquilos». Aunque el servicio de seguridad instaurado en julio ha proporcionado algo de calma y ha evitado nuevas okupaciones, para estos vecinos no es suficiente.
Los residentes que permanecen en el bloque continúan expresando su preocupación en las reuniones de vecinos. Insisten en la necesidad de reparar las puertas del aparcamiento, que aún están rotas, y sugieren instalar más puertas antiokupas para prevenir futuras okupaciones. También reclaman la colocación de puertas de seguridad en el cuarto de contadores, ya que las conexiones eléctricas ilegales siguen siendo un problema, con facturas que deben ser asumidas por todos los vecinos.
A estas quejas se suma el hecho de que los vehículos abandonados en el aparcamiento del edificio no han sido retirados, a pesar de que el ayuntamiento se había comprometido a hacerse cargo de ellos, lo que genera aún más inquietud entre los inquilinos.